Frente a una inflación “persistente”, los bancos centrales no deben “retroceder” aunque conlleve riesgos para el sector financiero, afirmó este jueves la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en una entrevista con la AFP.
“No prevemos, en este momento, que los bancos centrales dejen de luchar contra la inflación”, porque “sigue ahí y mientras no caiga de manera significativa (…) deben continuar” subiendo las tasas, dijo.
“Tienen que mantener el rumbo en un entorno mucho más difícil y complejo”, afirmó.
Las medidas de los bancos centrales han dejado a la vista “las vulnerabilidades del sector financiero”, ya sea en Suiza o en Estados Unidos, reconoció la jefa del FMI, pero eso significa que “deben hacer más para garantizar la estabilidad financiera” y al mismo tiempo reducir la inflación.
La subida de las tasas, que oscilan entre 4,75% y 5% en la Reserva Federal estadounidense (Fed), llevó a la quiebra a varios bancos regionales en Estados Unidos.
Si los “riesgos se vuelven significativos, entonces los bancos centrales tendrían que decidir hasta qué punto la lucha contra la inflación es prioritaria sobre la estabilidad financiera”, subrayó Georgieva, pero por el momento “no hemos llegado ahí”.
Por otro lado, la economía mundial debe hacer frente al riesgo de fragmentación, estimó la directora gerente, en particular debido a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.
“Estamos saliendo de un periodo en el que la asignación de inversiones estaba determinada por los costos, pero ya no es así. En Estados Unidos, y en otros lugares, la seguridad nacional y la de los suministros se han vuelto esenciales” en la toma de decisiones, reconoce Georgieva, quien cree que esta tendencia proseguirá.
“La pregunta es hasta dónde deben llegar”, analizó, y agregó que era posible proteger ambos aspectos “sin socavar por completo las bases para el crecimiento”.
Según el FMI, la guerra comercial costó el año pasado el 0,4% del crecimiento mundial, “o sea 400.000 millones de dólares menos”.
Pero, subraya Georgieva, “la resolución del tema de la deuda obliga a los países a trabajar juntos. Lo mismo ocurre con el cambio climático: no tendremos éxito si no trabajamos juntos”.
El papel del FMI es “proporcionar una mesa en torno a la cual todos los países puedan sentarse y hablar, incluso sobre temas polémicos pero que beneficien a todos”.
En el futuro inmediato, los choques provocados por las repetidas crisis probablemente llevarán al mundo a uno de los periodos de crecimiento más bajos de las últimas décadas, por debajo del 3% en 2023.
El fondo publicará el martes una actualización de sus previsiones para 2023 y a medio plazo.
“Esperamos un crecimiento de alrededor de 3% en los próximos cinco años, nuestra perspectiva de mediano plazo más débil desde 1990”, afirmó la jefa de la institución en un discurso.
Georgieva también se mostró preocupada por el estado de las finanzas públicas en la mayoría de los países, en un momento en el que la deuda pública se disparó en casi todo el mundo debido a los efectos de la pandemia y de la invasión rusa de Ucrania.
Hay retos por delante, como favorecer la transición ecológica de los países emergentes, lo que requerirá que “nuestros miembros más ricos ayuden”, sobre todo porque los países de bajos ingresos tienen dificultades para acceder al mercado de deuda, dijo.
Estas naciones suelen atravesar dificultades financieras, lo cual ha llevado al FMI a aumentar considerablemente los fondos a su disposición hasta 300.000 millones de dólares durante los últimos meses.
Esto podría continuar porque “casi el 15% de los países de bajos ingresos ya tienen dificultades con la deuda y el 45% está cerca” de tenerlos, insistió Georgieva.
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