“Buenas tardes todos, todas, todes“, saluda Nicolás Maduro ante la cámara al comenzar la emisión de su programa en la televisión pública venezolana. Flanqueado en la mesa por Delcy Rodríguez y el encargado de la de Salud en la dictadura chavista, Carlos Alvarado, el tirano, según anuncian las pantallas que lo rodean, se dispone a dar un balance sobre la crisis del covid-19 en el país, según lo reseñado por Lucas Proto para EL CONFIDENCIAL.
Tras él, el paisaje es soleado —”Está haciendo calor de lo lindo“, bromea—, pero para cuando empiece a hablar sobre la pandemia, ya habrá caído la noche.
Una hora y 58 minutos después de iniciar el programa y tras haber felicitado a los atletas olímpicos de su país (llevan cuatro medallas en total), celebrado el día de la Pachamama y presumido sobre los zoológicos y acuarios de Venezuela, Maduro se refiere al fin al coronavirus.
Lo hace para pedir a los ciudadanos que usen la mascarilla, mantengan la distancia de seguridad y que se preocupen, pero tampoco tanto, porque el régimen está haciendo una labor excelente a la hora de conseguir vacunas de todo el mundo.
El segmento dura 25 minutos y a otra cosa. El resto del programa, emitido el pasado 1 de agosto, es dedicado a promocionar el voto al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las próximas elecciones sin condiciones que pretenden montar noviembre.
Que un dictador que no para de hablar durante casi tres horas dedique un espacio tan secundario al covid-19 debería ser un indicio de que, en lo relativo a la pandemia, todo va bien en Venezuela. Pero expertos sanitarios del país advierten de que, en realidad, es todo lo contrario. “No podría ser peor, epidemiológicamente hablando“, asegura la doctora María Eugenia Grillet, profesora e investigadora de la Universidad Central de Venezuela y experta en epidemiología.
Durante el primer año de pandemia, Venezuela se vio relativamente poco afectada en comparación con el resto de Latinoamérica, una de las regiones más golpeadas del mundo por la crisis del covid-19.
Un estudio realizado por múltiples expertos (entre ellos la doctora Grillet) revela que factores como el aislamiento internacional o la escasez de gasolina —debido a la crisis económica y humanitaria que afronta la nación desde hace años— contribuyeron a esta baja propagación del virus. “Pero ya en 2021, en la segunda ola epidemia que vivimos desde febrero, los casos han sido mayores y el sistema sanitario está muy comprometido“, agrega la experta.
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