Martha Escalona Zerpa, desde Berlín
Para: Qué pasa en Venezuela
Fotos: Martha Escalona Zerpa & Prensa Berlinale 2024
Tras la exitósa serie de Hulu El Oso y el documental de larga duración de Frederick Wiseman Menus Plaisirs – Les Troisgros, por muy diferentes que sean en los detalles, uno podría estar tentado de llegar a la conclusión: Las películas sobre cocinas abiertas están de moda.
La Cocina del guionista y director mexicano Alonso Ruizpalacios es completamente diferente. En lo que respecta a la comida, esta no es El festín de Babette ni El sabor de las cosas.
Se trata de la cocina de un lujoso restaurante turístico The Grill, situado en el centro de Nueva York, en el Times Square, en el que el tiempo, traducido literalmnte, es cuadrado y no redondo.
La película está filmada entramente en blanco y negro y en un formato 4:3, que simboliza el ambiente claustrofóbico en el que están encerrados los empleados, cocineros y mesoneras del restaurant.
El interior de la cocina es un microcosmo del mundo en sus desigualdades, en sus luchas de poder, en sus plurarlidades culturales y lingüisticas y connota la metáfora a perfección la política de inmigración estadounidense y el llamado sueño americano: si trabajas duro, aunque sin papeles, vas a salir adelante y podrás realizar todos tus sueños.
Es así en esta cocina, como en muchas en EEUU, muchos inmmigrantes pueden trabajar aquí, aunque no tengan papeles. Entre ellos, la joven Estela (Anna Díaz).
Al principio, la vemos corriendo a una entrevista de trabajo en una secuencia entrecortada. La contratan rápidamente. El hecho de que sea menor de edad deja de tener importancia en cuanto queda claro que conoce a Pedro (Raúl Briones Carmona), que, como ella, viene de México y lleva tiempo dándole vueltas a las sartenes en The Grill.
Pedro es un hombre agresivo y tóxico, que ha dejado embarazada a la camarera Julia (Rooney Mara). Ella sabe quien es Pedro, sabe que una relación con él no va a funcionar, quiere abortar y lo hace.
En realidad, Pedro la ve como una salida a su realidad marginal, la palabra clave es una tarjeta de residencia a través del matrimonio.
Es más bien la frase: Eres La visa de mi vida a la frase Eres el Amor de mi Vida.
La necesidad de regularizar la situación de indocumentación y de una latente deportación, hace del presunto amor, un riesgo para quien se lo cree.
Para Mara Rooney, este papel supone un agradable cambio de ritmo, y está excelente, al igual que todo el reparto, que también incluye a Oded Fehr como Rashid, el gran jefe, que había prometido ayudar a Pedro a legalizarse.
En esta América, el lavavajillas sigue siendo un lavavajillas. Al principio, se puede ver de forma e alegórica un acuario de langostas, con una Estatua de la Libertad en miniatura en su interior: pura decoración.
Las langostas se sirven después. América no es un país, dirá Pedro con certeza al menos dos veces durante la película.
En cualquier caso, soñar está reservado a quienes pueden permitirse mirar al futuro con confianza. A los «ilegales» sólo les queda, de momento, el presente absoluto.
Por eso es lógico que la película sólo dure un día y medio. Cocinar, contar chistes, cocina, servir, todo es cuestión de tiempo. De vez en cuando, especialmente durante las pausas de trabajo, cuando se abandona la estrecha cocina (y con ella el formato 4:3), hay destellos de desafiante solidaridad entre los explotados.
De vuelta a la cocina, hay pura confusión: de idiomas, de pedidos y, entre medias, el pitido pulsante del sistema de caja registradora.
La película también se pone manos a la obra en términos formales: primero la alta frecuencia de montaje, con saltos rápidos en los ejes y primeros planos descentrados, y después tomas largas coreografiadas ejercen una gran impresión emocional.
De hecho, las composiciones trabajan hábilmente con encuadres múltiples dentro de la sección de la imagen, dividiéndola en pequeñas celdas. Las camareras, cuya ropa de trabajo a rayas recuerda el uniforme de un preso, se mueven en ellas.
El director mexicano Alonso Ruizpalacios lleva triunfando en el Festival de Berlín desde 2013, cuando su película Gueros se llevó el premio a la mejor ópera prima.
Cinco años después volvió con su segunda película, Museo, un sensacional atraco a un museo, y ganó merecidamente el Oso de Plata al Mejor Guión.
Su tercera película, A Cop Movie, que juega con la forma tradicional del documental utilizando actores, ganó el Ariel de Oro al Mejor Documental en México.
Ruizpalacios pertenece a la misma liga que los icónicos directores mexicanos actuales Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y, sobre todo, Alejandro González Iñárritu, cuyo estilo cinematográfico parece acercarse más a lo que Ruizpalacios ha estado haciendo.
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