La búsqueda de asilo en Estados Unidos dependerá en gran medida del uso de una aplicación a partir de este viernes. Pero la alternativa tecnológica parece desconectada de la dramática realidad en su frontera, donde teléfonos, wifi y electricidad son un lujo.
La aplicación CBP One, de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) fue diseñada para canalizar los pedidos de asilo a Estados Unidos, pero los migrantes agolpados en México lloran de frustración por las fallas de la herramienta evaluada por usuarios de la tienda Apple con 2,5 estrellas.
“Es algo insólito que una aplicación prácticamente decida nuestra vida y nuestro futuro“, dijo a AFP Jeremy de Pablos, un venezolano de 21 años que lleva semanas acampando en Ciudad Juárez.
De Pablos dijo que lo más difícil fue el reconocimiento facial: “Es un bingo, reconoce a quien quiere“.
“La aplicación en realidad es el muro, y no ese“, agregó señalando a la imponente pared que serpentea a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
El gobierno de Joe Biden lanzó CBP One en enero ante el inminente final del Título 42, la norma sanitaria activada bajo la administración del expresidente Donald Trump para frenar la pandemia de covid-19.
El Título 42, que expirará la medianoche de este jueves, autorizaba la expulsión de quienes cruzaran la frontera sin visa o documentación necesaria para entrar, pero establecía excepciones.
Desde que se activó en 2020, casi tres millones de personas en busca de asilo fueron expulsadas, en su mayoría a México, donde se crearon campamentos improvisados.
Estados Unidos activará este viernes nuevas reglas para solicitar asilo que colocan a CBP One como el primer paso del proceso, so pena de deportación para quien pise suelo estadounidense sin tener una cita en la aplicación.
Las autoridades ampliaron los cupos diarios, así como las horas para registrarse en CBP One, pero sigue siendo una herramienta restrictiva.
Muchos migrantes realizan travesías extenuantes para llegar a la frontera de Estados Unidos, de las cuales salir vivo es un logro.
Les roban los teléfonos, o los pierden al mojarse en los ríos que atraviesan. Otros conservan sus celulares, pero obsoletos o maltrechos.
Antonio Sánchez Ventura llegó a Ciudad Juárez con su hermano huyendo de la violencia en su país y dice que en el camino le robaron todo. Vive en la calle y come de donaciones. Su único objetivo es reunir dinero para comprar un teléfono y descargar CBP One.
“Es el sueño americano de todo ser humano cruzar a Estados Unidos para ayudar a nuestros familiares“, dijo.
Los migrantes que aguardan en Ciudad Juárez viven en carpas, sin electricidad. Cargan sus teléfonos en los postes con marañas de cables.
Priorizan cada moneda que tienen para comprar saldo y tener internet. Pero ahí comienza la segunda parte del desafío.
“Mira, está pegado“, dice Ronald Huerta, un venezolano que este miércoles no conseguía avanzar de las configuraciones de idioma de la aplicación.
A pocos metros, Ana Paola, de 14 años, lloraba desconsolada porque la aplicación había sido actualizada y toda la información de ella y su familia había sido borrada.
“¡Estoy cansada! ¡No aguanto más!“, balbuceaba la adolescente mientras cliqueaba en “Enviar” de forma incesante para volver a crear los perfiles de la familia y recibía como invariable respuesta un mensaje de “Error 500“.
“Ha sido una gran pesadilla, ha sido un tormento. Esa aplicación nos ha causado un daño emocional, psicológico“, dijo a su lado su padre, Juan Pavón, un comerciante que huyó de Venezuela con su familia.
Tenían sólo un iPhone antiguo, con el cual su esposa intentó durante semanas pedir una cita para el grupo familiar en CBP One. Cuando recibió la confirmación de un horario, era apenas para ella.
La familia ahora está separada a ambos lados de la frontera.
Y a medida que se acerca el fin del Título 42, la ansiedad aumenta, con muchos perdiendo la paciencia y cruzando de forma ilegal hacia Estados Unidos.
“Esperé y esperé y esperé, pero me harté, no había forma de conseguir una cita“, dijo en El Paso, Texas, Luis Quintana, un venezolano que vivió en las calles de la vecina Ciudad Juárez por tres meses hasta que, frustrado, decidió cruzar a través de un hueco en el muro.
“Frustra que esta parte importante del proceso quede a merced de la tecnología que con frecuencia falla y que no es accesible a todos“, dijo Raúl Pinto, abogado senior del American Immigration Council.
Washington anunció esta semana que la aplicación evolucionará a un sistema virtual con mayor capacidad.
“Tenemos esperanzas de que resuelvan algunos problemas“, dijo Pinto.
“Pero estamos muy decepcionados de que no haya una alternativa para que la gente acceda a algo tan importante que puede salvar vidas como es el proceso de buscar asilo“. AFP