El índice de Percepción de la Corrupción 2022, publicado hoy por Transparencia Internacional desde Berlín, registra pocos avances globales en la lucha anticorrupción, en un análisis sobre la relación corrupción, paz y seguridad
Transparencia Venezuela, 31 de enero de 2023 –Los esfuerzos adelantados por la mayor parte del mundo siguen siendo insuficientes en la lucha contra la corrupción: 95% de los países ha hecho poco o ningún progreso desde 2017. Los niveles de corrupción permanecen estancados por undécimo año consecutivo. Pero, en las Américas, la corrupción ha debilitado a las instituciones públicas y ha facilitado que prosperen las redes criminales, desestabilizado a los gobiernos y exacerbado la violencia en la región, afirma el Índice de Percepción de la Corrupción 2022, publicado hoy por Transparencia Internacional desde Berlín, Alemania.
En el hemisferio, Venezuela sigue siendo percibida como la nación más corrupta, en medio de un descenso continuado desde 2017. Mientras, a nivel global, el país solo supera a Somalia (12), Siria (13) y Sudán del Sur (13), con una calificación de 14 puntos, la tercera más baja entre los 180 países evaluados. El estudio, basado en una escala de 100, donde 0 es el peor desempeño o la más alta percepción de corrupción, destaca que la corrupción sigue siendo un problema predominante en las Américas –con tasas que permanecen estancadas y un puntaje promedio de 43 por cuarto año consecutivo.
“En los países con peores resultados este año, como Venezuela, Nicaragua (19), Honduras (23) y Guatemala (24), las élites y el crimen organizado han cooptado las instituciones del Estado”, señala la organización. Explica Transparencia Internacional que, en el continente, los líderes no han adoptado medidas contundentes para combatir la corrupción y fortalecer a las instituciones públicas, lo que ha favorecido que las redes criminales se consoliden y ejerzan un poder considerable sobre actores políticos en muchos países. “En estos entornos altamente corruptos, el aumento de la violencia, junto con la violación sistemática de los derechos sociales y económicos, afecta de forma desproporcionada a los grupos históricamente marginados. Esto provoca migraciones masivas a otros países de la región”, apunta.
Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional, señaló al respecto:
“La omnipresencia de la corrupción en las Américas alienta muchas otras de las crisis que atraviesa la región. Los gobiernos frágiles fallan en su labor de frenar a las redes criminales, el conflicto social y la violencia, y algunos exacerban las amenazas para los derechos humanos al concentrar el poder con el pretexto de responder a la inseguridad. El único camino viable es que los líderes prioricen las medidas contra la corrupción con el fin de extirparla y permitir que los gobiernos cumplan su principal función, que es proteger a las personas”.
Por otra parte, “la corrupción es también una amenaza para la seguridad mundial, y los países con altas puntuaciones en el IPC desempeñan un papel en este sentido. Durante décadas, han acogido dinero sucio procedente del extranjero, permitiendo a los cleptócratas aumentar su riqueza, poder y ambiciones geopolíticas”, indica el reporte.
En este contexto, Transparencia Internacional rescata la labor de la sociedad civil organizada. “En la mayoría de estos países, la lucha contra la corrupción está dirigida casi exclusivamente por organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación independientes, con el apoyo de la comunidad internacional. Sin embargo, la cooptación de las instituciones de justicia y la criminalización de los actores que denuncian la corrupción han desencadenado abusos contra los derechos humanos de periodistas, activistas, pueblos indígenas y operadores de justicia”.
CORRUPCIÓN, CONFLICTO Y SEGURIDAD
“La corrupción, los conflictos y la seguridad están profundamente interrelacionados”, sentencia la organización. El uso indebido, la malversación o el robo de fondos públicos pueden privar a las propias instituciones encargadas de proteger a los ciudadanos, hacer cumplir el Estado de derecho y velar por la paz de los recursos que necesitan para cumplir ese mandato. Los grupos delictivos y terroristas cuentan a menudo con la complicidad de funcionarios públicos, fuerzas del orden, jueces y políticos corruptos, lo que les permite prosperar y operar con impunidad, según explica.
Al respecto, destaca cuatro casos relevantes:
– La invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, como “un crudo recordatorio de la amenaza que la corrupción y la ausencia de responsabilidad gubernamental suponen para la paz y la seguridad mundiales”.
– La grave crisis humanitaria que sufre Sudán del Sur (13, con más de la mitad de la población enfrentada a una grave inseguridad alimentaria, y la corrupción está agravando la situación. Un informe de Sentry del año pasado reveló que una red de políticos corruptos vinculados a la familia del presidente había desviado la ayuda para alimentos, combustible y medicinas a través de una trama de fraude masivo.
– La combinación de corrupción, autoritarismo y recesión económica ha resultado especialmente volátil en Brasil (38), donde el mandato del presidente Jair Bolsonaro estuvo marcado por el desmantelamiento de los marcos anticorrupción, el uso de tramas corruptas para favorecer a aliados políticos y amasar apoyos políticos en el legislativo, la desinformación y los ataques al espacio cívico.
– Las denuncias de corrupción contribuyeron a desencadenar la guerra civil en Yemen (16) hace ocho años. Ahora, el Estado se ha derrumbado, dejando a dos tercios de la población sin alimentos suficientes: una de las peores crisis humanitarias del mundo.
– Incluso en países con medidas relativamente firmes contra la corrupción, el sector de la defensa sigue siendo a menudo secreto, lo que abre la puerta a influencias indebidas y otras formas de corrupción.