Voz de América
En el lado mexicano de la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, el número de migrantes buscando refugio disminuyó considerablemente en las primeras semanas del año. Los albergues, sin embargo, no bajan la guardia ante un posible aumento en el flujo de personas buscando ayuda humanitaria.
La hora del desayuno en el albergue El Buen Samaritano en Ciudad Juárez, México, es una labor que se divide entre los voluntarios y los migrantes que allí residen. Mientras esperan su momento para cruzar a EEUU, mujeres, hombres y niños buscan refugio de las bajas temperaturas y crean comunidad.
“Es muy bueno (tener estos servicios) porque no pagamos arriendo ni comida”, dijo a la Voz de América Ali Sánchez, una venezolana que llegó a Ciudad Juárez hace cuatro meses junto a su sobrino, su hijo pequeño, y su esposo, que en ocasiones logra conseguir trabajo para ahorrar dinero.
La mujer de 28 años y su familia están a la espera de acceder a la cita de CBP One y tener una entrevista con un agente migratorio en el puente que divide a Juárez con El Paso, Texas, sin embargo, aún no ha logrado agendarla.
“Pasamos muchas cosas… nos tomó cuatro días en el tren desde Durango para llegar aquí a Ciudad Juárez, México… lo más difícil es que veníamos con un grupo de vecinos y ellos se entregaron, entonces a nosotros nos borraron el registro para la aplicación y nos tocó hacerlo de nuevo”, contó Sánchez.
La joven y su familia aseguran que no buscan “una vida de lujos” en Estados Unidos sino “tener una estabilidad” que no encontraron en su natal Venezuela.
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