Felipe Rojas pescador de la Isla de Margarita aprovecha los días sin gasolina para hacerle algunos arreglos a su bote. Completa círculos con una esponja para darle brillo a la pintura blanca. Viene de una familia de pescadores, pero teme ser el primero de ellos en abandonar los anzuelos que ha lanzado desde niño, pues ese oficio, para él, ya no es rentable.
Desde diciembre, los pescadores de las islas de Margarita y Coche, al norte de Venezuela, no tienen acceso al combustible subsidiado por el Estado, que cuesta menos de un centavo de dólar por litro.
Ahora deben comprarla a medio dólar, una cifra que les resulta impagable. Por eso, Rojas ha pensado trabajar en construcción, donde tampoco sobran oportunidades de empleo.