En Madrid, la ONG Refugiados Sin Fronteras y el chef zuliano Gerardo Rangel ofrecen talleres gratuitos de panadería y bollería venezolana para el colectivo de refugiados, migrantes y desplazados. El objetivo es que puedan replicar las recetas en casa, o reinventarse y emprender en el sector.
Por Júlia Riera / vozdeamerica.com
“Son cursos para personas que a lo mejor no saben de nada, que no tienen conocimientos básicos o previos de cocina, pero están diseñados para que aprendan en un día, de manera muy rápida y sencilla”, comenta el chef Rangel, experto en panadería, quien como sus alumnos, también tuvo que empezar de cero en España cuando emigró de Venezuela.
Las clases tienen lugar los domingos, son intensivas y constan de varios niveles. Cuentan con una primera parte teórica donde los alumnos aprenden conceptos como las diferentes tipologías de harina existentes y cómo funciona el proceso de fermentación.
Más tarde, siguiendo las instrucciones del chef, elaboran platos tan tradicionales de Venezuela como el pan de guayaba y los golfeados. “Les sirve de catarsis, para hacer cosas nuevas. También pueden emprender con este taller”, señala Rosalba Zamora, voluntaria de la ONG.
Y aunque los cursos cuentan con asistentes de diferentes nacionalidades, la mayoría de ellos provienen de Venezuela. “El profesor es muy didáctico, te da todos los tips (…) Nos da conocimiento y recuerdos de nuestra tierra”, indica Gertrudis Montesinos, quien es la segunda vez que acude a una clase de cocina impartida en la asociación. “Si hay la posibilidad que uno pueda vender entre los conocidos, chévere”, añade.
“En ocasiones muchos estamos muy solos porque hemos dejado familia o amigos atrás, y aquí somos bastantes del mismo lugar y te sientes acompañado, hablas de lo mismo, puedes hacer un chiste y todos te entienden. Eso realmente te llena”, explica Xavier Pérez, que asiste por primera vez al taller, y a quien le gustaría montar su propio negocio de panadería en un futuro.
En los últimos siete meses, coincidiendo con el levantamiento de restricciones y la expansión de la gastronomía venezolana en el país europeo, la organización ha ofrecido más de quince cursos.
“Hay mucha gente que quiere formarse y adquirir estas herramientas de chef profesional que les permitan aprender para seguir adelante. El migrante quiere trabajar, cotizar en la Seguridad Social, ser una herramienta útil para una sociedad que lo necesita”, explica Sergio Contreras, fundador de Refugiados Sin Fronteras. “Por eso vienen a formarse, y nosotros lo aplaudimos y lo incentivamos”, concluye.
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