Un tribunal de Múnich condenó este lunes a diez años de cárcel a una alemana exmiembro del grupo yihadista Estado Islámico (EI), acusada de dejar morir de sed a una niña yazidí convertida en esclava en Irak.
Jennifer Wenisch, de 30 años, fue declarada culpable de “crimen contra la humanidad que causó muerte” y pertenencia a una organización terrorista, en uno de los primeros juicios en el mundo sobre los crímenes de guerra contra los yazidíes, una minoría perseguida por los yihadistas.
Vestida de negro, con su larga cabellera oscura suelta, la mujer se quedó impasible al oír su condena, más clemente que la cadena perpetua que había requerido la fiscalía.
“Tenía que saber desde el principio que un niño encadenado bajo un sol abrasador corría el peligro de morir”, le dijo el lunes el presidente del tribunal, Reinhold Baier.
Con todo, los jueces reconocieron que la exyihadista “disponía de posibilidades limitadas para poner fin al sometimiento” de las víctimas, según un comunicado del tribunal.
Esta alemana oriunda de Lohne, en Baja Sajonia (noroeste), había viajado a Irak para reunirse con “sus hermanos”, según explicó durante el juicio que comenzó en abril de 2019.
Durante varios meses, integró la policía en Faluya y Mosul, donde patrullaba armada. Esta fuerza de seguridad controlaba sobre todo el respeto de las reglas vestimentarias y de comportamiento establecidas por los yihadistas.
En el verano de 2015, la condenada y su entonces esposo, Taha Al-Jumailly, procesado en la actualidad en Fráncfort en un juicio paralelo, compraron a una niña de cinco años y su madre de la minoría yazidí, prisioneras del EI, para explotarlas como esclavas, según la acusación.
– Muerta de sed –
Tras muchos abusos, la pequeña fue “castigada” por el marido por haber orinado en un colchón; después, fue atada a una ventana del exterior de la casa, a una temperatura de unos 50 ºC.
La niña murió de sed mientras su madre, Nora T., se vio obligada a permanecer al servicio de la pareja.
Acusada de haber dejado actuar a su compañero sin intervenir, Wenisch declaró en la audiencia que había “tenido miedo” de que “la empujara o la encerrara”.
Sus abogados, como los de Taha Al-Jumailly, sugirieron que la niña podría haber sobrevivido si hubiese sido traslada a un hospital en Faluya.
Una versión contestada por la madre del niño, Nora T., que ahora vive oculta en Alemania.
Testigo clave, la sobreviviente fue escuchada durante los juicios de los excónyuges.
“Me convertirán en un ejemplo de todo lo que pasó bajo el EI. Es difícil imaginar que esto sea posible en un Estado de derecho”, dijo para defenderse Wenisch durante una de las últimas audiencias, según el diario Süddeutsche Zeitung.
La mujer fue detenida por los servicios de seguridad turcos en enero de 2016 en Ankara y, después, extraditada a Alemania.
Pero no entró en un centro de detención hasta junio de 2018, cuando fue detenida mientras intentaba llegar con su hija de dos años a los territorios que aún controlaba el EI en Siria.
Durante ese intento, la acusada contó al chofer detalles sobre su vida en Irak.
Este último era en realidad un informante del FBI que la condujo en un automóvil equipado con micrófonos. La fiscalía utilizó las cintas para acusarla.
Se trata del primer juicio relacionado con crímenes cometidos contra los yazidíes, una minoría kurda asentada en el norte de Irak.
AFP