Javier Gutiérrez tiene brazos poderosos y una energía arrasadora. Una cancha de baloncesto es su mejor escenario para desplazarse con gran velocidad. Él es “diferente”, no tiene piernas. Su madre padecía lupus en la sangre y por esta razón nació con un extraño trastorno que le impidió desarrollar completamente las extremidades de su cuerpo. A los 3 años, le tocó enfrentar las peores desgracias de su vida: Una amputación radical y la dolorosa pérdida de su progenitora. En su mano derecha, solo cuenta con tres dedos. Pero tiene un gran corazón y el potencial es tan enorme como su deseo de superarse cada día.
Su mayor defensa es el optimismo, sabe cómo vencer las barreras y lanzar el balón hacia la dirección correcta. La destreza que lo acompaña lo llevó a formar parte de la Selección de Venezuela y a representar a su país en México, Chile, Turquía, Colombia, Canadá y actualmente en Brasil. Como jugador franquicia y merecedor de diversos reconocimientos, nos ofreció detalles sobre su inspiradora trayectoria y un importante proyecto que le espera en España. Sin duda, un joven con sed de gloria y destinado a la grandeza.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
“Cuando era niño, me acomplejaba mucho por mi deformidad, y no tanto por cómo era, sino a veces, cuando estamos en la juventud durante la etapa de primaria, secundaria, existía mucho el bullying y fui víctima de eso. Recuerdo que el colegio y el director me apoyaron mucho. Pusieron como condición que podía defenderme y tomar represalias contra el que se metiera conmigo. Así fue que logré ganarme el respeto de mis compañeros”, expresó.
El joven de 26 años confesó que una de las etapas que más lo marcó fue en segundo año cuando sus prótesis se dañaron y le tocó estudiar sin ellas. “En todo ese tiempo entendí que querer es poder y que ya no me daba vergüenza nada. Incluso, cuando me gradué todo el auditorio se puso de pie y toda la gente se preguntaba quién era yo, porque como usaba pantalón y nadie sabía el por qué me aplaudían”.
En el instante que todos fueron testigos de su esfuerzo la admiración no se hizo esperar, su nombre quedó grabado en la memoria de todos, su perspectiva de vida comenzó a cambiar y al mismo tiempo, se dispuso a inspirar a otros. “Después, la gente comentaba entre ellos que fui el luchador del liceo y pues nunca me quedó una materia, gracias a Dios. Hasta ahora, para ese liceo soy un ejemplo a seguir. Todavía me siguen nombrando y haciendo énfasis para los niños de la nueva generación. siempre me preguntan en la calle: ‘¿Estudiaste en Algarí?, hablan mucho de ti, que eres atleta de la selección’. Desde ahí empecé a usar prótesis solo con bermudas para incentivar a las personas. Me ha ayudado a ser un ejemplo de lucha a aquellos que a veces se levantan con debilidad mental o sienten que la vida no tiene sentido”.
Cuando tenía 16 años, se encontraba de visita en una playa del litoral central de Vargas y se topó con un ruso que se fijó en las impresionantes capacidades que mostraba mientras jugaba fútbol sin prótesis y no dudó en aproximarse. “Le preguntó a mi tía y a mi prima que si yo hacía algún deporte y ellas respondieron que no. Entonces, él me quería poner a correr con prótesis de titanio, pero debía internarme y mi tía no quiso porque tenía que terminar los estudios, más él dijo que había otras disciplinas y me las mencionó. Entre esos estaban atletismo con silla, natación y tenis de mesa”.
Aquella propuesta resonaba en la mente de Gutiérrez. Al regresar a Barquisimeto, asistió a una exhibición de básquet sobre silla de ruedas y lo cautivó. “No me gustaba el baloncesto en ese entonces. Me gustaba el fútbol, pero me llamó la atención la velocidad de la silla, cómo se movía y todo eso”.
Pasó poco tiempo para decidir cuál sería el deporte que definiría su rumbo y se dedicó sin tregua. “Era muy delgado. Me pusieron a hacer gimnasia y me acuerdo que llegaba con fiebre a la casa por el cambio de rutina, por todo lo que tenía que hacer, por la alimentación que tuve que cambiar para aumentar de peso. Y bueno, seguí adelante. En menos de un año ya era Selección de Venezuela”.
La carrera profesional de Javier creció desde temprano a pasos agigantados. Fue en el 2013 cuando recibió el primer llamado para integrar el equipo nacional de baloncesto sobre sillas de ruedas. A partir de allí, el recorrido ha sido extenso y satisfactorio al lograr experiencias inolvidables.
Con la selección ha hecho de todo. Integró al equipo que viajó a los Parapanamericanos en Toronto 2015, un Mundial en Turquía y un Sudamericano en Argentina donde Venezuela se quedó con la medalla de bronce. Ha recorrido casi toda América disputando diferentes competiciones. La más reciente fue la AmeriCup en Brasil, celebrada en julio de este año, fue entonces cuando decidió radicarse en ese país para crecer aún más profesionalmente.
“Me quedé acá en Brasil con el objetivo de aprender más porque aquí el baloncesto sobre silla de ruedas está un poco más avanzado. Además de eso, buscando que se abran puertas también para el futuro, dejar que mi hijo, que también quiere entrar en el deporte, pueda hacerlo. Entonces todo es un proyecto a futuro“.
En esa Copa América en Brasil tuvo la oportunidad de tomar las riendas de la capitanía por primera vez, siendo el segundo jugador más joven del equipo. “Realmente, fue algo que no lo vi venir, pero lo asumí aún sabiendo que iba a crear un poco de desacuerdo con algunos atletas que eran más experimentados que yo en la selección. Aún así, creo que influye mucho la actitud y la personalidad dentro y fuera de la cancha. Y sobre todo, la humildad de por medio (…) todo fue con constancia, con mérito propio“, contó.
A nivel de clubes, formó parte del equipo Club Nuevos Horizontes de Colombia, donde se mantuvo por cuatro años y allí ganó el Champion Triple. Al establecerse en Brasil, fichó para el conjunto Andef y hace algunos días estampó su firma para ser la figura del Melilla en España.
El talento de Javier ha sido objeto de ambición por muchos directivos. En Colombia y en Brasil le propusieron naturalizarse para formar parte de las selecciones de esos países, pero para este joven venezolano, su única misión es llevar el estandarte tricolor con ocho estrellas lo más lejos posible.
“Mi sueño es que la selección de Venezuela crezca y que haya nuevos proyectos. Que llegue alguien, un directivo, que realmente le importe invertir su tiempo, y que hayan personas que apoyen y quieran aportar un granito de arena a nuestro deporte para que surja. Poder trabajar en el futuro del baloncesto y la inclusión de las personas con discapacidad”.
Y el ímpetu de Gutiérrez nunca ha cesado. Mientras no practicaba baloncesto, aprovechaba las horas “libres” para trabajar como barbero, dejando ver que los límites son mentales y no físicos.
“En Colombia llegué a tener mucha cantidad de clientes porque se incentivaban al verme, que yo duraba horas parado y yo decía: ‘Wow, uno se da cuenta que no hay límite y el que quiere puede, que la vida es de luchadores, de valientes’ y gracias a Dios que me ha ayudado“.
Javier nunca tuvo temor a los cambios y al viajar constantemente de un lugar a otro, también ha sabido dominar la cultura representativa de cada país, tal cual balón en su mano, y desplazarse con facilidad entre su gentilicio. Un indicador de que se adapta a cualquier situación. “No me pasa simplemente aquí en Brasil. En Colombia también me pasó. En cuanto al idioma acá, fue un poquito complicado al principio. Pero, aun así, asumí el reto y no tenía miedo de entablar una conversación con alguien. Me socializaba mucho con los compañeros, hablábamos, compartimos y lo que no sabíamos, colocábamos el traductor. Pero fue por un plazo corto de tiempo, como de un mes. De ahí en adelante, consigo entender e iniciar una conversación con normalidad. Ya no es tan difícil”.
Pero como todo venezolano lejos de su tierra, no dejó de mencionar que extraña las arepas. “Me tuve que adaptar al no poder comerlas. Conseguir una harina PAN acá donde estoy, en Río de Janeiro, es difícil. Comer arroz con pasta mezclado es un poco diferente en el tema de la comida. Las personas son muy nobles, amables, en eso no tengo quejas, siempre con la voluntad de querer ayudar, de querer aportar. Lo primero que preguntan es si hablas español, si eres venezolano y ya quedo sorprendido”.
Nunca alcanzó a imaginar que podría protagonizar partidos tan importantes y que cada una de estas oportunidades le permitirían desarrollarse como persona y deportista. “Y tengo el sentir que apenas es el principio de lo que vendrá”, aseguró, al mismo tiempo que manifestó su mayor objetivo: Que su familia se sintiera orgullosa de él. Y sí que lo logró.
“Es difícil, muy difícil luchar con el sentimiento de no poder verlos y abrazarlos, luchar con la ansiedad de querer alcanzar todo de inmediato, pero siempre dejo todo en mano de Dios. Su tiempo es perfecto (…) Ahora, un niño de 6 años me acompaña en mi trabajo deportivo apoyándome con todo el amor y la inocencia. Es mi motor, impulso por el que lucho para garantizarle un gran futuro”.
Y su mayor reconocimiento ocurrió hace apenas unos días, con un convenio que lo llevará a escalar aún más. “Firmé un contrato en España por siete meses, una temporada en Segunda División con el equipo de Melilla. Ellos quieren colocarme como jugador franquicia. Voy a ser el único extranjero y quieren que dé la rueda de prensa, que salga en los patrocinios. Voy a ser prácticamente la imagen del equipo, fue lo que me propusieron ellos”.
Javier espera la aprobación del gobierno español para obtener su visado y armar las maletas con destino a tierras mediterráneas.
Las vivencias y anécdotas nunca faltan en su repertorio. Conmovido, reveló que cuando trabajaba como entrenador de básquet en una academia en Lara, hubo una situación que lo estremeció. Una señora se acercó, lo abrazó fuerte y le pidió una foto con la hija. “Me relató que la hija intentó quitarse la vida el día anterior, porque sentía que ya no tenía nada que hacer en este mundo, que era un ser sin valor. Pero cuando me vio, dijo que se llenó tanto de vida, de fuerza (…) Digo que a veces uno se culpa porque el ser humano es muy inconforme y reniega mucho de por qué no esto, por qué no lo otro, por qué no tengo aquello, por qué no soy así y es porque somos seres inconformes”.
“Pero gracias a Dios, si volviera a nacer no le pediría a Dios que cambiara nada, porque creo que todo es perfecto y sé que, así como esa historia hay más que contar. Considero que he inspirado a muchas personas gracias a mi forma de ver la vida, que no me limito a nada. Creo que no existe algo que yo diga no puedo. Siempre, prácticamente mi cerebro está automatizado a lo que soy capaz y para mí no existe una barrera, gracias a Dios”, agregó.
El basquetbolista instó a los jóvenes que no se atreven a luchar para materializar sus sueños, a que abandonen sus miedos. Asimismo, mantiene la certeza de que todo tiene un propósito y atesora su fe en Dios. “Suelten sus cargas, ni una hoja de un árbol se cae, si no es su voluntad. Y pues eviten encerrarse en una habitación con miedo a salir ante la sociedad porque eso los hace más vulnerables. Los invito a que traten de integrarse con las personas. Ahorita hay muchos métodos de integración social, incluso carros con adaptación, existe el deporte por el cual pueden buscar una manera de crecer. El ser humano siempre debe encontrar un motivo por el cual luchar, una razón para vivir, eso nunca debe perderse. Y lo más importante, el cariño de una madre, de un hogar, de la familia y que la vida continúe”.
A través de lo que ha enfrentado, anhela crear una fundación y trabajar para incentivar a más personas que sufren una discapacidad con el fin de que encuentren la felicidad, así como él, al alcanzar sus metas. “Tengo conocimiento en adaptación de vehículo para personas con discapacidad. Reparación de sillas, que no existe un taller en Venezuela que se dedique a ajustar sillas para personas con discapacidad, donde tengamos estos productos nacionales, quisiera ser el emprendedor de eso. También, impartir seminarios. Tengo tantas ideas en mente y espero que Dios me dé la oportunidad de hacerlas realidad”.
No obstante, hizo énfasis en tomar conciencia, cultivar el sentido de responsabilidad social y la empatía. “Nada más importante saber lo que soporta o el esfuerzo que hace la persona cotidianamente para poder transportarse de un lado a otro sin tener una silla, una prótesis a su medida, sin los recursos. Son muchos los factores, las aceras no tienen adaptación para personas con discapacidad. Los baños en lugares públicos con medidas realmente muy estrechas tampoco están aptos para personas con discapacidad. Lo mismo en autobuses y creo que más se trata de algo más que llevar un mensaje a la humanidad de que deberíamos ser solidarios. A veces, intentamos cruzar una calle y los carros ni se detienen”.
Gutiérrez enfrenta la presión como atleta de alto rendimiento y se entrega al cien para concretar sus metas. Su lucha, una de carácter incansable y que no se amilana ante las adversidades, llevó años de preparación y fortaleza mental.
“Si el atleta tiene entrenamiento, creo que eso genera mucha confianza y también el equipo que represente. Me pasa que cuando juego con la Selección siento que debo darlo todo porque estoy representando a una nación y en cuanto al nivel de clubes, depende del equipo que enfrentes. Hay momentos donde hay presión, donde sientes nervios y a veces es importante un psicólogo para manejar los estados de ánimo, porque no existe ningún jugador que no sufra de nervios o ansiedad y en el básquet se ve eso. Sin embargo, llega un momento donde aprendes a hacer eso parte de ti y utilizarlo a favor”.
Javier Gutiérrez es un venezolano que ha cosechado respeto y admiración por dondequiera que va. Guerrero de nacimiento, sin limitaciones para sobrepasar cualquier obstáculo, disfruta de cada experiencia y espera inspirar al mundo a través de su historia y el deporte que le apasiona. Con mucho camino por recorrer, el partido de su vida apenas empieza. “Quiero ser un impulsor de cambio en el baloncesto sobre silla de ruedas y que tengamos una buena posición en el podio a nivel internacional. Me veo como un gran líder, como una persona ejemplar. Deseo formar cosas buenas y cambiar la mentalidad de los atletas que vienen creciendo para bien”, finalizó.