Opositores nicaragüenses criticaron el panorama que se vislumbra en El Salvador, donde la Sala de lo Constitucional afín al presidente Nayib Bukele avaló la reelección durante el fin de semana, lo que permite al mandatario postularse nuevamente en 2024.
La socióloga María Teresa Blandón, que forma parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), uno de los bloques de oposición más importantes de Nicaragua, señaló que cuando el poder se concentra en una sola persona ya se sabe qué esperar, sobre todo de Bukele, a quien describe como “un líder mesiánico y autoritario”.
“Lo que pasa en El Salvador es un camino que ya recorrimos. Cuando se aspira a tener el control del Poder Judicial, Electoral y Legislativo para manosear a la Constitución en función de los intereses de ese líder devenido en caudillo, ya sabemos lo que nos puede esperar y Nicaragua es un buen laboratorio”, dijo Blandón.
Además indicó que los salvadoreños están viendo en su propio país el espejo de Nicaragua, donde Daniel Ortega tiene más de 14 años de gobernar de forma consecutiva, tras un fallo de judicial que declaró inaplicable el artículo 147 de la Constitución Política que prohibía la reelección.
El opositor Carlos Zeledón, coordinador de Comunicación del Partido Propuesta Ciudadana (PPC) coincidió con Blandón sobre la situación en El Salvador, pero enfatizó que “era algo que se veía venir” después del “golpe de Estado técnico” que provocaron los cambios en el Tribunal Constitucional salvadoreño.
“Esta sentencia a mucha gente en Nicaragua les afecta anímicamente, porque los comentarios son de ¿cómo vamos a criticar ahora al gobierno que tenemos en Nicaragua si él está haciendo exactamente lo mismo?”.
Para el político, eso “eleva preocupación en muchos sectores de la oposición”.
“Particularmente, yo, que me siento respetuoso por la soberanía de cada país, los salvadoreños tienen que ver lo que pasa ahí. A mí no me alegra ni me molesta, simplemente lo analizo externamente porque no dejamos de vivir en la misma región y no dejamos de ver los patrones similares de comportamiento de los gobernantes”, explicó.
Considera que independientemente de si son millennials, tradicionales u ortodoxos, o incluso en líneas ideológicas. No tiene nada que ver. “Es ese interés excesivo por estar en el poder y afianzarse es de preocuparse”.
“Desgraciadamente, aún con ese perfil o esa proyección milenial, lo que vemos es que está repitiendo procesos que ya se han vivido en diferentes países latinoamericanos y en Centroamérica sobre todo como Nicaragua y el mismo Salvador”, indica.
Por su parte la socióloga Blandón lamentó que en Centroamérica es preocupante el retroceso en materia de democracia, pues en países vecinos como Honduras, donde su presidente es acusado de tener vínculos con el narcotráfico, la situación es similar. De igual forma expresó que el panorama es oscuro en Guatemala y ahora se suma El Salvador.
“Tenemos cuatro países con graves retrocesos en materia de democracia. Esos retrocesos ya sabemos que suponen riesgos mayores de desestabilización, ya que somos una región problemática por la pobreza y consecuencias que eso tiene”, concluyó Blandón.
El lunes, el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, dijo que Bukele “desmantela” las instituciones democráticas de El Salvador como hizo el venezolano Hugo Chávez, “pero a un ritmo mucho más alarmante”.
Diversos sectores, incluido Estados Unidos, señalan que los jueces de la Sala de lo Constitucional nombrados el 1 de mayo pasado son “leales” al Gobierno de Bukele.
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