Una muestra de las pocas oportunidades de empleo que hay en el país es la que se ve reflejada en las calles con los vendedores informales ambulantes, quienes andan de un lado al otro buscando vender su mercancía, sobre todo en colas que se hacen en los bancos, en adyacencias de estaciones de gasolina, de empresas de envío, del Saime, entre otros, para ofrecer su mercancía y llevar el sustento a sus hogares.
Por Lorena Rojas / LA PRENSA DE LARA
Y es que aunque hacer una cola y pasar horas esperando para adquirir un servicio es considerado un tiempo inútil, perdido, los vendedores ambulantes lo ven como una oportunidad para que su extensa jornada de trabajo termine lo más pronto posible e ir a comprar nuevamente mercancía para el siguiente día.
Faenas que comienzan entre las 3:00 y 4:00 de la madrugada son las que viven a diario en esa constante búsqueda de un sustento para sus hogares.
Una realidad que es confirmada por Ernesto Flores, quien es enfermero con 27 años de experiencia y que ante la necesidad de mantener a su familia y porque el sistema de salud no le ofrece un buen salario decidió probar vendiendo en las calles, y aunque no le ha resultado sencillo, así es como ha podido cumplir con sus obligaciones para poder mantener a la familia.
Ernesto, quien vende tapabocas y caramelos en las filas que se hacen en los bancos de la avenida Lara y en el Saime, contó que su día comienza a las 4:00 am porque a las 5:00 am debe estar en la parada para poder abordar una unidad desde Cordero, un sector ubicado al norte de la ciudad, para estar a las 6:00 am en el centro de Barquisimeto.
«Llego a las 6:00 de la mañana, ahí comienzo a ofrecer en las unidades hasta que se hacen las 7:00 am que llega la gente a hacer las colas, y aquí estoy caminando entre el Banco de Venezuela y El Saime que son lugares donde piden el tapabocas, aquí termino aproximadamente a las 2:00 pm, voy al centro y repongo la mercancía para el día siguiente, luego a las 4:00 pm voy a marcar la cola y sigo comprando para salir a las 5:00 pm, voy llegando a la casa como a las 6:00 pm«, dice.
Ernesto destaca que se tuvo que desligar de trabajar en centros asistenciales porque mensualmente lo que le podían ofrecer es entre 300 y 400 bolívares, mientras que como vendedor informal puede hacer alrededor de 300 dólares al mes. El trabajar en un comercio chino tampoco le ha sido una opción, porque semanalmente lo que podría ganar es entre 20 y 40 dólares.
Una situación similar vive Luis Peña, quien vende tostones en las colas que se hacen en los alrededores de las estaciones de servicio del Triángulo del Este y la del Churún Merú bajo el inclemente sol de la mañana y mediodía. Asegura que se ha tenido que dedicar al comercio informal porque no encuentra un buen trabajo que le permita mantener a su familia.
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