Los tiempos de ignorancia explican la persistente destrucción de las universidades, centros de cultura y medios de expresión
Se se viven tiempos de ignorancia, no significa que se padece de una total ausencia de conocimiento. Lo que no se tiene, o no existe, es la voluntad para aprender de los contenidos que exponen las situaciones vividas para convertirlas en condiciones de progreso y desarrollo. Por eso puede decirse que en Venezuela se viven tiempos de ignorancia. Con el agravante de que la ignorancia no para de transformarse en hechos, por lo que es peligrosamente infinita.
Pero cabe preguntarse, ¿por qué aflora la ignorancia en tiempos del siglo XXI, cuando sería obvio convivir con realidades que apuesten a todo lo contrario? Aunque suelen escucharse opiniones que justifican la ignorancia, cuesta aceptarla. La desfachatez y la obstinación envuelven a tan obtusas experiencias.
¿Por qué las realidades se prestan a jugarles espacio a tan grave contrariedad? Sucede que la ignorancia es apegada a la súplica humillante de dinero, poder y odio. Y esto la hace presumir más cercana del ejercicio político que cualquier otra enfermedad emocional del hombre.
Por dicha causa, la política, en su rancia praxis, prefiere al ignorante que al sabio, que al intelectual, que al estudioso. No solo porque este es cuestionador y prefiere la reflexión de cara a lo que percibe; sino porque el ignorante, al actuar como una veleta ante el viento, no pregunta. Solo acepta lo que mejor puede recibir sin hacer cuestionamientos que aturdan sus neuronas.
Por eso se dice que la ignorancia es atrevida. El ignorante cree saberlo todo, sin comprender ni aceptar que no sabe nada. O no más que lo que oye de las malas e improvisadas y retorcidas lenguas. Tal situación ha permitido deducir que un vulgar populista o politiquero es un gran manipulador de la oscuridad donde esculpe las realidades.
La ignorancia es peligrosa, toda vez que su ejercicio es emprendido por rapaces politiqueros para quien la intolerancia, en asociación con la envidia, es el instrumento preferido en la elaboración y toma de las decisiones.
La ignorancia en la política
Para un ignorante en el ejercicio político, cualquier cosa que cruce su pensamiento sin siquiera conocerlo, por mínimo que sea, es causal de rechazo. Solamente por el pírrico hecho de desconocer sus fuentes y esencia. Es la desgracia de vivir atrapados entre ignorantes con poder político.
Es ahí donde la ignorancia juega el primordial papel de manutención del status quo sobre el cual trabaja la politiquería desde su postura populista en plan de revancha contra el conocimiento. Y por tanto contra el desarrollo y las libertades.
He aquí una de las razones que explican la persistente destrucción de las universidades, centros de cultura y medios de expresión. Así como la persecución a organizaciones pro derechos humanos.
El peligro mayor deriva de aquellas decisiones promovidas por la ignorancia, personificada en algún alto funcionario gubernamental con el resentimiento potenciado. En Venezuela, muchos de los problemas que han abultado la crisis política desde el mismo momento en que adquiere fuerza la emergencia humanitaria, descansa en la ignorancia. Y en dirigentes que, pecando de insolentes, presumen manejarse bajo atribuciones que les confieren los altos cargos públicos, para derruir la institucionalidad del Estado y desvirtuar la idiosincrasia de la población.
Toda esta situación ha llevado a que Venezuela ande entre la anomia y la anarquía que corre por sus calles. Mientras que la ignorancia busca anclar su nave en las estribaciones de su territorio político, social y económico. Tal es el impudor de la ignorancia y de sus agentes, que pudiera hablarse de la teoría del “ignorante atrevido”. Sobre todo, en el caso venezolano donde la ignorancia parece ocuparlo todo.
De manera que en aras de una descripción que resuma la razón de lo que tiene a Venezuela en desvergonzado y rápido retroceso, es delinear una posible teoría a partir de la cual podrían probarse las numerosas hipótesis de dicho mal.
Una primera concepción de esta posible ley, podría trazarse bajo las siguientes palabras: la sola idea que anima al hombre a aprender a diario, lo lleva a reconocer a cuanta ignorancia puede temer.
En el fondo esta conciencia es la causa que lleva al conocimiento a imponerse a la ignorancia y a su narrativa. Sobre todo, al entender que mientras la ignorancia es ámbito preferido de charlatanes y falsos predicadores, de la infamia y el sectarismo, el conocimiento puede empoderarse de los espacios abandonados por la apatía.
Acá en Venezuela todo se desmorona, cada día transcurre entre situaciones jamás concebidas. Es como una realidad donde los dinosaurios siguen vivos. Sin duda que son tiempos desesperados: tiempos de ignorancia.
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