Regina Freites | Sucre
El Día de los Fieles Difuntos para los carupaneros era una fecha en la cual las personas se trasladaban en grupos o en familia al cementerio general, compartiendo durante la estadía oraciones y anégdotas que el ser amado hacía en vida, momento en el cual se daba el reencuentro entre amistades, quienes se acompañaban a visitar las tumbas de los difuntos en común.
Pero este año faltaron el calor de las velas que iluminaban más que la luz artificial los fúnebres espacios , pero también el calor familiar que tropezadamente entraba y salía del camposanto por las estrechas caminerías colmadas de gente que con flores en mano buscaban las sepulturas de sus deudos.
Este año el ambiente fue diferente: la soledad invadía los espacios oscuros que en vez de transmitir paz y tranquilidad influían miedo ante la escasa cantidad de gente que temerosa ingresaba aún con la presencia policial que se retiró a eso de las siete de la noche.
«iCómo han cambiado las cosas! – refería una señora que entró y salió rápido del cementerio – antes veníamos con velitas en frasquitos de compota que vendían en la entrada y todo el mundo alumbraba, hoy casi no hay nadie, el cementerio está triste», refirió Doña Ana melancólica por la soledad.
Adujo otro de los asistentes que talvez la mayoría de las personas fueron temprano a visitar a sus muertos, o posiblemente la mayoría no asistieron por estar lejos.
A fin de cuentas el Cementerio General de Carúpano perdió este año la luz de las velas y la familiar, donde ya ni los amigos se reencuentran para compartir anegdotas del difunto.