Una niña de año y medio vestida con tutú rosado y camiseta blanca entra con su abuela, Vanesa Palma, a una iglesia en un barrio de Caracas para una consulta médica gratuita.
“No crece y está baja de talla”, dice la mujer antes de entrar. La consulta es para ver si la pequeña muestra signos de desnutrición.
La jornada de atención recibe en la iglesia a niños de entre 1 y 5 años. Una de las voluntarias mide talla y peso, otra anota los datos en una libreta.
Palma, de 47 años, quien trabaja como comerciante informal y está al cuidado de la niña desde que su hija murió el año pasado, dice que a veces no le puede dar leche “porque es costosa”.
“A veces no tenemos. Le damos lo que podemos, lo que me alcanza”, dijo a la Voz de América.
A diferencia de años anteriores que existía escasez de alimentos en Venezuela, ahora hay suficiente abastecimiento, pero los precios son demasiado altos para la mayoría.
Arturo Moreno, un médico cirujano que está presente en la jornada, dice que entre los pacientes han visto “retrasos en talla” y problemas de parásitos.
Algunos niños salen de la consulta con tratamientos antiparasitarios y vitaminas que otorga Alimenta la Solidaridad, una ONG que ha abierto comedores en zonas populares desde su creación en 2016, en el pico de la crisis económica en Venezuela.
Otra madre, Érika Borges, de 25 años, tiene en brazos a su bebé de meses y a un lado su hija de 4 años. Dice que teme que sus hijos estén enfermos. El agua escasea y admite que no reciben la alimentación adecuada, porque no le alcanza el dinero.
El presidente venezolano Nicolás Maduro reportó en enero que cerca de 2,3 millones de personas sufrían déficit nutricional en el país, sin entrar en detalles. Pero un informe de Naciones Unidas señala que la cifra podría ser mucho mayor.
El informe “Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina 2022”, elaborado por varias agencias de la ONU publicado en enero señala que 6,5 millones de personas padecen hambre en Venezuela.
También alerta que el 4,1 % de los niños menores de cinco años en el país sufre desnutrición aguda, “una condición que pone en peligro la vida” y que es “causada por una ingesta insuficiente de energía y nutrientes, una mala absorción de energía y nutrientes o una enfermedad frecuente o prolongada”.
Venezuela salió en diciembre de 2021 de la hiperinflación en la que estaba inmersa desde 2017, sin embargo, sus índices inflacionarios siguen estando entre los más elevados del mundo.
“Se sirve (comida) de a poquito para rendir”, dice Yusnary Roso, de 25 años, que también tiene un bebé de meses y otro de 4 años, y espera impaciente para ser atendida.
Todos en su casa están desempleados y a duras penas pueden tener tres comidas diarias.
Video VOA
Yngrid Candela, nutricionista e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, dijo a la VOA que “desde el punto de vista económico, no hay acceso suficiente para tener una dieta diversa que al menos cuente con los grupos de alimento principales”, como cereales, proteínas, vegetales y frutas.
“Las proteínas de origen animal, llámese carnes, lácteos, huevos, son los alimentos más costosos de la canasta y obviamente son los sacrificados en casos de dificultades económicas”, dijo la especialista.
Palma, por ejemplo, es el sostén económico de su familia. Trabaja en un mercado mayorista de Caracas vendiendo juegos y refrescos. Además de su nieta, mantiene a sus hijos de 11 y 15 años.
Hay días buenos y hay días malos, dice. Un día de buenas ventas puede recibir 20 dólares de ganancia.
Es más del promedio diario de 16 dólares que según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), necesita una familia en Venezuela para cubrir la canasta alimentaria.
Pero aun así no es suficiente, dice Palma. “Ahorita todas las cosas están muy caras”.
Después de una crisis que llevó al país al colapso, en la que las personas hacían largas filas para comprar un kilo de arroz o de harina, los anaqueles vuelven a estar llenos en los supermercados venezolanos, en medio de una flexibilización de los controles gubernamentales.
Pero los precios son inaccesibles para gran parte de la población. Según Cendas-FVM, una familia de cinco personas necesita 482 dólares para comprar la cesta alimentaria.
El sueldo mínimo en Venezuela apenas supera los 5 dólares.
Palma, como otras tantas familias, no llega a juntar el dinero hasta fin de mes. “Todos los días tengo que comprar algo de comer. Todo lo que gano diariamente es para comer”, dijo.
Esporádicamente, Palma recibe bolsas de comida que el gobierno vende a precios subsidiados a través del programa CLAP. La oposición ha denunciado estas bolsas de comida como una forma de control social.
El CLAP “llega muy atrasado y no está trayendo los rubros necesarios para los niños, ya no viene leche en bolsas. ¿Cómo uno alimenta a los niños así?”, dijo Palma.
Una bolsa CLAP para un hogar de cuatro miembros podría alcanzar para cubrir el 11% de las necesidades, o sea, “ni siquiera una semana de alimentación”, dijo Candela, la nutricionista.
Érika Borges, que estaba preocupada antes de entrar, celebra al salir que los niños “están bien de peso, de talla”.
“Le mandaron una vitamina a , que se la diera una vez al día, pero gracias a Dios están bien”, agregó.