La inflación del año en Venezuela roza el 200 %, según estimaciones independientes. Analistas no ven posible que la recuperación de algunos indicadores macroeconómicos redunde el próximo año en mejoras en la calidad de vida para los venezolanos.
Venezuela experimentó un año de altibajos económicos, con menos triunfos que desafíos, mayores y marcados, entre ellos una inflación de hasta tres dígitos y los sobresaltos del tipo de cambio, según el balance de expertos en la materia.
La Voz de América precisa cuáles son esos fenómenos económicos que marcaron el devenir financiero no solo del Estado venezolano, sino de millones de ciudadanos.
IGTF: el antes y el después
El comportamiento de la economía venezolana estuvo marcado por una medida que el gobierno de Nicolás Maduro puso en marcha el 28 de marzo: el Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), de 3 % a toda operación comercial o pago con divisas.
Fue “un antes y un después” para el comportamiento financiero del venezolano, explica el economista Aldo Contreras. Desde entonces, si pagas con billetes de dólar o con una transferencia por Zelle, por ejemplo, esa transacción está “pechada” con ese 3 % adicional.
“Hasta marzo, 85 % de las transacciones se hacían en divisas en el territorio nacional, hasta 94 % en las fronteras, con pesos colombianos. Luego, el uso del bolívar empezó a hacerse mucho más grande: creció 358 % la liquidez en bolívares”, detalla el profesor universitario.
Ese impuesto nuevo trajo un “dinamismo” al bolívar venezolano, dice. Las transacciones en divisas disminuyeron a 60 % y el uso de la moneda local escaló a 40 %, indica.
El desbocado tipo de cambio
El tipo de cambio en Venezuela, vigente desde hace 19 años, experimentó una depreciación de 70 % este año, según el experto en ciencias económicas, Aldo Contreras.
De acuerdo con los registros de la tasa oficial en el Banco Central del país, el dólar pasó de costar 4,62 bolívares a más de 15 a finales de año. La curioso del tipo de cambio de 2022 es que se mantuvo relativamente cercano al precio de las divisas en el mercado paralelo, con un máximo de 5 % de diferencia, apunta el experto.
Esas escaladas afectaron al alza los precios de bienes, productos y servicios en un país cuyos niveles de importación superan notoriamente los de exportación, expone.
El tipo de cambio oficial vivió “dos micro pánicos” en agosto, cuando el precio del dólar brincó en solo días de menos de 6 bolívares por dólar hasta rozar los 9 bolívares por unidad de divisa, afirma Luis Crespo, economista y docente de la Universidad Central de Venezuela.
Crecimiento relativo
La proyección de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es que Venezuela crecerá 12 % en su producto interno bruto cuando cierre este año. Economistas independientes calculan que esa cifra será algo más moderada, de 10 %.
Crespo considera que esa mejoría refleja la “reanimación” de algunos sectores terciarios, aunque advierte que hay otros de mayor impacto en la economía nacional, como la industria y construcción, que no gozaron de esa buena salud en los 12 meses pasados.
Contreras, por su parte, estima que el crecimiento ocurre “en términos porcentuales en comparación con el año 2021, pero no en términos nominales”. Hace 20 años, compara, Venezuela tenía un PIB per cápita de 10.000 dólares. Hoy, esa cifra es de solo 2.000.
Este año fue el “boom de restaurantes” en el país suramericano, mientras que el pasado fue “de las farmacias”, impulsado por las urgencias de salud por la pandemia.
Salarios de capa caída
Las “graves distorsiones” cambiarias terminaron en un salario mínimo “impresentable” de apenas 9 dólares en Venezuela, según Crespo, especializado en beneficios contractuales en el país.
Ese mismo monto aplica para cálculos de pensiones y jubilaciones, así como impacta en los salarios de millones de trabajadores del Estado, según voceros sindicales.
Si bien la empresa privada paga un sueldo promedio de 120 dólares, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, esas remuneraciones tampoco son suficientes para cubrir cestas alimentarias ($459) o la canasta básica familiar (cerca de $1.000) en Venezuela, advierte.
La inflación de todo el año en los precios de bienes, productos y servicios debe rondar entre 190 y 200 por ciento, según especialistas e investigadores, como Crespo.
“Somos un país altamente vulnerable, con altos niveles de pobreza, desigualdad e inequidad”, apunta, subrayando los sobresaltos inflacionarios y del tipo de cambio.
La estancada “caja chica”
La producción petrolera de Venezuela se ha mantenido alrededor de 700.000 barriles por día, en promedio, durante el año que culmina. Si bien esos niveles están lejanos a la promesa de un millón de barriles por jornada del gobierno de Maduro, representaron una mejoría en cuanto a la producción promedio de 2021 (595.000 barriles) y 2020 (527.000).
La invasión armada a Ucrania por parte de Rusia, uno de los mayores actores de la industria, vetados luego de sus agresiones en el este de Europa, elevaron los precios del barril de petróleo por encima de los 100 dólares, pero ya están de vuelta a los 75 dólares, detalla Contreras. “Esto afecta el flujo de caja de Petróleos de Venezuela y el Banco Central”, indica.
Crespo, por su lado, comenta que el primer semestre fue mejor que el segundo en la industria petrolera venezolano debido a que, en meses recientes, el precio del crudo “tocó techo”.
Vale recordar que el gobierno venezolano comenzó a aplicar descuentos a sus ofertas petroleras para que fueran atractivas para compradores bajo riesgo de retaliación, en el marco de sanciones económicas de Estados Unidos, que se mantuvieron todo el año.
A finales de noviembre, la Casa Blanca alivió las restricciones para permitir que, por seis meses, la empresa Chevron pudiera explotar y exportar a su país crudo venezolano.
Expertos afirman que esa medida beneficiará moderadamente la producción nacional el próximo año y podría abrir el camino a que otras petroleras trasnacionales cuenten con permisos similares a los de Chevron y, meses antes Repsol (España) y Eni (Italia).
Lo que viene en 2023
Quintero valora que 2023 debe ser un año para repensar una economía “con mayores libertades” y anticipa que en él se verán mayores gastos públicos con fines electorales, debido a que es la víspera del año de votaciones presidenciales, en 2024.
Las inversiones de un fondo con propósitos humanitarios y de mejoras de condiciones de vida en Venezuela por parte de las agencias de las Naciones Unidas, como se pactó en la negociación política en México entre el gobierno de Maduro y la oposición, generarán un efecto secundario positivo en otros sectores, como el hotelero, estima.
“Se perfila crecimiento económico, pero todavía con serios problemas cambiarios y transitando con una moneda pulverizada”, dice Crespo, por su lado, en referencia al bolívar. El especialista insiste en que hay la “necesidad de discutir” un nuevo salario.