Opinión – Por Raúl Yusef
Lo hemos dicho hasta el cansancio y aunque muy pocos no quieran escuchar, ni aceptar que los regímenes totalitarios salen de dos clásicas maneras: con plomo y devastador derramamiento de sangre o, bajándole el costo de salida sacrificando la natural sed de venganza que se tenga hacia ellos.
El grave daño causado por más de 25 años de barbarie roja es difícil de borrar, así como las profundas cicatrices que tenemos en nuestros corazones, pero hay que hacerlo. Es una necesidad apremiante por la salud y el futuro del país, tal cual lo hicieron los pueblos Polacos, Chilenos o los Sudafricanos para sanar las terribles heridas y diferencias que les dejó el totalitarismo bárbaro por su impronta criminal. Solo de esa manera y no de otra, pudieron avanzar, hasta alcanzar la convivencia necesaria para conquistar la libertad y el progreso que hoy exhiben después de largos periodos de ominosa ruindad.
Nadie puede negar el inmenso deseo de cambio que subyace a lo largo y ancho de la Venezuela profunda, y mucho menos el inmenso rechazo que tiene Nicolás Maduro por sus incontables desafueros. Cómo negar una realidad tan aplastante y desgarradora: Millones de compatriotas deambulando miserablemente por el mundo, errantes a quien ya ningún país quiere recibir por el volumen desproporcionado de una oleada migratoria de características incomparables; cómo ocultar el empobrecimiento de un país cuyo ingreso per cápita cayó a niveles insólitos solo comparable con el de paises inmensamente pobres y sin ningún tipo de riquezas en sus subsuelos.
El 25 de Marzo faltando poco para las 12 de la noche, tiempo estipulado para el cierre del proceso de inscripción de la candidatura presidencial, Manuel Rosales y nuestro partido UNT no podíamos dejar al país sin una opción para salir de Nicolás Maduro y su desgobierno. De no haberlo hecho, cómo hoy le explicaríamos al país que no fuimos capaces con el resto de los factores opositores de presentar una candidatura que pasó cuánta tramoya puso el CNE por órdenes de Miraflores. Con estas acciones queda claro que Maduro está acorralado por el miedo, pero aún así dejó una rendija para sacarlo del poder el próximo 28 de Julio.
Ahora bien, si todos en la oposición aceptamos ir a este proceso electoral en medio de un pantanal de obstáculos y desventajas; si estamos claros que es Maduro el que inhabilitó a María Corina Machado quien es la líder indiscutible de todos para enfrentarlo; que Maduro colocó al frente del CNE a Elvis Amoroso, excontralor quien la inhabilitó arbitrariamente e ilegalmente para terminar de sacarla del juego, con todo esto se acepto ir ha elecciones. Acaso no sabíamos que todo eso iba a ocurrir. Si es así, admitamos la verdad, podríamos o no reconocerlo o, definitivamente, no aprendimos de las lecciones del pasado. Las inhabilitaciones como mecanismo perverso muy de este régimen para sacar del juego a temibles adversarios han sido una constante. En esta oportunidad, que no será la última, tenemos a Manuel Rosales, que dejó muy claro que si logran otra candidatura el suma.
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