“Fui yo”, admitió Manuel Ávila frente a los jueces de un tribunal de Puerto Madryn al que llegó acusado por el brutal asesinato de su hija Martina, una nena de seis años que tenía un retraso mental. El viernes, en la última audiencia del debate, el hombre expresó que lo había hecho para evitarle el sufrimiento a la menor y que después intentó suicidarse también, pero no lo logró. El veredicto de la Justicia se conocerá la próxima semana.
“Quise quitarme la vida para que nos vayamos los dos. Primero ella y después yo. Pero no tuve suerte”, fueron las palabras que escucharon los jueces Daniel Yangüela, Patricia Reyes y Marcela Pérez de boca del imputado por el “homicidio agravado por el vínculo” de su hija. “Me quedé a sufrir acá, de por vida. Aquí estoy muerto en vida”, agregó Ávila.
Martina fue asesinada el 13 de abril de 2019 y su cuerpo fue encontrado en medio de un charco de su propia sangre. Para los policías que trabajaron en el lugar, aquella escena podía describirse con una sola palabra: atroz. En ese sentido, el fiscal Daniel Báez detalló en ese momento que “la menor tenía entre 23 y 24 lesiones por golpes, fractura de cráneo y un corte profundo en el cuello que le cortó la laringe y llegaba casi hasta la columna”.
Ávila fue detenido esa misma noche, mientras tiraba patadas al aire y gritaba “policía lléveme preso, maté a mi hija”. Dos años después, el hombre que ahora tiene 42 años intentó justificarse: “Todo lo iba acumulando, porque era un tipo cerrado; eso me jugó una mala pasada. Me cerré en mí mismo. Yo no era feliz, era un tipo infeliz, sufría mucho. Siempre entregué todo por ello, fui un pelotudo por no pedir ayuda”.