Intentar hacer una especie de compendio o resumen ajustado de lo que fue el comportamiento del mercado petrolero durante este año que en horas finaliza (2021), resulta un esfuerzo exigente incluso para cualquier persona que le haya hecho seguimiento constante y permanente a un mercado tan susceptible, volátil, inestable e impredecible, como lo es el mercado petrolero.
Informe de Rafael Quiroz Serrano, economista petrolero
Sigue siendo el petróleo, hoy por hoy, la materia prima, y mercancía, más comerciable en el mundo y la que compromete mayores montos de capitales financieros de transacción bancaria. La enorme versatilidad de sus usos le sigue imponiendo importancia destacable y vital para el mundo desarrollado, y también para el mundo en vía de desarrollo.
En el siguiente análisis pretendemos examinar, recurriendo a cierta objetividad de los hechos, algunos elementos, factores y variables que caracterizaron el vaivén del mercado de los hidrocarburos en el mundo, y que comprometieron, de una u otra forma, la conducción de la economía mundial. En un año caracterizado por los efectos secundarios de la pandemia, y por las secuelas -de ésta- que neciamente persisten en mantenerse, por encima de los esfuerzos hechos, básicamente, por los gobiernos de los países altamente desarrollados, analizar el comportamiento del mercado petrolero podría resultar un tanto pretensioso; sin embargo haremos esfuerzos para tratar de analizar lo más resaltante, desde la óptica de la economía y política petroleras.
Empecemos por afirmar, que el impacto económico que dejó la pandemia durante el presente año, no solo se negaron a desaparecer, sino que se hicieron sentir a lo largo de los 12 meses, incluyendo este diciembre de 2021 cuando se cumplieron dos años de la aparición en China del brote de coronavirus llamado SARS-CoV-2 y que luego se propagaría al resto del mundo, hasta llegar a ser la pandemia Covid-19, tal como la denominó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según la información reportada al momento de escribir esta nota, ascienden los contagios a 284.714.000 casos y las muertes a 5.416.768. El brote ha presentado cinco variantes, siendo la última la Ómicron. Antes se conocieron por la letra griega con la cual fueron nombradas por la OMS, Alfa, Beta, Gamma y Delta.
Economía global y demanda petrolera
El mayor impacto sobre la economía global se sintió en 2020 al contraerse el PIB mundial en 3.1%, de acuerdo al FMI. Sin embargo, la reacción de los gobiernos y bancos centrales al aprobar grandes programas fiscales y monetarios de estímulos económicos, permitieron recobrar paulatinamente la normalidad, al mismo tiempo que en los distintos países se contenía la expansión del virus a través de estrictos programas de cuarentena e inmovilización del transporte, mientras se aceleraba una carrera por crear vacunas para atacar al coronavirus, lo cual se logró en tiempo récord, en comparación al tiempo que suele tomar el desarrollo e implementación exitosa de una vacuna.
En 2021 la economía global estaría por crecer 5.9%, según el estimado más reciente del FMI, lo cual revela el logro de la lucha contra la pandemia, mientras tanto se prevé una desaceleración hasta 4.9% en 2022, al empezar a deshacerse los programas de expansión económica y reenfocarse los bancos centrales en la lucha contra las presiones inflacionarias, nacidas de la fuerte expansión y problemas originados en la cadena global de suministros, por el cierre forzado a que debieron recurrir muchos países para contener la expansión del coronavirus.
Los cuellos de botellas creados por las manufacturas y la interrupción del suministro global de materias primas, provocaron insuficiencias de tal nivel al momento de recobrar su ímpetu expansivo las economías. y reanimarse el consumo, que se llegó a pensar que estábamos en presencia de un super ciclo de precios al alza en las materias primas.
Es de comprender, que con todo ello el mercado petrolero se vio particularmente golpeado en 2020 al experimentar la economía mundial su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y contraerse la demanda de petróleo (cuando estaba a punto de cruzar su umbral histórico de producción de 100 MMB/D), según la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 8.64 millones de barriles diarios (MMB/D) y ubicarse en 91.03 MMB/D. En su peor momento, vivido en el segundo trimestre de ese año, esta variable cayó en 10.99 MMB/D frente al trimestre anterior y 30% anual en el mes de abril.
Durante el año 2021, la demanda petrolera retomó una senda sostenida de crecimiento aunque tuvo que adaptarse a los embates de la pandemia y su efecto adverso sobre la normalización del transporte aéreo en particular. De acuerdo a los reportes más recientes de los organismos especializados del mercado petrolero, como son la AIE, la Administración de Información de Energía del Departamento de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el crecimiento de la demanda petrolera en el año en curso estaría entre 5.1 MMB/D y 5.7 MMB/D, y para 2022 el agregado estaría entre 3.5 MMB/D y 4.22 MMB/D.
Una razón importante que explica esta divergencia, es la incertidumbre del impacto sobre la variante Ómicron del Coronavirus, ya que los primeros estudios revelan un mayor grado de contagio aunque con efectos menos severos. Los mayores temores es que los países tengan que restringir los desplazamientos internos e internacionales, frente al miedo a que las vacunas que se están aplicando tengan una menor efectividad en la inmunización.
Esta recuperación de la demanda en 2021, según cifras de la OPEP, equivalente a un promedio anual de 96.44 MMB/D y un valor de 99.49 MMB/D en el cuarto trimestre, estaría aún por debajo del promedio observado en 2019 cuando se ubicó en 99.97 MMB/D, en tiempos previos a la pandemia. Sin embargo, la continuación de la fase expansiva mundial permitiría superar estos valores de 2019 en 2022, esperándose, para entonces, un promedio de 100.79 MMB/D, y valores de 101.53 MMB/D y 102.63 MMB/D en los trimestres tercero y cuarto, respectivamente.
Precios y recortes
Los precios del petróleo, siempre vulnerables y volátiles a cualquier señal que se envíe al mercado, tocaron su menor nivel en abril de 2020 (-47 U$B) en medio del colapso del consumo mundial y una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia. Sin embargo, a partir de allí hubo una recuperación sostenida hasta octubre de 2021, cuando los crudos referenciales y marcadores tocaron sus mayores registros desde el mismo mes en 2014. En abril 2020 los valores promedios del WTI y Brent fueron respectivamente 16.55 U$B y 18.38 U$B. A finales de ese año ya estos precios estaban en valores de 47.02 U$B y 49.99 U$B, y escalaron hasta 81.48 U$B y 83.54 U$B en octubre 2021, los mayores del año en curso, para luego ajustarse hasta 70 U$B y 73.38 U$B en lo que va de diciembre, y así cerrará el año.
Debemos de afirmar, que detrás de esta mejoría sostenida de los precios del petróleo está, sin duda, la dinámica de una demanda que de estar postrada por los embates de la pandemia, levantó vuelo gracias a extraordinarios estímulos económicos, dispensados por los gobiernos y un manejo muy bien llevado de las necesidades de oferta del mercado por parte de la OPEP PLUS; luego que los inventarios mundiales de petróleo se abultaran sustancialmente, debido a la desaparición del consumo, por lo que había que ir dosificando su vuelta a la corriente productiva, una vez que se concertara entre consumidores y productores a finales de abril de 2020, un fuerte recorte de la producción, con el propósito de lograr una estabilización gradual del mercado petrolero, que no pusiera en peligro la recuperación de la economía mundial. En este sentido, hay que reconocer el papel destacado que jugó la OPEP para equilibrar oferta/demanda y estabilizar precios.
OPEP
Por otro lado, el recorte acordado por la OPEP PLUS en abril 2020 fue de 9.7 MMB/D con una vigencia hasta 2022, y la estrategia fue ir reponiendo la oferta sustraída gradualmente, con base a un monitoreo de la demanda y la corrección de los niveles de inventario, respaldado en su promedio de cinco años, lo cual se reforzó con reuniones mensuales a partir de enero 2021. Interesa destacar que esta administración de los niveles de oferta por parte de la OPEP PLUS, no ha puesto en riesgo el crecimiento del PIB global, y es a partir de noviembre 2021 cuando la combinación de presiones inflacionarias, buena parte de ello por los precios de la gasolina y de las tarifas de electricidad, y los efectos en los precios generales de la escasez global de suministros de materias primas y componentes, frente a la fuerte recuperación del consumo, han generado tensiones en los principales países demandantes de petróleo, hasta el punto de plantear respuestas dentro del mercado petrolero a fin de morigerar los precios del crudo y detener expectativas de precio por encima de 100 U$B en 2022, que podrían descarrilar la economía mundial.
La reacción de los consumidores fue una inédita concertación entre Estados Unidos (EE.UU.), China, Japón, Corea del Sur y Reino Unido para liberar reservas estratégicas de crudo por el orden de 80 millones de barriles (MMB) para incidir en la oferta y los niveles de precio, en virtud de que la OPEP no se hizo eco de la petición estadounidense de que la OPEP PLUS aumentara, en su reunión del 02 de diciembre, su nivel de reposición mensual de barriles por encima del acuerdo de 400.000 B/D pautado en julio 2021.
Conviene decir que detrás de esta acción de los países consumidores, está la necesidad del presidente Biden de levantar sus niveles de popularidad de cara a los comicios de mitad de período, que ponen en riesgo de pérdida a una escuálida mayoría demócrata en ambas cámaras, y para lo cual necesita que los precios de la gasolina desciendan y ello incida en mejores niveles de aceptación política. Esto nos demuestra, una vez más, que el petróleo camina de la mano con la política y a la inversa.
Hay que decir que a diferencia de lo que pasó en 2019, cuando el ritmo de crecimiento mensual de la producción petrolera estadounidense, procedente de las cuencas de lutitas (Franking), había impuesto un tope en los precios del petróleo en torno a 60 U$B, la realidad es otra para este importante sector petrolero y lo que hasta ese momento fue su gran incidencia sobre el devenir del mercado. Basta recordar que en noviembre de 2019 la producción estadounidense alcanzó 12.97 MMB/D y aunque su ritmo de avance se había desacelerado, los prospectos para 2020 eran que podía seguir escalando nuevos récords.
Pandemia y lutitas
El impacto de la pandemia en el consumo petrolero y su incidencia en los precios fue devastador para los productores estadounidenses, hasta el punto que su producción se descalabró y perdió entre el pico de noviembre 2019 y mayo 2020 una porción de poco más de 3.2 MMB/D. En septiembre de 2021, no obstante la recuperación parcial del mercado petrolero, no pudo llegar aun a 11 MMB/D. De las cuencas de lutitas, la Pérmica, es la única que ha logrado escalar y recuperar sus niveles pre pandemia y podría estar marcando un registro récord para diciembre de 2021, según la EIA. En cualquier caso, las estimaciones de la producción total de petróleo crudo de EE.UU. para la EIA son de 11.7 MMB/D en noviembre 2021, 11.8 MMB/D en 2022 y 12.1 MMB/D para el cuarto trimestre de 2022, aún por debajo de su nivel pico de casi 13 MMB/D registrado en noviembre de 2019.
La razón que más ha primado en este retroceso de la producción estadounidense en 2021, cuya dinámica de avance dependía fundamentalmente del febril ritmo de actividad en las cuencas de lutitas, es el giro de 180º que dieron las empresas en su estrategia de crecimiento luego del colapso experimentado en 2020. Hasta ese momento el sector había contado con un respaldo fuerte de parte de inversionistas, sector bancario y mercado de capitales, en una propuesta que privilegiaba crecimiento antes que rendimiento. Aun cuando su flujo de caja se destinaba más al gasto de capital que al pago de dividendos, e incluso muchas de las empresas del sector apenas si generaban ganancias, el sacudón de los precios negativos en abril de 2020 fue un revulsivo total en el sector.
A partir de ese momento, la norma a seguir era generar y repartir ganancias antes que producir. Ello aún sigue siendo así, a pesar de que los precios del petróleo han superado los que se presume son los niveles de equilibrio para mover la inversión en este sector productor y aumentar la producción incrementando la perforación y contratando nuevas cuadrillas para hacer fracturación hidráulica.
Al no estar presente este factor en 2021, a la OPEP PLUS le resultó más fácil controlar los niveles de oferta e ir per colando su suministro de forma moderada, hasta restablecer en un plazo de dos años y medio la oferta retirada a partir de mayo 2020. Quizás a partir de 2022 no le sea tan fácil a la OPEP PLUS garantizar un control del mercado como el que hasta ahora ha tenido, y lo que ha significado eso en materia de precios para evitar una escalada de estos hasta niveles de tres dígitos.
Es pertinente, en tal sentido mencionar que la reposición de la oferta por parte de la OPEP PLUS comienza a mermar la capacidad ociosa del mercado, amén de que algunos productores, incluyendo Rusia, tienen dificultades para agregar oferta y han venido sobre cumpliendo su cuota dentro del acuerdo. Esta reducción de la capacidad ociosa, alienta una mayor volatilidad en el precio ante una respuesta insuficiente de la OPEP PLUS frente a un inesperado giro favorable de la demanda, producto, por ejemplo, de una disipación del efecto negativo sobre el consumo del brote de coronavirus.
Igualmente, hay que mencionar que la producción de crudo de lutitas pudiera repuntar gracias a los altos precios, y la presión del gobierno de Biden para que se aumente la producción internamente, para lo cual no solo se han venido favoreciendo licitaciones en tierras federales, sino preservando los estímulos fiscales hacia el sector en su programa de recuperación económica y mejora de la infraestructura.
Oferta y demanda
Las expectativas de mayores precios del petróleo en 2022 a niveles por encima de 100 U$B han sido orquestadas por la banca de inversión, y no han sido secundadas por la OPEP, la EIA o la AIE. Más bien estas instituciones se han mostrado cautas, al abrigar dudas sobre los efectos en la demanda de la nueva cepa del coronavirus. Asimismo, sus estimaciones sobre el balance de mercado, es que habrá una sobreoferta en 2022 debido al concurso de la OPEP PLUS, al continuar su reposición y lo que presumen será una recuperación de la producción de petróleo en países ajenos a la OPEP PLUS.
Para la AIE, incluso, ya habría una sobreoferta en diciembre de 2021 y ello ha venido alentando un cambio en el sector más corto de la curva de contratos futuros de “backwardation” a contango, reflejando este giro un mercado restringido. No se descarta por ello, que la OPEP PLUS pause el ritmo de reposición mensual de la oferta que aprobó en julio 2021, más aun cuando descuenta un debilitamiento de la demanda en el primer trimestre por factores estacionales.
La AIE espera que EE.UU., Canadá y Brasil aumenten su producción en 2022 llevando al incremento fuera de la OPEP PLUS a 1.8 MMB/D en 2022 después de subir apenas 450.000 B/D en 2021. Por su lado, Arabia Saudita y Rusia también podrían alcanzar récords si la OPEP PLUS copa el recorte de abril 2020. Siendo así, la oferta global de crudo crecería 6.4 MMB/D en 2022 versus el ascenso de 1.5 MMB/D de 2021.
Por eso, la AIE estima que la OPEP PLUS puede estar surtiendo 1.7 MMB/D por encima de la demanda de su crudo en el primer trimestre de 2022, frente a los 1.1 MMB/D anteriores, siempre que continúe deshaciendo sus recortes y suponiendo que Irán permanezca bajo sanciones. Para el segundo trimestre de 2022, la producción de petróleo crudo de la OPEP PLUS podría aumentar a 2 millones de B/D por encima de lo previsto.
Irán
No hay que olvidar el tema de Irán como un factor de riesgo a la baja en el precio del crudo, al implicar una oferta potencial adicional de 1.5 MMB/D, lo cual empieza a cobrar visos de factibilidad por el tono de las conversaciones que se llevan a cabo en Viena. También es relevante comentar lo que significa el impacto de la desinversión en petróleo, dentro del marco de los planes de descarbonización, la incertidumbre sobre el futuro de la demanda, los escenarios normativos de la que supone parar la producción de fósiles, de cara a evitar que suba la temperatura promedio del planeta por encima de 2°C y mejor aún 1.5°C, y las presiones de recomposición de carteras energéticas bajo los criterios ESG, lo cual reduce las posibilidades de financiamiento al sector petrolero y replantea la esfera de negocios hacia renovables en el sector de la energía fósil, tal como ha venido pasando en la reinvención hacia empresas energéticas que ensayan con mayor interés empresas como ENI, TotalEnergies, Shell, BP, Repsol y Equinor.
Venezuela
En noviembre 2021 la producción petrolera venezolana, de acuerdo a fuentes secundarias de la OPEP, alcanzó un nivel de 725.000 B/D, con lo cual mostró una recuperación igual a 125.000 B/D con respecto al promedio de 2020. Pero, se mantiene aún por encima del promedio de 2019 cuando registró valores de 596.000 B/D. Si vemos estos niveles, según las fuentes directas también reseñadas en el reporte mensual de la OPEP, la producción de noviembre y diciembre de este 2021 se ubicó en 824.000 B/D, lo que significó un crecimiento de 255.000 B/D con respecto al nivel promedio anual en 2020, y por encima del valor de 2019 cuando se situó en 513.000 B/D.
De acuerdo a información preliminar recogida por la agencia Reuters, las cifras de producción de PDVSA volverían a subir en diciembre y se podrían ubicar cercanas a 900.000 B/D, como producción promedio mensual, mas no anual. Siendo el elemento más explicativo de este repunte de la producción, la llegada de varios cargamentos iraníes de nafta que han permitido, a través de un intercambio de crudos venezolanos, subir la producción de la Faja del Orinoco de crudo extra-pesado y diluirla para su traslado a Jose, a fin de mejorarla y exportarla. Se han presentado obstáculos para sostener este proceso, debido al cuello de botella generado por los problemas de exceso de agua, lo que dificulta su comercialización internacional.
Esta estrategia permite un alivio temporal y estimula cierta recuperación de la producción, a fin de que se aproveche el actual ciclo de precios en alza y así beneficiar la corriente de divisas que tanta falta hacen para las cuentas públicas. Pero no constituye una verdadera solución al daño estructural, que muestra la industria petrolera venezolana producto del abandono de la inversión, la incompetencia, la incapacidad y la falta de una gerencia casi totalmente ignara al tema petrolero.
De hecho, por esa razón el gobierno nacional ha venido recortando sus metas de producción de lograr 1.500.000 B/D para 2021 a solo 1.000.000 B/D. Esta misma meta del gobierno había sido de 2.000.000 B/D en 2020, pero no fue así, ya que las criticas condiciones actuales de la industria petrolera venezolana lo impidieron y solo fueron sueños de un ministro criminólogo convertido, de la noche a la mañana, en petrolero, sin nunca haber estudiado, ni leído siquiera un folleto, acerca del tema de los hidrocarburos. La improvisación, la audacia y la incompetencia han sido las características principales, en los últimos 22 años, que más destacan en nuestra industria petrolera.
El ministro Tareck El Aissami miente descaradamente, cuando afirma que la producción petrolera venezolana cierra este año 2021 en 1 MMB/D, cuando lo cierto es que la misma se ubicó en 835 MB/D. En plenas navidades, el ministro de petróleo rinde culto navideño a la mentira cuando maquilla cifras y estadísticas petroleras que para nada se corresponden con la verdad, y solo intenta lavar su rostro para disimular su total desacierto al prometer, en agosto de 2020, un aumento de la producción petrolera venezolana de 2 MMB/D. Seguramente, el ministro Tareck El Aissami, como buen criminólogo que es, confunde el número de crímenes cometidos en el país durante el año 2021, con el número de barriles de crudos producidos. Hay que aclararle al ministro que son dos cifras diferentes, totalmente diferentes, una no tiene que ver con la otra.
Incluso, la meta de la Faja del Orinoco fue reducida de 1.000.000 a 650.000 B/D. Esto último refleja también la reciente salida durante este año de TotalEnergies y Equinor de PetroCedeño, producto de un cambio estratégico corporativo hacia activos fósiles menos riesgosos y más acordes con la salida de su cartera de activos, potencialmente varados por su elevada impronta en la generación de CO2. Además, los proyectos de fase corta tienden a imponerse en toda la industria petrolera global, por encima de aquellos de fase larga que requieren grandes montos de inversión y tasas internas de retorno de larga espera, como es el caso de la Faja que ya no resulta atractiva ni codiciosa para nadie.
Finalmente, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el petróleo seguirá jugando un papel destacable y de primer orden, en la economía y desarrollo mundiales. La transición energética viene lenta, y será de una larga, pero larga, espera. La era del petróleo no se entregará tan fácil, y se negará a morir.