El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, se mudó el pasado fin de semana a la residencia oficial para este cargo, la cual había sido evitada por sus predecesores durante la última década al estar considerada “maldita” o habitada por fantasmas.
Kishida pasó en la víspera su primera noche en este edificio de principios del siglo XX ubicado junto a la oficina del primer ministro y frente al Parlamento nipón, y que ha sido escenario de varios incidentes siniestros, entre ellos dos intentos de golpe de Estado.
“Dormí bien”, dijo el líder nipón en declaraciones a los medios locales al abandonar en la mañana de este lunes la residencia oficial, donde alguno de sus predecesores afirmó haber tenido experiencias sobrenaturales.
“Hasta ahora, no he visto ninguno”, dijo Kishida cuando le preguntaron si había visto algún fantasma de los que, según se dice, moran en el edificio de estilo art déco y de más de 5.000 metros cuadrados.
Las leyendas urbanas que rodean al inmueble tienen sus raíces en el asesinato del primer ministro Tsuyoshi Inukai en 1932 a manos de oficiales de la Armada, seguido de otro intento de golpe de Estado en 1936 en el que murieron una docena de personas.
Yoshiro Mori, quien fue primer ministro entre 2000 y 2001, afirmó haber oído pisadas de botas militares junto a su dormitorio que le impidieron dormir durante su estancia en el inmueble oficial.
También se atribuye a esta residencia cierto magnetismo para atraer mala suerte a quienes la ocupan, lo que explicaría la escasa duración en el poder de sus inquilinos.
El ex primer ministro Shinzo Abe vivió durante unos 10 meses en el edificio antes de renunciar al cargo en su primer mandato (2006-2007) por motivos de salud, mientras que Yoshihiko Noda (2011-2012) había sido hasta ahora el último líder nipón en vivir allí, antes de que su extinto partido perdiera las elecciones por su mala gestión del accidente nuclear de Fukushima.
Por todo ello los más recientes predecesores de Kishida habían evitado el edificio y decidido alojarse en su residencia particular, en el caso del citado Abe -quien volvió a gobernar desde 2012 hasta septiembre de 2020- o en un bloque de viviendas para diputados, en el caso de Yoshihide Suga, quien estuvo un año en el poder.
Kishida, en el cargo desde principios de octubre tras reemplazar a Suga, residía hasta ahora en el complejo de viviendas para parlamentarios nipones situado en la misma zona, y afirmó que decidió mudarse a la residencia del primer ministro “para poder concentrarse en sus tareas oficiales”.
Durante todos los años que el inmueble estuvo desocupado, la oposición criticó al partido gobernante por dejar vacía una residencia cuyo mantenimiento cuesta al año 160 millones de yenes a los contribuyentes (1,25 millones de euros), según datos del Ejecutivo.
EFE