Con una tasa de incidencia disparada de más de 2.000 casos por cada 100.000 habitantes, la delegación del Gobierno de la región parisina impuso a partir de mañana, 31 de diciembre, el uso obligatorio de la mascarilla en las zonas exteriores de París.
El decreto establece una multa de 135 euros (152 dólares) para quienes lo incumplan y alerta de que habrá un refuerzo de los controles policiales para que se cumpla la ley.
Las excepciones en las que no se aplicará será en los dos grandes parques adyacentes a París, el Bois de Boulogne y el de Vincennes, y las zonas de los aeropuertos de Charles de Gaulle, Orly y Le Bourget.
Tampoco afecta esta normativa a los menores de 11 años y a quien vaya dentro de un automóvil particular, a los ciclistas y otros conductores de vehículos de dos ruedas y a quienes practiquen una actividad deportiva.
París, la ciudad más poblada de Francia, con 2,1 millones de habitantes, es uno de los epicentros de la quinta ola de COVID en el país.
Por otro lado, a menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales, Francia abre la puerta a que los organizadores de los mítines políticos tengan la autorización para pedir a los asistentes el pase sanitario, en vías de convertirse en uno de vacunación.
Hasta ahora los promotores de las reuniones políticas se arriesgaban a multas por pedir el pase, dado que los mítines, como las actividades religiosas o sindicales, están exentos de ese tipo de restricciones por tratarse de derechos constitucionales.
De hecho, la limitación de aforo aprobada por el Gobierno el lunes para frenar la quinta ola de coronavirus no se aplica a ese tipo de reuniones.
La enmienda que posibilita la petición del pase a los asistentes fue presentada por un diputado conservador y aceptada en la Comisión de Leyes de la Asamblea francesa, reunida el miércoles para examinar el proyecto de ley que convierte a la vacunación contra el COVID-19 en una obligación de facto. El próximo lunes, el plenario debatirá la enmienda antes de su aprobación definitiva.
La exclusión de los topes de aforo en el interior (2.000) y en el exterior (5.000) en los mítines encendió la polémica en Francia, especialmente en el sector cultural. Algunos artistas optaron por el humor y anunciaron que convertirían sus conciertos en mítines para evitar las restricciones, declarándose simbólicamente candidatos a la presidencia.
Los partidos de los aspirantes a la presidencia divergieron en las medidas aplicadas a los mítines.
Mientras que el partido del presidente, Emmanuel Macron, (LREM) anunció que limitaría las aglomeraciones a lo dictado por el Ejecutivo y solicitaría el pase sanitario (o el de vacunación cuando se apruebe), otras formaciones, como la izquierdista La Francia Insumisa (LFI), se opusieron a “cualquier cortapisa” a las libertades fundamentales.
EFE