El día que tenía que presentarse a la audiencia de extradición por zoom no se conectó. Cuando fueron a la casa, una cabaña a metros del mar en la costa, ya se había fugado
Nadie puede explicar cómo sucedió, pero Antonio Alejandro Mirabo se escapó dos veces. Primero, de la justicia italiana que lo condenó a 30 años de prisión por diferentes crímenes violentos. Y ahora de la justicia argentina que, al atraparlo, lo dejó arrestado de manera preventiva en una cabaña que alquilaba, a metros del mar en Mar del Tuyú, porque pesaba 220 kilos y no se podía movilizar solo. El problema es que el día de la extradición el prófugo desapareció. Y desde hace 40 días que no hay rastros de él. “Pareciera que se lo tragó la tierra”, revelaron a Infobae fuentes del caso.
Por Infobae
El protagonista de esta historia es argentino, tiene 51 años y vivió varios años en Italia. Precisamente, el 15 de septiembre del 2020 la Fiscalía General de la República solicitó ante el Juzgado de Apelación de L’ Aquila una orden de captura internacional contra Mirabo para que cumpla una condena a 30 años de prisión por delitos que van desde hurto, robo agravado y falsificación de documentos hasta violencia sexual, amenazas y secuestro de persona.
Los reportes delictivos en la justicia italiana van desde 1993 a 2013. Lo que aparece reiteradamente son los hurtos de vehículos. “A veces forcejeando el cerrojo de la portería, a veces amenazando con una pistola”, señala la causa. La lista incluye un episodio en donde golpeó con un arma de fuego al dueño del auto al que quería asaltar. Los autos no eran su exclusividad. En mayo de 1999, este argentino también empujó a una persona en la calle para que se cayera y allí robarle su bolso, con dinero y documentos. Ese mismo año, lo detuvieron con un DNI y un pasaporte falsificados
Pero en 2002, Mirabo registraría otros antecedentes para la justicia de mayor gravedad: haber robado con un arma de fuego en una tienda, amenazando a una cajera y haberse subido a un auto para robarlo y llevar a la conductora a distintos lugares hasta que finalmente detuvo el auto y la violó, según estableció la justicia italiana de acuerdo a la documentación a la que accedió Infobae.
Por toda esa lista de casos, Mirabo fue condenado a 30 años de prisión. Pero para cuando lo fueron a buscar, el hombre ya no estaba en Italia. Se había escapado violando la prohibición de salida del país que pesaba sobre él. En ese contexto, el 11 de mayo pasado, la justicia italiana se giró una notificación a Interpol con miras a obtener su captura nacional e internacional.
Según los registros migratorios locales, Mirabo regresó a la Argentina el 18 de mayo de 2019. Ingresó al país desde Uruguay por el paso fronterizo de Colón-Paysandú. De acuerdo al detalle de los trámites que hizo, registró domicilios en la Capital Federal y en Lanús. El 3 de mayo renovó el DNI. Su mesa de votación estaba asignada a una escuela en Mar del Tuyú.
El 3 de junio, el jefe de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones del Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina se presentó en el juzgado federal de Dolores. Solicitaba una serie de intervenciones telefónicas de líneas registradas a nombre de Antonio Alejandro Mirabo, a raíz de la orden de captura solicitada desde Italia. Las primeras diligencias lo localizaron en esa casa de la Costa.
Un rápido repaso por sus cuentas bancarias sólo reportan deudas, no aparecen bienes a su nombre. Sin embargo, alquiló una cabaña a media cuadra de la playa y pagó sin reparos el mes por adelantado. No dijo cuánto tiempo se quedaría, pero parecía que no estaba de paso.
Al dueño de la vivienda no le contó demasiado lo que hacía, pero en el diálogo el hombre dedujo que su inminente inquilino se dedicaba al negocio de los autos. Algo de eso alude la única identificación que puede encontrarse a su nombre en redes sociales: fotos de autos de alta gama. Cuando se entrevistaron, estaba solo. Lo que al dueño de la cabaña le quedó claro es que ese hombre iba a necesitar ayuda: pesaba más de 200 kilos y tenía que detenerse cada cuatro pasos porque le faltaba el aire.
Allí, intervenciones telefónicas mediante, fue localizado el 16 de junio por la policía federal. Estaba postrado en una cama, casi inmovilizado, asistido por dos personas como consecuencia de su obesidad.
La ley prevé que cuando una persona es buscada para ser extraditada a otro país, para ser juzgada o cumplir una condena, debe ser arrestada. Pero la defensa solicitó que no fuera enviado a la cárcel precisamente por su estado de salud y reclamó una “detención preventiva”, previsto en la Convención de Extradición entre Argentina e Italia. El juez subrogante de Dolores Martín Bava estuvo de acuerdo, aunque se ordenó que la policía constatara su domicilio una vez por semana.
Así fue hasta el día fijado para la celebración de la audiencia de extradición, el último 23 de agosto. Mirabo debía conectarse a las 9 de la mañana para conocer los cargos existentes en su contra y responder si aceptaba ser enviado a Italia. Pero su ventanita en el zoom nunca se prendió. Cuando la policía fue a registrar su domicilio, no estaba ni él ni sus pertenencias. El dueño de la vivienda dijo que Mirabo se fue sin avisar y sin pagarle. “Lo único que me dejó fue una cama rota y comida en la heladera”, se quejó
Nadie imagina cómo hizo para fugarse. Las dos personas que lo asistían fueron investigadas. Es claro que alguien tuvo que haberlo sacado de la casa, de madrugada, pero vecinos y testigos dijeron que no vieron nada. Quién lo ayudó y dónde está es aún una incógnita. Su última conexión de Whatsapp fue el 17 de agosto. Pesa sobre él una nueva alerta de Interpol para detenerlo.