Desde Berlín: Martha Escalona-Zerpa
Especial para: Qué Pasa en Venezuela
Fotos: Martha Escalona-Zerpa
Durante la 74. Berlinale hubo naturalmente como cada año, innumerables especulaciones sobre los posibles merecedores de los Osos de Plata en las diferentes categorías, pero en especial sobre quién iba a ganar el Oso de Plata en la mejor actuación y qué película iba a recibir el Oso de Oro.
Con un Jurado Internacional muy diverso y con estilos fílmicos tan divergentes y bajo la presidencia de Lupita Nyong‘o, se sabía que no iba a ser nada fácil llegar a acuerdos. Pero lo que se sucedió ayer en la gala de clausura dejó a buena parte del público y de la crítica de cine con la boca abierta, estupefactos y consternados.
Los favoritos durante el festival
Las elecubraciones sobre el favorito para el Oso de Oro se vieron sacudidas con las proyecciones hacia el final del festival de «Mé el Aïn» y un dia después con la película «Shambhala», la primera producción del Nepal en la Berlinale.
Dias antes al documental «Dahomey» de la directora francésa Mati Diop, sobre la devolución de los tesoros de arte saqueados en África, se le adjudicó buenas posibilidades. También la película austriaca «Des Teufels Bad», un psicograma de Veronika Franz y Severin Fiala con Anja Plaschg en el papel protagonista, también obtuvo una buena puntuación entre los críticos.
La película alemana «In Liebe, Eure Hilde», de Andreas Dresen, se le estimó una posible candidatura al Gran Premio del Jurado. Sin embargo, también es concebible que el jurado sucumba ante la nueva obra de cámara «Yeohaengjaui pilyo» («Las necesidades de un viajero»), del director surcoreano Hong Sang-soo, al menos ya tres veces en la Berlinale y siempre premiado. En esta película, la fabulosa actriz francesa Isabelle Huppert interpreta a una mujer que intenta mantenerse a flote como profesora de francés en Corea del Sur.
Sin embargo, la película iraní «Keyke mahboobe man» («Mi tarta favorita»), de Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha fue sin duda alguna, la gran favorita de prensa y público. Y sin bien es cierto, la temática y el contexto político son difíciles, fue una de las pocas películas donde se pudo reir a carcajadas en más de una ocasión y sentirse a ratos tan feliz, como los dos protagonistas en su encuentro de una noche.
Todas las demás películas trataron temas duros, como la guerra en Ucrania, las invasiones israelíes en , el odio y la falta de amor en sistemas familiares, el crimen y el castigo, la explotación de jovenes mujeres embarazadas sin marido en Irlandia de los anos ochentas, la soledad y el aislamiento social, la restitución de obras de arte africanas de parte de las antiguas naciones coloniales como Francia, etc, etc, etc. Por decirlo así, la realidad venció a la ficción en el programa oficial del festival. Pocas ventanas a un mundo mejor.
El veredicto
Como el año anterior, el Oso de Oro vuelve a recaer en un documental: «Dahomey», coproducción de Francia, Benín y Senegal.
El documental muestra cómo se embalan y transportan cuidadosamente las esculturas restituídas, cómo su llegada es celebrada por la población danzante y cómo se inauguran después las nuevas y antiguas piezas expuestas en el palacio presidencial de Cotonú.
Pero también acompaña el debate entre los lugareños sobre si deben alegrarse de que se hayan devuelto los primeros tesoros culturales o si es un insulto porque aún quedan muchos miles de tesoros artísticos en Francia.
Por supuesto, la restitución y el reconocimiento de los crímenes coloniales es una cuestión importante y urgente. Pero cinematográficamente, «Dahomey» no es nada: un documental de arte bien llevado y convencional, de apenas 67 minutos de duración.
Queda que claro que el hecho de que Mati Diop, una mujer negra, haya sido galardonada con el Oso de Oro es también, por supuesto, una declaración de un jurado que cuenta con la primera presidenta negra de la Berlinale, Lupita Nyong’o.
Más extraño aún es que «El Gran Premio del Jurado», el segundo más importante de la Berlinale, recayó en » A Traveller’s Needs», de Hong Sangsoo.
Es obvio que el surcoreano tiene carta blanca para la Berlinale, era ya su séptima participación en el certamen, y los Osos se le tiran prácticamente encima: en 2020 recibió uno al mejor director («La mujer que corría»), en 2021 al mejor guion («Introducción») y hace dos años ya ganó el Gran Premio del Jurado por «La escritora, su película y una feliz coincidencia». Incluso para los fans más entregados, no es su mejor película. Pero Sangsoo vuelve a ganar el premio principal, y el mismo pregunta al jurado durante la entrega del premio: «¿Qué habéis visto en mi película?».
El Premio del Jurado recayó en «L’empire», una parodia de las películas de ciencia ficción de Bruno Dumont, favorito del festival, que a menudo resulta involuntariamente divertida. Muchos pensaron que era una broma, o en el mejor de los casos un interludio humorístico, que se presentara a concurso. Nadie se la tomó realmente en serio.
Lo mismo cabe decir sobre la actriz británica Emily Watson, galardonada por la mejor interpretación en un papel secundario como la gélida madre superiora en la película inaugural «Small Things Like These», que también fue interpretada unánimemente como un mediocre comienzo del festival, y donde ella probablemente no actúa más de 10 minutos en la misma.
Para rematar, El Premio del Director es para Nelson Carlos de los Santos Arias por «Pepe», la película más disparatada de la competición, que se movía entre ficción y documental, sin ser lo uno u lo otro.
Pero, ¿dónde queda la iraní «My Favourite Cake», que se proyectó el segundo día del certamen y que siempre figuró como favorita hasta el final? Aquí también impresionó una gran actriz, Lily Farhadpour, y los directores Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, a los que no se permitió viajar a Berlín, cuentan mucho sobre la sociedad actual en Irán con muy pocos medios. ¿Y luego esta película se queda completamente con las manos vacías? El jurado debía de haber estar ciego para obviarla.
Apoyo parcializado a Palestina
El objetivo de la dirección de la Berlinale era que el festival de cine «reconociera el sufrimiento de todos». En realidad, así debe ser. Una posición neutral. El escenario para todos.
Sin embargo, después de esta entrega de premios, hay que decirlo claramente: el objetivo es fallido. En su lugar, hubo más aplausos calurosos y acogedores para un espectáculo unilateral a favor de Palestina en el gran escenario de la Berlinale de Berlín, más que a Israel.
Documental vs. Ficción
En las próximas ediciones de la Berlinale, debería pensárselo dos veces antes de presentar documentales a concurso en el festival de cine alemán más importante. ¿Por qué? porque, al parecer, los jurados de la Berlinale prefieren premiar un documental mediocre antes que uno de los 19 largometrajes sobre los que, naturalmente, difieren las opiniones.
El sello de aprobación de la realidad como mínimo común denominador pareciéra ser mas seguro y menos controversial, que el premiar a un largometraje de ficción.
¿O es que la ficción se quedó corta en esta 74. Berlinale? Si es que fuera así, mucho trabajo de curadoría tiene la nueva jefa del festival Tricia Tuttle, a quien se le vió sentada durante la Gala de clausura del festival la noche del sábado 24 de febrero.
Y por eso nos preguntamos: ¿Qué decisiones habría tomado ella? ¿Qué películas habría escogido y cuáles rechazado? Definirá ella la Berlinale sobre lo político, como una mantra que busca identidad frete a Cannes o a Venecia? O revolucionará la Berlinale de pié a cabeza? Como quiera que fuese, que sea por el bien del festival y de su fiel público. El próximo año cumple la Berlinale 75 años de existencia.