“¡Urgente, hay una emergencia!”: suena el teléfono en una especie de casa rodante, sin llantas, que sirve como centro de recepción de llamadas de una ONG que atiende voluntariamente emergencias en Caracas, ante el deteriorado sistema de la salud pública de Venezuela.
“Una camioneta parece que pisó los pies de una (mujer)”, sigue el hombre por teléfono que alerta de un incidente en una autopista de la capital.
Inmediatamente, dos jóvenes se ponen cascos, agarran un botiquín y salen velozmente en motocicleta a atender el llamado.
Llegan a tiempo: una mujer que viajaba en una moto fue embestida por un camión. Tiene fractura de pie.
Los jóvenes prestan los primeros auxilios y la dirigen al hospital.
La escena es usual para este voluntariado de la ONG Ángeles de las Vías, que reporta que la mayoría de los accidentes de tránsito que atienden involucran a motocicletas.
“La mayoría de los casos son motorizados con traumatismo craneoencefálico, fracturas”, dice a la Voz de América Ángela Costa, de 21 años, que es una de las paramédicos que está ese día, que tiene seis meses como voluntaria.
“En las vías hay mucho aceite y gasoil en el piso (…) hay mucha imprudencia también”, le sigue Ángel Colina, de 23, que es paramédico de profesión desde hace cuatro años.
“Nos han tocado casos bastante extremos, sobre todo por imprudencia. ¿Cómo es que los motorizados no utilicen casco?”, continúa Ángela, que trabaja de noche como taquillera en un estacionamiento de un centro comercial al otro extremo de la ciudad, su fuente de ingreso.
Ángela ha llegado a atender en una jornada a 16 pacientes.
Pero en Venezuela no hay cifras oficiales actualizadas de la cantidad de accidentes vehiculares que ocurren.
En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) situó a Venezuela como el país de América Latina con la mayor cantidad de muertes ocurridas por accidentes de tránsito, con una tasa de 33,7 por cada 100.000 habitantes.
La OMS registró ese año 7.028 fallecimientos en Venezuela vinculados a accidentes viales. También detalló que, para esa fecha, estaban registrados poco más de cuatro millones de vehículos en todo el país.
Después de estabilizar al paciente, estos voluntarios lo trasladan a un centro asistencial público si es necesario. Pero, “llegamos al hospital y no los quieren recibir porque no hay insumos”, explica Colina.
“¿Por qué? Porque a veces dicen que no tienen camillas, porque todas las camas están ocupadas, no tienen una gasa, una venda”, agregó.
“O simplemente no tienen un collarín. Tenemos que dejar un collarín pegado. Si dejamos ese collarín pegado, nos quedamos sin collarín nosotros para otro paciente. Es porque ellos no tienen collarín en el hospital, o sea, no existe. Entonces es como medio complicado la cuestión de insumo del centro asistencial”, dice con frustración.
La ONG Médicos por la Salud estimó en su informe de septiembre que “el desabastecimiento de emergencia se ha mantenido en el orden del 44 % y 47 % durante 2022” en el país.
Y Ángela lo reconoce. “Se trabaja con las uñas”, dice esta joven que ha colaborado en el área de emergencia de un hospital en el oeste de la capital.
“Llegan pacientes cargados en una puerta o en una sábana (…) en las peores condiciones”.