Maryam, de 52 años, perdió su trabajo tras la vuelta de los talibanes al poder y no sabe cómo alimentar a su familia. Como muchos otros afganos, su situación, sin ayudas ni empleo, puede tornarse dramática, avisó este miércoles la ONU.
El martes, después de varios meses encerrada en casa, Maryam salió a hacer compras con su hija al gran mercado de Mandayi en Kabul. Caminando entre las estanterías de productos se dio cuenta de que los precios de los alimentos se han duplicado o triplicado.
“Es muy caro, se nota mucho la diferencia”, decía.
Una muy mala noticia para esta madre de siete hijos que trabajaba como funcionaria y cuyo salario era el sustento familiar ya que su esposo está enfermo.
Los talibanes solo han autorizado a algunas mujeres funcionarias volver a trabajar, sobre todo a las que estaban destinadas en los sectores de la educación y la salud.
“Tengo ocho bocas que alimentar, ocho personas a las que vestir en casa. Todo es caro y por ahora no veo cómo encontrar otro trabajo“, lamenta esta mujer.
Sus males no solo se deben a la inflación y a las prohibiciones de los talibanes. Antes de la llegada al poder de los islamistas, la economía estaba minada por 40 años de guerra, por las repetidas sequías y por el calentamiento del planeta.
Cuando volvieron a hacerse con el poder, al mismo tiempo que sus enemigos occidentales se marcharon, los talibanes se encontraron con las arcas casi vacías. Los países que apoyaban al antiguo gobierno dejaron de entregar la ayuda que financiaba el 80% del presupuesto afgano, es decir, 6.000 de los 8.000 millones de dólares que permitían pagar importaciones de alimentos, medicamentos, energía o el salario de los funcionarios.
Afganistán y sus cerca de 40 millones de habitantes sufrieron un “choque fiscal sin precedentes”, afirmó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en sus “Perspectivas socioeconómicas de Afganistán 2021-22” publicadas este miércoles.
Como comparación, “hicieron falta cinco años para que Siria (en guerra) registrara la misma contracción que Afganistán ha sufrido en cinco meses”, explicó la directora del PNUD para Asia y el Pacífico, Kanni Wignaraja.
“En términos de necesidades de la población y debilidad institucional, nunca hemos visto nada igual en ninguna parte: ni en Venezuela, Siria o Yemen”, dijo otro responsable de la ONU.
– “Paliativo” –
A este panorama funesto se suman las sanciones económicas occidentales contra los talibanes, por ejemplo el bloqueo de 9.500 millones de dólares de fondos del Banco central afgano, que ya no puede intervenir para apoyar a la economía.
Los bancos afganos, asfixiados, solo distribuyen dinero a cuentagotas, solo se puede sacar 400 dólares por semana de los cajeros automáticos y la economía avanza a cámara lenta, mientras el desempleo se dispara.
Según la ONU, 23 millones de afganos, es decir, más de la mitad de la población, están amenazados por la hambruna este invierno. La crisis económica y humanitaria se agrava, y hay que “encontrar una respuesta para salvar vidas”, dijo el PNUD, que calcula que hacen falta 2.000 millones de dólares de ayuda de emergencia para que toda la población pase por encima del umbral de pobreza.
Si no ocurre nada, el PIB afgano podría retroceder un 20% en un año y “todos los avances” logrados durante 20 años de ayuda internacional en “ámbitos clave” como la educación, la salud, la igualdad hombre-mujer o el acceso al agua potable “podrían perderse”.
La agencia de la ONU teme sobre todo el hundimiento de dos sectores vitales: el sistema bancario y la energía.
En Doha, donde los talibanes y los estadounidenses están negociando esta semana, los primeros pidieron que se desbloqueen los fondos congelados con el fin de reactivar mínimamente la economía.
Por ahora, Estados Unidos no respondió a estas demandas y pidió a los talibanes que respeten los derechos humanos y den a las mujeres derecho a la educación y al empleo. Porque sin empleo femenino (que representa un 20% del total) el país se hundirá aún más en la crisis, con una pérdida adicional de entre 3 y 5% del PIB, según el PNUD.
“Todas las mujeres y los hombres capaces de trabajar deben volver a sus empleos (…) para mitigar la crisis económica y construir el futuro del país”, insistió Wignaraja.
A largo plazo, solo una economía sólida y sin sanciones, permitirá que el país salga de la crisis. La ayuda internacional, aunque sea necesaria por ahora, solo es un “paliativo”, según los expertos.
AFP