Edgar Morales / Opinión
Las contradicciones en las políticas agroalimentaria desnudan que, a pesar que la revolución bolivariana liderada por el fallecido presidente Hugo Chávez, profesaba que la comida no podía verse como un negocio, parecieran que van dirigidas en ese sentido.
Mientras los productores de arroz nacional, luchan en este momento con un precio irrisorio de 0.32 dólares por kilo, teniendo que producir al menos unos 6 mil kilos por hectáreas, para poder cubrir los costos producción, el gobierno lo trae a cántaros y a dos manos llenas, una importación en plena y abundante cosecha en Portuguesa en los actuales momentos, para entregárselo a la industria que prefiere el arroz paddy extranjero más barato, que procesar el arroz nacional.
La contradicción se evidencia también en caso de frijol chino que está en plena y pico cosecha, que sin bien es cierto buena parte de ese producto se va como exportación, la industria comercializadora limita a los productores a cierta cantidad, lo que genera un descalabro en el circuito, y un frijol que a principios de febrero era pagado a 0.50, la realidad hoy es que hasta 0.28, es el pago que recibe el productor.
El grave problema que se presenta en Portuguesa, por ejemplo, es que los llamados “bolseros” ya no compran frijol, porque Nicolás Maduro ordenó retirarlo de la bolsa.Maduro tomó esa sanción contra el frijol, debido a que gente ligada a ese negocio, empaquetaban tercerilla de frijol o frijol pico, sucio, con tierra en vez de empaquetar un productor apto, de primera calidad tipo 1, como suele venderlo para exportación.
Las quejas de la gente, obligaron al gobierno a retirar el frijol de la bolsa Clap, perjudicando directamente a los productores, pero dejando libres a quienes tomaban las decisiones de empaquetar basura para el consumidor final.
Los productores piden al gobierno que estimulen el consumo de frijol chino en el país y que no siga castigando al productor y beneficiando a las mafias que ahora se mudaron a la comercialización de producto importado.
Ilmer Castellano, productor agrícola de Río Acarigua, explicó a Portuguesa Al Día que dichos negocios, afectan a los pequeños, medianos y grandes productores, campesinos que son obligados a regalar su frijol, por temor a perder su trabajo, esfuerzo y sacrificio.“En el caso del arroz, la saña de estos comercializadores de siempre es tal, que atentan contra el producto nacional, favoreciendo el importado que nunca va ser mejor que nuestra producción nacional”.