El testimonio que se reproduce a continuación fue ofrecido por la venezolana Natalia Molina Rodríguez, en el marco de una reunión promovida por la ONG Human Rights Defense Curazao (HRDC) y en la que participaron representantes de los sectores público, privado y de la sociedad civil con el objetivo de presentar propuestas que abran el mercado laboral de Curazao a los migrantes.
La experiencia compartida por Natalia ilustra los obstáculos que enfrentan los migrantes que buscan invertir y echar a andar sus propios emprendimientos en la isla.
Aquí sus palabra:
Soy una profesional venezolana con seis años de residencia en Curazao. Llegué a esta isla con mis dos hijos aún siendo unos niños de 14 y 4 años, Edgardo y Victoria. Mi hijo, hoy ya un joven de 21 años, me acompaña en este momento y estoy muy orgullosa de él porque juntos soñamos con la creación de la empresa AREPABONBINI conjuntamente con mis familiares y mi esposo, quien falleció en 2022.
En julio de 2020 registramos la compañía AREPABONBINI, BV mediante documento notariado, cumpliendo los requerimientos exigidos por las leyes de Curazao relacionados con las empresas de responsabilidad privada, siendo sus principales accionistas mi hijo, mi difunto esposo y yo.