El coronel retirado Théoneste Bagosora, condenado como el “cerebro” que orquestó el genocidio de Ruanda de 1994, murió hoy a los 80 años en Mali, donde cumplía una pena de 35 años de cárcel por su papel en la matanza, informó su familia.
“RIP (Descansa en paz) papa”, escribió el hijo del difunto, Achille Bagosora, en un escueto mensaje publicado en su cuenta de la red social Facebook, si facilitar más detalles.
Bagosora había sido detenido en marzo de 1996 en Camerún y en 1997 fue trasladado a un centro de detención en Arusha (norte de Tanzania), donde se estableció el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR).
El antiguo militar era en 1994 el director del gabinete del Ministerio de Defensa ruandés y, según la Fiscalía, asumió “de facto” la dirección de los asuntos militares y políticos en Ruanda tras la muerte del presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana.
El genocidio empezó el 7 de abril de 1994 tras el asesinato el día anterior de Habyarimana (hutu) y el presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira (hutu), cuando el avión en el que viajaban fue derribado sobre Kigali.
Los magnicidios (de los que el Gobierno ruandés acusó a los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés, de Paul Kagame, actual presidente de Ruanda) desató la matanza de unos 800.000 tutsis y hutus moderados en unos cien días, una de las peores matanzas étnicas de la historia reciente.
“Yo no creo en la teoría del genocidio. La mayoría de la gente razonable piensa que hubo masacres excesivas cuya explicación debe ser buscada”, afirmó en 2005 Bagosora ante el TPIR.
“Me han llamado y continúan llamándome el ‘cerebro’ de las masacres que siguieron al atentado del 6 de abril de 1994 y ahora testifico para desmentir las falsedades vertidas sobre mí”, alegó.
“La acusación de que yo fui el cerebro del genocidio es maliciosa”, zanjó Bagosora, acusado de genocidio, conspiración para cometerlo, incitación al genocidio, y crímenes contra la humanidad, entre otros cargos.
Bagosora estaba acusado, además, de ordenar el asesinato de diez soldados belgas de la Misión de Asistencia de la ONU en Ruanda (UNAMIR), que actuaba como fuerza de interposición entre facciones rivales tras la guerra civil que vivió el país entre 1990 y 1993.
Los diez militares belgas eran la custodia de la entonces primera ministra ruandesa, Agathe Uwilingiyamana, quien con varios ministros y otros altos cargos del Gobierno fueron asesinados en las primeras horas del genocidio.
El exdirector de gabinete recibió en diciembre de 2008, junto a otros dos ex altos cargos militares, una sentencia de cadena perpetua, si bien la pena se redujo a 35 años de cárcel en 2011.
El pasado abril, Bagosora, encarcelado en Mali desde 2012, solicitó la libertad condicional, pero un juez la denegó por la gravedad de sus crímenes y la “falta de pruebas suficientes de su rehabilitación”.
En reacción a la muerte de Theoneste Bagosora, el exministro y actual embajador de Ruanda en los Países Bajos, Olivier Ndihugerehe, recordó hoy que jamás se arrepintió de sus crímenes.
“Las principales razones en contra de la solicitud de liberación anticipada de Bagosora fueron que nunca aceptó la responsabilidad por el genocidio, sin mostrar signos de remordimiento o arrepentimiento”, dijo Nduhungirehe en un mensaje divulgado en sus redes sociales.
También pesó en su contra, añadió el embajador, el hecho de comportarse como “un hombre con una personalidad enérgica” que, a veces, era “incapaz de controlarse”. EFE