Marian Rivas
La alegría que suele acompañar los años escolares hace muchas lunas que se fue de las escuelas ubicadas en José Félix Ribas (JFR), y en su lugar se instaló el miedo. Maestras y maestros de los planteles escolares establecidos en las zonas altas del JFR imparten clases con temor a ser blanco de la violencia armada que desatan las bandas criminales que operan en el sector.
Desde que la delincuencia organizada se alzó con el control territorial de la mayoría de las zonas de una de las barriadas más grandes de Petare, al este de Caracas, dar clases en estas escuelas es todo un desafío para el personal educativo.
Los constantes tiroteos, los enfrentamientos entre bandas, las incursiones policiales y los asesinatos que ocurren en la barriada, además de impedir el desarrollo de las actividades escolares, han causado daños en la salud mental de quienes conviven en las escuelas.
Con información de el efecto cocuyo