No son dos chavismos. Es el mismo al cual, tras mucho gastar y errar, solo le queda alguna capacidad para expoliar minerales
Años estuvo este Fidel sin barba asegurando que lo haría mejor, con justicia, desprendimiento personal y beneficios para todos. Y que, con el andar del tiempo, los veteranos partidos de la política olvidaron sus compromisos de bienestar y democracia de la rebelión mexicana. Y en Venezuela quien atiborró de promesas e ilusiones cuando aspiraba a ser relevo mundial del sátrapa cubano, desconoció la sangre derramada por militares que descubrieron que la obediencia y no reclamar significaban oportunidades de dinero y privilegios. Y los compromisos incumplidos se regaron por cada rincón del país.
Aquel obtuvo la Presidencia de México por las mismas circunstancias que llegó Chávez, cómplices militares y civiles para desgracia de Venezuela. Por cansancio de las esperas y agotamiento de los partidos que en su tiempo fueron grandes forjando, enseñando, sosteniendo la democracia como convicción y a la libertad apoyada entre derechos y deberes como forma de vida. Pero a lo largo del tiempo no supieron generar ni propagar dirigentes de relevo, y los pocos que lograron algo se vendieron sin escrúpulos.
El usurpador reconocido de manera impropia y sin autorización por sectores colaboracionistas en tierra azteca, heredero después de que un cáncer se llevó al “comandante eterno”, se agazapa entre paredes y solo aparece para extender los intentos de ocultar su fracaso tras promesas pintadas de nuevo.
Hoy México es de los grandes países de América Latina por el esfuerzo de sus ciudadanos. Aún con amenazas, fallas y narcos disfrutan una democracia capaz de aguantar incluso a populistas y distorsionadores a su favor. Y, como en Venezuela, la política partidista fuerte y democrática se diluye, surgen promovedores propagandistas de falsedades, como Chávez, Kirchner, Maduro, Lula, Dilma, Morales, Petro, Ortega y Castillo, en medio de partidos con historia grande, presente pequeño y sin futuro.
Explica y divulga mentiras propias, del Grupo Puebla y el Foro de Sao Paulo; tiene la codicia de lucirse ante el mundo como el ombligo de América Latina, y tras ser dejado enfurruñado, quien a pesar de su habitual somnolencia no aceptó la tramposa invitación para ser punta del triángulo que el castrismo mexicano trató de armar con el dictador cubano -monigote ejemplo impecable de la incapacidad- a propósito de otro aniversario de la independencia, apresurándose para facilitar la reunión de la entelequia que armaron Chávez, Fidel y Lula Da Silva en tiempos superados para liquidar la Organización de Estados Americanos (OEA), con la fracasada Comunidad Económica de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) sin la denostada presencia norteamericana.
Pero el tiro les salió por la culata. Este nuevo encuentro de la agonizante comunidad solo sirvió para que dijeran algunas duras verdades y se lucieran presidentes demócratas de Sudamérica, y al menos un mandatario centroamericano dejara claro que prácticamente la droga que utiliza a su país como escala hacia el norte, llega por avión desde la Venezuela del castromadurismo.
El presidente azteca demostró una vez más lo que es, un pequeño iluso mentiroso y sin mensaje innovador para un gran país que merece algo mucho mejor. Y un perro que ladra a Estados Unidos pero jamás lo muerde. Un Castro sin historia de combate.
La Venezuela de Chávez tenía dinero para mentir, derrochar, enriquecer a los amigos, familiares y “opositores” que obedecían sin discusión. La de Maduro tiene riqueza en los bolsillos y cuentas individuales pero escasa capacidad de producción, aunque suficiente para pagar abogados que retrasarán juicios, sin evitarlos por aquello de que la justicia, como Dios, tarda pero no olvida. Los chavistas fanáticos que una vez contribuyeron a destruir la economía hablan ahora de que ellos no robaron y quieren sacrificarse nuevamente por la patria ahora pobre. O son acosados por la justicia internacional dispuesta a que paguen por sus delitos.
No son dos chavismos. Es el mismo al cual, tras mucho gastar y errar, solo le queda alguna capacidad para expoliar minerales mediante la tolerancia a bandidos y a través de gobiernos cómplices que ayudan a aliviar castigos.
Es el mismo régimen construido con corrupción, tiranía, carcelazos, olvido de los presos políticos y alardes que ya a nadie engaña; y que chinos, rusos, iraníes, turcos y cubanos admiten porque dinero les sigue quedando. Es la misma torpeza que se aferra a lo poco que queda, el mundo los bloquea y rechaza. En muchos casos espera para ponerlos en celdas donde las sociedades decentes confinan a los bandidos.
El chavismo persevera, lo que cambia es la plata en el bolsillo y la paciencia de eso que llaman la comunidad internacional.
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