Diego Armando Maradona Henry Romero / Reuters
El neurocirujano Leopoldo Luque, médico personal y principal responsable de la atención de Diego Maradona, declara este lunes como sospechoso de homicidio ante la fiscalía argentina que investiga la muerte de la leyenda del fútbol mundial.
Luque, de 39 años, es el último de los siete acusados en prestar declaración indagatoria. Fue señalado como quien conducía el tratamiento de salud del excampeón mundial en México-1986, junto a la psiquiatra Agustina Cosachov.
El médico debe comparecer desde el mediodía ante la Fiscalía de San Isidro, 25 km al norte de Buenos Aires, donde puede presentar un escrito y negarse a responder preguntas o hacer una declaración ampliada.
Antes que él, ya declararon un enfermero, una enfermera, el superior de ambos, una médica coordinadora de la atención domiciliaria, el psicólogo Carlos Díaz (29 años) y la psiquiatra Cosachov (36 años).
Todos son sospechosos de “homicidio simple con dolo eventual”, un delito que contempla de 8 a 25 años de cárcel y que supone que alguien eligió no modificar su accionar pese a saber que ese accionar puede derivar en un desenlace fatal.
De prosperar la acusación, la causa puede demorar varios años en llegar a juicio oral.
“No tengo miedo de ir preso”, dijo Luque en una entrevista poco después de iniciada la investigación sobre la muerte de Maradona, de quien se consideró un amigo.
“Siento orgullo de lo que hice, jamás me despegué de Diego y traté de ayudarlo”, afirmó.
– “Hice lo que pude” –
Maradona murió a los 60 años de una crisis cardiorrespiratoria, solo y “abandonado a su suerte”, tras una “agonía de 12 horas”, en su habitación de una residencia alquilada al norte de Buenos Aires, de acuerdo al lapidario informe de un comité de 20 peritos forenses.
“Yo no abandono a nadie. Yo asumo un compromiso y voy hasta donde tenga que ir para ayudar. Si yo lo dejaba a Diego, él se quedaba solo. Si lo dejaba, me cuidaba yo y a mi familia que ahora está sufriendo por esto. Pero yo elegí continuar y ayudar a un paciente que necesitaba ayuda. Fue una elección mía como médico”, afirmó Luque en la entrevista.
El neurocirujano había sido contactado tiempo antes para tratar la dificultad con el sueño de Maradona, que llevaba años con problemas para dormir por lo que se excedía en el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes que a veces combinaba con alcohol, según cercanos.
En el último año, Maradona sufría además de depresión por el encierro debido a la pandemia de coronavirus.
Luego de que el 30 de octubre de 2020, en ocasión de su 60 cumpleaños, Maradona apareciera en público con muestras de importante deterioro físico, dificultades para hablar y caminar, Luque ordenó su internación.
Fue cuando le detectaron un hematoma en la cabeza del que fue operado exitosamente en la clínica Olivos.
En esos días, el neurocirujano llamaba la atención con sus apariciones ante la prensa para hacer declaraciones frente a la clínica, enfundado en su chaqueta de cuero y a bordo de una motocicleta.
Luque se hizo también cargo del tratamiento cuando prosiguió la recuperación del célebre paciente en la casa donde falleció 15 días después.
La residencia carecía del equipamiento médico y comodidades para una internación domiciliaria, según los enfermeros ya indagados.
“Hice todo lo que pude, todo lo que me permitieron y lo que me permitió Diego”, sostuvo Luque, quien sigue en actividad. AFP