La imagen era impactante. En un cuarto de la lujosa casa estaban acostados ya sin vida los cuerpos del reconocido estilista Mauricio Leal y su madre, Marleny Hernández. La cama era amplia, en su cabecera se podía ver un cuadro con dos alas doradas como si se tratara de un ángel con un mal presagio. Los dos estaban con la cara descubierta.
Por semana.com
Las manos de Mauricio sostenían un cuchillo de mango negro incrustado en el abdomen, la sangre se mezclaba con la ropa, las sábanas y el cubrelecho, de color blanco y beige. En la esquina derecha de la cama se encontró una nota escrita a puño y letra con tinta azul y más rastros de sangre: “Los amo, perdónenme, no aguanto más, a mis sobrinos y hermano dejo todo, con todo mi amor; perdóname, mamá, 11.24”, la nota había sido supuestamente escrita por el estilista de los famosos.
Un bolígrafo corriente de color madera con naranja, también ensangrentado, estaba a su lado, junto con un portavasos y una botella desocupada. Sobre el cuerpo de Mauricio, al lado izquierdo, había una caja de medicamentos. Su mamá también tenía una herida de cuchillo en el abdomen, que para ese momento era imperceptible, pues el cubrelecho la tapaba. Los cuerpos estaban alineados y solo los separaba un par de centímetros.
SEMANA revela los detalles de cómo va la investigación del trágico suceso que conmocionó al país. Cada uno de los elementos de la cruda imagen han dado pistas a los investigadores sobre lo que ocurrió en la casa de Mauricio Leal. ¿Homicidio o suicidio? Esta es la duda que tratan de resolver. De acuerdo con las primeras hipótesis, con base en las pruebas recogidas esta semana, la balanza se inclinaría a que se trataría de un asesinato, arropado bajo la figura de un trágico suicidio.
A todo esto se suman algunos rastros de hematomas y aparentes rasguños en los brazos de Mauricio, que revelarían un forcejeo intentando proteger su vida. Una pista más está en que en la escena apareció otro cuchillo del que encontraron únicamente su mango. La hoja cortante no apareció. Las cobijas sobre los cuerpos estaban muy bien puestas, como si alguien los hubiera arropado y acomodado de tal manera que no quedara duda de que lo que había al frente era un suicidio. No se trató de un hurto, todas las cosas de valor estaban en su sitio, y fuera de este cuarto, donde yacían los cuerpos, no había señales de violencia o de enfrentamientos.
La verdad sobre lo ocurrido la contarán los cuerpos de Mauricio y su madre. Expertos forenses ya realizaron las necropsias que serán parte del expediente que ya está en manos de la Fiscalía y del CTI. Buscan establecer lo que sucedió el lunes pasado en esa lujosa vivienda, ubicada en un condominio en la vía a La Calera.
El rompecabezas que están tratando de armar los investigadores tiene varias piezas de valor. Por ejemplo, mirando los elementos encontrados en la habitación, se abrieron interrogantes que no casan con la hipótesis de un suicidio, por la forma como estaban los cuerpos; la carta, que está siendo analizada por grafólogos, y cómo estaban dispuestos algunos elementos que parecían acomodados luego de la muerte. Son objetos que generan dudas. No obstante, por las evidencias, tampoco se descarta que haya sido un suicidio.
Para identificar si Mauricio tenía alguna inclinación suicida, los investigadores adelantan una autopsia psicológica, que consiste en evaluar su estado mental a partir de entrevistas con las personas más cercanas. También fueron ordenados análisis biológicos de toxicología para determinar si había consumido algún tipo de medicamento o sustancia que los llevara a un estado de sedación. Hasta ahora las investigaciones comienzan y nadie se atreve a casarse con una hipótesis final.
¡Los mataron!
La primera persona en encontrarse con la fría imagen fue Jhonier, el hermano de Mauricio, quien estaba viviendo con ellos desde hace algunos días, pero aseguró que ese día tuvo que ingresar a la casa por una ventana. Contó su versión de lo que sucedió horas antes del luctuoso hecho. Relató que por la mañana habló con su hermano, quien le dijo que fuera a trabajar, que él se iba a quedar durmiendo hasta tarde en compañía de su mamá. También le advirtió que ni él ni el conductor fueran a llamar o a llevar a la empleada doméstica porque querían descansar.
Jhonier, asegura, se fue para el salón de belleza, en la zona rosa de Bogotá, donde muchos de los clientes eran personajes de la farándula nacional.
Jhonier recuerda que las últimas palabras que cruzó con su mamá fueron sobre las diez de la mañana. Le recomendó llevar algunos víveres para la casa. Fue un corto diálogo que no daba indicios de la tragedia que estaba por venir. Sobre el mediodía volvió a marcarles una y otra vez, pero no tuvo respuesta, por lo que decidió ir él mismo hacia la casa.
Al llegar encontró todo cerrado y no pudo entrar por la puerta principal, pero después de varios intentos ingresó por una ventana. Nadie respondía en la casa, todo era silencio, hasta que llegó al cuarto y los vio muertos. Jhonier buscó la ayuda de los hombres de seguridad privada del condominio, quienes llamaron a la Policía. Mientras llegaban las autoridades se fue comunicando con personas cercanas para que lo acompañaran.
Pasadas las tres de la tarde llegó la primera patrulla. Jhonier una y otra vez contaba esta versión. Dijo que su hermano no tenía problemas, que la relación en la familia era tranquila. No entendía lo que había pasado. Únicamente hizo referencia a una enfermedad crónica y de dolor fuerte que le obligaba a su hermano a consumir analgésicos.
No dio más detalles, pero sí puso un mensaje en las redes: “Mi madre y mi hermanito son unos angelitos que nunca olvidaremos, solo los más hermosos momentos inundarán nuestras vidas. Gracias por tanto amor. A todos nuestros familiares, amigos y allegados, gracias por el apoyo y los buenos deseos”.
A medida que pasaron las horas, el rumor se regó como pólvora en las redes sociales, medios de comunicación y entre sus famosos clientes. Al tiempo, los investigadores empezaban a construir el caso tomando las versiones de Jhonier, de los vigilantes, de vecinos y de algunos empleados de Mauricio. En la casa no había cámaras de seguridad, pero se llevaron las del circuito cerrado del condominio.
Las autoridades ya levantaron el rastro dactiloscópico de la escena para ver si había otras personas. También buscan extraer huellas de los mangos de los cuchillos. Con equipos forenses de iluminación fluorescente se examinó la casa en búsqueda de otros rastros de sangre. Todas estas piezas se están encajando. Mientras tanto, la familia del reconocido estilista, consciente de que su muerte tiene todos los reflectores encima, reclaman prudencia y que se conozca la verdad. Ayer le dieron su último adiós a Mauricio Leal y a su mamá, Marleny Hernández, en un cementerio en el norte de la ciudad.