En entrevista con la Voz de América, el puertorriqueño de 37 años confiesa que, desde que iba a la escuela, siempre quiso ser astronauta. Ahora es el único candidato latino, entre 12.000 aspirantes, para formar parte del nuevo equipo de astronautas de la NASA.
Por Antoni Belchi | VOA
Cuando Marcos Berríos estudiaba en la escuela de Guaynabo, en Puerto Rico, ya soñaba con ser astronauta. “Me inspiraba ver las fotos de las estrellas y de los planetas. Quería viajar hacia esos lugares porque pensaba que eso era lo que hacían los astronautas, viajar por el universo”, explicó el joven ingeniero de 37 años durante una entrevista con la Voz de América.
Ahora ha sido seleccionado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) para ser uno de los candidatos a astronauta de la agencia espacial. Él, sin embargo, es el único latino escogido entre 12.000 aspirantes.
“Me siento muy emocionado, aunque he de reconocer que estos días han sido bien difíciles porque hemos tenido que mantener un secreto”, confesó Berríos “un poco nervioso y ansioso, pero encantado de tener la oportunidad”.
No sabe exactamente qué fue lo que vio el comité de selección de la NASA en él para que formara parte de esta lista, entre los que hay “doctores, científicos o atletas mundiales”. “Me han hecho esa pregunta varias veces y no sé cómo contestar. Cuando sepa te dejo saber”, dijo sonriendo.
Con todo, sabe que él ya se ha convertido en un modelo a seguir para muchos hispanos al poder llegar a la NASA y, quizás, poder viajar al espacio algún día. “Estoy súper orgulloso por eso”, dice.
En su época de estudiante, Berríos siempre se “pasaba buscando en internet a científicos boricuas o hispanos” y “leía las historias de aquellos que sí habían logrado lo que querían hacer en la ciencia, en las matemáticas y en la NASA”. “Eso a mí me inspiró un montón, y si yo puedo hacer eso para los jóvenes de hoy en día, pues estaría encantado”, afirma satisfecho.
Es licenciado en ingeniería mecánica del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés), tiene una maestría en ingeniería mecánica y un doctorado en aeronáutica y astronáutica de la Universidad de Stanford y es graduado de la Escuela de Pilotos de Prueba Navales de Estados Unidos en Patuxent River, Maryland. También ha acumulado más de 110 misiones de combate y 1,300 horas de tiempo de vuelo a bordo con 21 tipos de aeronaves distintas.
Ahora que está a punto de embarcarse en uno de los proyectos más ambiciosos para cualquier ingeniero aeroespacial, el joven recuerda que “ser astronauta no es algo que se pueda hacer con simplemente ir a la universidad”.
“Siguiendo mi amor a la ciencia, a la ingeniería y a la aviación pude lograr estar aquí hoy”, sostiene.
Tanto su madre, que fue su profesora de matemáticas en la escuela superior, como el resto de su familia también han sido clave para formarse como profesional desde la base y alcanzar este hito. “Sabían que si quieres llegar a donde estamos hoy, los estudios es el primer paso para llegar, ellos (mi familia) sabían lo que tenía que hacer”, recuerda.
Reconoce que cuando estudiaba en la escuela de Puerto Rico, matemáticas era la materia que más le apasionaba, aunque tenía serios problemas con el inglés. “Se me hacía difícil comunicarme efectivamente en inglés en la forma escrita, o sea, escribiendo ensayos o documentos técnicos”, comenta.
Pese a eso, dice convencido de que salir de su zona de confort, esforzarse y superar las barreras idiomáticas es la única vía de salida para poder prosperar. “Simplemente con la práctica y con ponerte en situaciones que no sean tan cómodas es la única forma de poder mejorar”, agrega.
Sueña en poder ser parte de la misión que vuelva a enviar seres humanos a la Luna. “Llevo varios años con una carrera de ingeniería, pero también como piloto en la Guardia Nacional, y quiero contribuir al desarrollo de los vehículos nuevos y eso es lo que a mí me motiva ahora para trabajar en la NASA”, cuenta a la VOA.
El aspecto de la movilidad es una de las cosas que más le fascinan. También, los viajes que se están preparando para enviar turistas al espacio.
“Hay viabilidad, lo estamos viendo todos los días con las tecnologías nuevas que se están desarrollando. Hoy no podemos predecir cómo se van a mover las cosas en cinco o diez años, pero creo que van a ser muy buenas”, pronostica.
Tiene un largo camino por recorrer. Sabe que su nombre puede acabar apareciendo en los libros de ciencias, pero él prefiere no pensar mucho en eso.
“¿Te gustaría hacer historia en la NASA?”, le preguntamos. “Lo que me gustaría es pasar los próximos dos años de entrenamiento y ayudar al equipo a llegar a la Luna de nuevo”, concluye.