China afronta 2022 con el reto de mantener la estabilidad: la política, ante el Congreso del Partido Comunista, y la económica, por la ralentización del crecimiento y la crisis inmobiliaria, además de avanzar en los planes energéticos hacia la transición verde.
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GESTIONAR LA RALENTIZACIÓN DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
A expensas de lo que marquen los datos del último trimestre, China ha experimentado en 2021 una clara tendencia a la ralentización en lo que al crecimiento económico se refiere: tras los importantes avances de los dos primeros cuartos (18,3 % y 7,9 %) gracias al efecto de base, en el tercero el ritmo frenó a un 4,9 %.
Las autoridades son conscientes de que la recuperación pospandemia sigue siendo “inestable y desigual”, e insisten en que el crecimiento debe ser “de alta calidad” para evitar que los datos positivos se sigan traduciendo en problemas a los que enfrentarse en el futuro, como por ejemplo la acumulación de deuda.
SUAVIZAR EL DESPLOME DEL SECTOR INMOBILIARIO
Precisamente uno de los sectores en los que Pekín ha intervenido para combatir el exceso de apalancamiento es el inmobiliario, restringiendo el acceso a la financiación a las promotoras más endeudadas, que se han visto inmersas en problemas de liquidez que han desembocado en impagos, con Evergrande y su pasivo de más de 300.000 millones de dólares como principal exponente.
Ahora, el reto para China es evitar que el sobrecalentamiento del mercado inmobiliario se transforme en un ‘sobreenfriamiento’, ya que algunos analistas cifran entre un 20 % y un 30 % el peso del sector -incluyendo impactos indirectos- sobre la economía nacional.
SEGURIDAD ENERGÉTICA EN LA TRANSICIÓN VERDE
Uno de los grandes objetivos de las autoridades para 2022 será avanzar con los planes de transición verde sin que esto vuelva a traducirse en situaciones de escasez de suministro de energía como las que afectaron al país desde finales de verano, que lanzaron al carbón a máximos históricos y a la inflación industrial a avances inéditos desde 1995.
Pekín se ve ahora en una encrucijada, ya que el carbón supone en torno al 60 % de la energía producida a nivel nacional y fue la base de las medidas tomadas para atajar la citada crisis, pero choca con su compromiso de alcanzar su pico de emisiones en 2030 y la neutralidad en 2060.
RECUPERAR LA CONFIANZA DE LOS INVERSORES
Las bolsas de la China continental y la de Hong Kong han tenido un año para olvidar ante la campaña de regulación iniciada por el Gobierno chino, que empezó con la frustrada salida a bolsa de la filial ‘fintech’ de Alibaba, Ant Group, en noviembre de 2020, y que se ha extendido a otros sectores en los que quiere reforzar su control, como el educativo.
Tras ello, conocidas tecnológicas como Didi, Alibaba o Meituan se han enfrentado a multas e investigaciones oficiales, lo que ha provocado un clima de incertidumbre que las autoridades deberán tratar de resolver si quieren mantener el atractivo de las empresas cotizadas del país para los inversores.
MANTENER A FLOTE LA ECONOMÍA DE XINJIANG
Las sanciones impuestas en los últimos meses por Washington a los productos de Xinjiang -en especial el algodón- en respuesta a supuestas violaciones de los derechos humanos de los uigures y otras minorías étnicas musulmanas en esa región autónoma suponen un reto económico para un área que aporta el 1,4 % del PIB chino.
EE.UU. codificó hace una semana en forma de ley la prohibición de importar productos de Xinjiang, lo que dificulta enormemente el levantamiento de estas sanciones. Pekín ha nombrado al actual gobernador de la próspera provincia suroriental de Cantón nuevo jefe del Partido Comunista en la región autónoma para, según algunos expertos, reforzar el desarrollo económico en la zona.
ESTABILIDAD ANTE EL CONGRESO DEL PCCH
El Partido Comunista (PCCh) celebrará en octubre su Congreso, que se produce una vez cada cinco años, y en el que su actual secretario general y presidente del país, Xi Jinping, opta a un tercer mandato inédito entre los líderes de las últimas décadas, por lo que tratará de llegar el evento con una China estable en todos los frentes para afianzar su poder.
Xi, que va camino de convertirse en el líder chino más poderoso desde Mao Zedong, deberá gestionar la desaceleración de la economía, los rebrotes de la covid o la cada vez mayor hostilidad hacia China en el plano diplomático sin dar demasiados pasos en falso para no despertar recelos entre las facciones del Partido que supuestamente no ven con buenos ojos su continuidad al frente del país.
TOLERANCIA CERO CONTRA LA COVID
China no da señales de querer relajar el cierre casi total de sus fronteras que impuso en marzo de 2020 ante la pandemia y que, junto a confinamientos y pruebas masivas ante los rebrotes, le ha permitido proseguir con una política de tolerancia cero contra la covid que deja su contador de fallecidos en menos de 5.000.
El próximo año será clave, ya que el jefe del equipo anti-covid del país, el epidemiólogo Zhong Nanshan, indicó que la inmunidad de rebaño no llegaría hasta que se vacunase al 83,3 % de la población -actualmente, la cifra ronda el 80 %- y que la letalidad cayese desde el actual 1 % hasta cerca de un 0,1 %, condiciones ‘sine qua non’ para que el país recupere la “normalidad”.
Vía Agencia EFE