La pareja de cubanos que se dedicaba a captar y prostituir a mujeres de origen venezolano en la Isla de Gran Canarias han admitido los hechos ante el juez y han logrado una reducción de condena que iba de los 20 a los 27 años de cárcel y que finalmente quedó en ocho años para la mujer y 11 para el hombre por un acuerdo de conformidad.
Por Mary Suárez Jaspe | La Provincia
En el juicio celebrado este martes contra Ubiel S. M., de 34 años, conocido como “David” y Mayelis C. Q., de 29 años, cuyo apodo es “Tata”, reconocieron que el 20 de mayo de 2018 el procesado alquiló una vivienda en Telde con la finalidad de beneficiarse económicamente mediante la explotación sexual de mujeres que el acusado captaba a través de las redes sociales.
Ubiel hacía “especial énfasis” en que fuesen mujeres venezolanas para “aprovecharse” de la situación económica y de vulnerabilidad que vivían ellas a consecuencia de la circunstancia social y política del país sudamericano. Lo primero que hacía era ofrecerles trabajo en su casa -a algunas les detallaba que se dedicarían a la prostitución-, les ofrecía el pago del traslado desde donde estuviesen hasta Gran Canaria, así como el dinero que requerían para poder entrar al país y la reserva de hotel.
Las víctimas debían ejercer la prostitución desde las 14:00 horas hasta las tres de la madrugada, cobrar por cada servicio -sin que pudiesen rechazarlos-, pagar al acusado el 50% de los ingresos y la deuda que habían adquirido con él por traerlas al país. Las tarifas iban desde los 60 euros por media hora hasta los 100 euros por sesenta minutos. A esto se añade un sistema de multas establecido por el procesado que las afectadas debían pagar si no cumplían con las labores de limpieza de la casa o si se negaban a ofrecer algún servicio.
El papel de Mayelis, consistía en quedarse con los pasaportes de las víctimas y cobrarles el dinero que estas habían obtenido a consecuencia de la explotación sexual a la que eran sometidas.
Los métodos para amedrentar a las víctimas utilizado por el proxeneta consistían en el uso de una pistola de aire comprimido marca Pietro Beretta Gardone modelo 92FS (réplica de una calibre 9mm real) a la que Ubiel llamaba “Catalina” y que amenazaba con accionar contra las mujeres en caso de no ceder a sus peticiones. También, aseguraba tener conocidos dentro del Centro Penitenciario de Aragua conocido como Tocorón, Venezuela, para que cumpliesen con sus deseos.
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