Foto: Cesar Saavedra – lapatilla.com.
El 25 de enero de este año el régimen de Nicolás Maduro le permitió al sector cultural retomar sus actividades luego de 11 meses totalmente paralizado. El regreso fue parcial. Ciertas condiciones aplicaban. Solo podían trabajar durante las semanas flexibles bajo el método 7+7, debían reducir el número de funciones y trabajar con aforo limitado y, en el caso de cines y teatros, adecuar sus instalaciones e implementar un protocolo de bioseguridad para evitar contagios de covid-19. Así, entre limitaciones y dificultades, los cines encendieron sus proyectores y el público, poco a poco, volvió a las salas.
Por Por Ariany Brizuela / El Nacional
Es muy difícil hacer predicciones sin tener los datos seguros. Durante el tiempo que estuvimos cerrados, desde el 30 de marzo de 2020 y el 25 de enero de 2021, continuamente se hacían planes en los cuales habían fechas de reapertura, pero como todo se fue postergando era muy difícil, en una situación de incertidumbre y de escasez de información oportuna, plantear una meta certera», afirma Abdel Güerere, presidente ejecutivo de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas (AVEP), en relación a la venta de boletos.
Desde el 25 de enero hasta la segunda semana de junio, el sector cinematográfico ha vendido 200.000 tickets en casi cinco meses, lo que representa apenas 5% de las ventas mensuales de 2019, último año de referencia, explica Güerere. El sector ya había sido golpeado por la grave crisis política, social y económica del país en los últimos años.
En 2019, último año de referencia para el sector, se vendieron 12 millones de boletos. Esto quiere decir que al mes se vendían un millón de tickets y a la semana 250.000. Pero en 2015 la situación era mucho mejor. Ese año el público compró 30 millones de boletos: 2.750.000 al mes y 700.000 por semana. ¿A qué se debe esta caída? En los últimos años, la crisis económica y las deficiencias en los servicios básicos en el país han hecho que muchas personas prioricen sus necesidades, dejando al ocio y esparcimiento como última opción. Ahora, a los problemas preexistentes, se le suman las dificultades de la pandemia.