Un día como hoy pero hace 104 años, el 13 de octubre pero de 1917, en un pequeño caserío de Portugal en el municipio de Ourém ocurrió un evento que jamás en la historia había acontecido y que nunca más se volvió a repetir. Miles de personas fueron testigos de la “danza del Sol” que se dio en la Cova da Iría, el último día de la aparición de la Virgen de Fátima a los pastores Lucía, Francisco y Jacinta.
Por infobae.com
Intentaremos echar un poco de luz sobre este evento y su grado de historicidad. Todo comenzó en un campo fuera del pueblo de Fátima el 13 de mayo de 1917; Lucía dos Santos y sus primos Jacinta y Francisco Marto rezan el rosario a su manera, es decir que en cada cuenta en lugar de recitar el “Avemaría” completo, solo decían “Ave María” y corrían la cuenta.
Sorpresivamente escuchan un trueno y ven un relámpago desde la distancia. Lo extraño es que hay un cielo diáfano sin una sola nube, pero puede ser que alguna tormenta se esté formando detrás de las colinas lindantes, se dicen. Creyendo que está a punto de llover, los niños recogen sus ovejas y se dirigen a sus casas. Otro destello de un rayo hace que corran directamente hacia una “nube de luz” inusual que rodea un pequeño árbol en el que aparece una misteriosa Señora.
La mujer les habla lenta y suavemente, les pide que regresen el día 13 de cada mes hasta octubre, cuando les dirá quién es y lo que quiere de ellos. Ella les ruega que recen el Rosario por la paz mundial y el final de la guerra y desaparece en el cielo.
La Virgen les dará tres secretos, de los cuales se tejerán infinitas conjeturas y que fueron revelados en su totalidad en el año 2000, en Fátima, por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. En la aparición les dirá que el último día hará un milagro para que todos crean. Milagro según la RAE es: “Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural. Suceso extraordinario que provoca admiración o sorpresa”.
La noche del 12 de octubre llovió de manera ininterrumpida. El lugar de las apariciones, la Cova da Iría, era un lodazal. Y se sumaban las miles de personas que caminaban bajo la terrible lluvia por un solo camino hasta el lugar señalado.
El 13 de octubre amanece con lluvia. Los tres pastorcitos llegan al lugar, caen de rodillas y comienzan a orar. Allí, la aparición les dice quién es, qué desea y qué ocurrirá. Que ella es la Señora del rosario; que recen esa oración todos los días y que luego de esta guerra (la Primera Guerra Mundial) vendría otra peor.
Pero solo los vidente ven y hablan con la blanca señora, la gente comienza a ponerse impaciente y a gritar; en ese momento Lucía le recuerda a la Virgen que ella les había dicho que iba a realizar un signo para que todos creyeran. Había dejado de llover, pero densos nubarrones cubrían el cielo. Entonces, la Señora gira su cabeza y señala el Sol. Lucía grita: “¡Miren el Sol!”. En ese instante las nubes se separan y dejan ver el Sol. Ante la sorpresa de todos el Sol comenzó a girar y a brillar con mucho más esplendor que nunca, se mueve a través de un arco iris y parece acercarse como si fuera a caer sobre la tierra, mientras la esfera brinca de un lado al otro. Muchas personas entran en pánico y corren desesperadas, otras rezan, las menos miran el sorprendente fenómeno con calma. El evento dura aproximadamente diez minutos.
Ese día no solo había devotos creyentes sino también ateos que combatían la religión con vehemencia y habían ido a cubrir el evento como periodistas para ridiculizar a los creyentes y mofarse de ese “primitivismo de masas incultas”.
Uno de estos periodistas era Avelino de Almeida del diario portugués O Século. Almeida escribirá la crónica de lo acontecido ese día en el periódico: “Desde lo alto de la carretera donde se aglomeran los carruajes y donde permanecen muchos cientos de personas, que no se atrevieron a meterse en la tierra enlodada, se ve toda la inmensa muchedumbre volviéndose hacia el sol, libre de nubes, en el cénit. El astro parece una bandeja de plata sin brillo y se puede mirar el disco sin ningún inconveniente. No quema, no ciega. Diríase que está habiendo un eclipse. De repente se levanta un tremendo clamor y a los espectadores que estaban más cerca se les oye gritar: “¡Milagro! ¡Milagro! ¡Maravilla!”. Ante los ojos deslumbrados de aquellas gentes, cuya actitud nos trasplantaba a los tiempos bíblicos y que, pálidos de asombro, con la cabeza descubierta, contemplaban el azul del cielo, el sol vibró; el sol hizo movimientos bruscos nunca vistos, contra todas las leyes cósmicas; el sol bailó, según la típica expresión de los campesinos…”.
Muchas de las fotos que podemos observar de ese día son de los fotógrafos que acompañaron a Almeida, quienes también enfocaron la cámara al Sol mientras ocurría el evento.
Habían arribado desde Ourem un grupo de científicos, entre ellos el profesor de ciencias naturales de la Universidad de Coímbra Joseph Garrett (no muy católico que digamos) el cual escribió: “El Sol giró sobre sí mismo en una loca voltereta (…) Hubo también cambios de color en la atmósfera (…) El sol, al girar locamente, parecía de repente que se soltaba del firmamento y, rojo como la sangre, avanzaba amenazadoramente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y abrasador (…) Tengo que declarar que nunca, ni antes ni después del 13 de octubre, observé semejante fenómeno solar o atmosférico”.
Pero el evento del Sol fue también atemporal, es decir que traspasó la línea de espacio-tiempo. El día 13 de octubre de 1950 a la misma hora que había ocurrido el hecho de Fátima, el papa Pio XII, el cual se encontraba caminando por los jardines pontificios, observó el hecho ocurrido hacia 33 años,. Él mismo escribirá ese día en su diario: “Se movía ligeramente en el extremo, tanto girando como desplazándose de izquierda a derecha y viceversa. Pero dentro del globo se veían, con toda claridad y sin interrupción, movimientos muy fuertes”.
Será el presbítero Manuel Nunes Formigão quien puso todo por escrito y quien interrogó a los videntes de Fátima para dejar en papel sus testimonios. En los escritos del padre Formigão se puede leer la descripción que los niños hacen de cómo veían a la aparición de la Virgen, que dista bastante de la iconografía popular que la gran mayoría de los católicos conocen.
Nosotros, moradores del Siglo XXI, dilectísimos hijos de la ciencia y la comprobación empírica de los hechos, podríamos decir que los eventos de la Cova da Iría serían la alucinación colectiva más grande del siglo XX.
Pero si sostenemos la hipótesis del fenómeno de masas -como una alucinación colectiva- hay algo que no termina de cerrar y no se puede explicar. Veamos. Había llovido torrencialmente toda la noche y parte del día, todo era un lodazal y las ropas de las personas estaban empapadas. Al concluir el evento del Sol, y regresar todo a la normalidad, todo estaba seco omo si nunca hubiera llovido. Es más, los coches que habían llevado a las personas a la Cova y sus ruedas habían quedado empantanadas en el lodo, luego del evento habían quedado sepultados en la tierra seca.
El presbítero Juan de Marchi pasó siete años en Fátima, de 1943 a 1950, realizando investigaciones y entrevistas que lo compiló en el libro “La verdadera historia de Fátima. Allí escribió: : “…que sepamos, nadie ha negado directamente el visible prodigio del sol”. Y agregó un dato muy interesante: “Ingenieros que han estudiado el caso calculan que habría sido necesaria una cantidad increíble de energía para secar en unos pocos minutos los charcos de agua que se habían formado en el campo, según lo que fue reportado por testigos.”
Convengamos que una alucinación no genera que la ropa y la tierra se seque; además el evento no solo se vio en la Cova sino a 20 km a la redonda, donde no había muchedumbres obsesionadas por un milagro.
Y acá comienzan las hipótesis sobre lo que ocurrió este día. Es claro que algo aconteció porque fue visto por fervorosos creyentes y ateos convencidos. El hecho es poder comprender qué aconteció.
Los teóricos de la ufología dicen que lo que todos vieron y la misma aparición no era otra cosa que seres de otra dimensión o planeta que tuvieron un encuentro del tercer tipo, y que el Sol en realidad era su nave moviéndose de un lado al otro.
Veamos otras teorías sobre lo que pudo haber acontecido ese día:
Polvo atmosférico: el cual pudo haber generado una capa del mismo y por efecto del viento se generó una ilusión óptica (pero mucho polvo no había, ya que era todo un lago de agua y barro).
Sundog: es el fenómeno óptico asociado con la reflexión/refracción de la luz solar por los numerosos cristalitos de hielo que componen los cirros o nubes de cirrostratos. Pero este fenómeno es estático, y no se mueve de un lado al otro.
EMC (Eyección de Masa coronal): una gigantesca explosión del Sol o tormenta solar.
Podríamos dar crédito a algunas de estas teorías, pero surge otra pregunta. ¿Cómo podemos explicar que el evento se dio exactamente en el día que la aparición dijo que iba a ocurrir y justo en el momento en el cual la Virgen indica que miren el Sol? Porque de ser un Sundog o un EMC podría ser en cualquier momento y no coincidir con exactitud de reloj suizo en día e instante previstos.
El padre Stanley L. Jaki, sacerdote húngaro, miembro de la orden benedictina y especializado en la historia y filosofía de la ciencia, doctor en teología y física y miembro honorario de la academia pontificia de las ciencias, presenta una teoría en la cual nos dice que pudo tratarse de una combinación insólita de inversión súbita de la temperatura con incontables fenómenos naturales adicionales conjuntos.
Leemos en su autobiografía: “…Comenzó a las 12:45 horas, después que la lluvia se detuvo de repente, y duró unos diez a quince minutos. Durante todo ese tiempo, el sol, que no se había visto durante horas, apareció entre las nubes delgadas, que un observador cuidadoso describió como cirrus. De repente, la imagen del sol se convirtió en una rueda de fuego que a la gente se le parecía a un «rodo de fuogo» familiar para ellos en los fuegos artificiales. La base física era de una rueda, como ahora tenemos la conjetura, de una lente de aire llena de cristales de hielo, como son las nubes cirrus. Estos cristales pueden refractar fácilmente los rayos del sol en varios colores del arco iris. Las referencias a los fuertes vientos de oeste a este y a la deriva continua de nubes puede dar cuenta de la interacción de las dos corrientes de aire, que puedan dar una vuelta de tuerca, de una manera análoga a la formación de tornados, para poner esa masa de aire en forma de lente en rotación. Dado que muchos de los presentes sintieron de pronto un marcado aumento de la temperatura, es evidente que debe haber tenido lugar una inversión fuerte de temperatura. Las masas de aire frío y caliente posiblemente pudieron impulsar esa lente de aire para que girara en una órbita elíptica. Primero hacia el suelo y luego empujada hacia arriba, como si se tratara de un boomerang, y de vuelta a su posición original. Mientras tanto, los cristales de hielo actuaron como medios de refracción de los rayos del sol. Los observadores «independientes» no podrían haber estado con la misma frialdad que hubieran deseado, también vieron lo mismo”
Todos los documentos relacionados con las apariciones en Cova da Iría están a disposición de los investigadores a través de la Documentación Crítica de Fátima (DCF), obra comprensiva de varios volúmenes. Y es abierta a todos, sean creyentes o no.
Hace 104 años, algo ocurrió en Cova da Iría. Un evento que nadie supo explicar por el momento. No obstante, para el creyente será un milagro y para el no creyente será un acontecimiento que habrá que seguir descifrando y estudiando.