Donald Trump / Carlos Barria / Reuters
Con el beneplácito de Donald Trump, los republicanos y sus aliados intentaron hasta el cansancio anular los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre: presentaron más de 60 demandas en tribunales estatales y federales. Estas, cabe destacar, fueron un rotundo fracaso.
También pagaron US$ 3 millones por un recuento de votos en Wisconsin, el cual terminó otorgándole más de un centenar de votos extra a Joe Biden; y presionaron al secretario de estado de Georgia, Brad Raffensperger, para que cambiara los resultados de las elecciones presidenciales a su favor, lo que resultó en una investigación criminal contra el exmandatario por intentar interferir en los resultados.
No contentos con esto, los trumpistas divulgaron teorías conspirativas que, además de poner en riesgo la legitimidad del proceso electoral, también resultaron en una oleada de seguidores republicanos que se tomaron el Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021; una jornada que dejó cinco muertos, decenas de heridos, y destrozos en el edificio del Congreso.
Con todo y esto, las teorías más extravagantes, e infundadas, siguen circulando en redes sociales: que la familia de Hugo Chávez poseía parte de una compañía encargada de proporcionar máquinas de votación a EE.UU.. Que se emitieron boletas fraudulentas a nombre de personas fallecidas. O que en algunos estados se botaron bolsas llenas de papeletas con votos favor de Trump. ¿El problema? La mayoría de los republicanos, el 56 %, cree al día de hoy que las elecciones fueron el resultado de manipulación electoral, según una encuesta de Ipsos publicada en mayo.
Cinco meses después del caos en Washington, y de la posesión de Joe Biden como presidente de EE. UU., se conoció lo que sería la teoría de conspiración “más loca” que impulsó Trump. Hace unas semanas, el New York Times reveló que Mark Meadows, jefe de gabinete de Donald Trump, presionó al Departamento de Justicia en diciembre para que investigara varias denuncias de fraude electoral. Meadows, le envió al menos cinco correos a Jeffrey Rosen, el entonces fiscal general interino, para que indagara estos casos, incluido el Italygate, una excéntrica teoría que se vuelve cada vez más absurda con los días. ¿De qué trata?
En los correos de Meadows se envió una carta que detalla cómo un contratista de defensa italiano había conspirado supuestamente con altos funcionarios de inteligencia de la CIA para cambiar los resultados electorales, utilizando satélites militares para manipular remotamente las máquinas de votación. El 19 de junio, el Washington Post reveló que detrás de la divulgación del Italygate estarían dos empresas dirigidas por Michele Roosevelt Edwards, una excandidata republicana al Congreso.
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