Venezuela está en el sótano de la clasificación al Mundial de Qatar 2022. Es la involución vinotinto
Venezuela, país que alguna vez fue reconocido por sus hermosas playas, excelente clima y constante alegría entre sus ciudadanos, pasa por una de las crisis más agudas que se le recuerde.
La realidad que hoy rodea al país caribeño es diferente a la que vive en el recuerdo. La desazón, la incertidumbre y, de cierta forma, la falta de proyectos, hacen que Venezuela no atraviese su mejor momento y esto, de alguna forma u otra, afecta a casi todos los ámbitos, por no decir todos. Sin irnos muy lejos, al fútbol.
La selección de Venezuela gozó de años de auge en donde a pesar de no tener grandes nombres entre los convocados, daba muestras de esperanza y sí que emocionaba al público.
De hecho, construyó una identidad. Aquel equipo comandado por Richard Paéz y que luego pasó a manos de César Farías logró resultados que sorprendieron a propios y extraños aun cuando el fútbol no era foco de atención en el país.
Fue pasando el tiempo y junto con el deterioro social y económico, de a poco, la Federación Venezolana de Fútbol y sus selecciones y ligas se vieron afectadas.
De sponsors privados a públicos. De Polar a Pdvsa. Fue este uno de los principales puntos de inflexión que significaron el posterior declive dirigencial de la federación; sumado a mala toma de decisiones, entre otras cosas.
Con temas burocráticos de por medio, intentos de tomar el control por parte de distintas esferas políticas han ido embarrando el camino de la selección que, en un momento, sacaba la casta por el fútbol y el deporte venezolano.
Pero hoy, la realidad es otra. Casi llegando al punto de la vergüenza deportiva.
La Federación Venezolana de Fútbol no tiene un rumbo claro. Hace unos meses asumió Jorge Giménez como presidente tras la extraña muerte de Jesús Berardinelli y, a partir de ahí, no es que las cosas hayan mejorado.
Bochornos logísticos (brote de COVID en la previa de la Copa América), malos resultados e, incluso, falta de pagos que llevaron al extécnico portugués, José Peseiro, a dar un paso al costado junto con su cuerpo técnico. Situaciones como estas, sumadas a malos rendimientos individuales, hacen que todo sea cuesta arriba y que la involución se vaya acrecentando.
En la retaguardia
Mientras Venezuela retrocede dos peldaños, el resto de equipos sube tres o cuatro escalones y a lo sumo, otros se quedan estáticos. Pero sin duda, Venezuela es de las pocas selecciones Conmebol que va en retroceso, a pesar de haber evolucionado años atrás. Por algo, es el único equipo sin participación mundialista.
Hoy el problema es más estructural y que no se piensa de cara al futuro en un proyecto que involucre a todas las partes. Desde la selección más juvenil hasta al mayor y por supuesto en los equipos femeninos. Que haya un seguimiento y un plan de trabajo que haga a todos formar parte del mismo.
El problema parece ser de mentalidad o de proyección, pues se busca resolver en el aquí y en el ahora y no dejar los bases sólidas de cara a lo que viene.
Pasa el tiempo y pasan los futbolistas, desaprovechando así diferentes generaciones llenas de buen fútbol. Pero que, por falta de organización, no se ven potenciados y sí estancados.
Qatar 2022 es una utopía. Duro, pero real. Así está nuestro fútbol, así está Venezuela. Sobreviviendo con lo que se puede.
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