Una imagen en blanco y negro surcada por las rejas de la prisión de penal de mujeres en el barrio de Miraflores en la que se asoma con una mano contra el vidrio y un aspecto desmejorado la ex presidenta boliviana, Jeanine Áñez.
Esa es la imagen que compartió su equipo el jueves, a través de su cuenta de Twitter, junto con palabras de agradecimiento para las personas que hasta allí se manifestaron pidiendo por su delicado estado de Salud.
“Gracias, Bolivia. Gracias, Amparo. Desde mi encarcelamiento injusto y oscuro puedo sentirlos en mi corazón. Gracias”, escribieron junto a la fotografía.
El jueves un grupo de personas convocado por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) pidió que la expresidenta interina Áñez se defienda en libertad en los procesos iniciados en su contra a instancias del oficialismo.
La movilización fue liderada por la presidenta de la APDHB, Amparo Carvajal —a quien Áñez agradecía en el tuit— junto a los hijos de Áñez, sus hijos, Carolina y José Armando Ribera, además del presidente de la Asamblea Legislativa departamental de la región oriental de Santa Cruz, Zvonko Matkovic, y decenas de personas de plataformas ciudadanas que llevaban banderas bolivianas.
Ayudada con un bastón, la activista Amparo Carvajal, de 82 años, llegó caminando desde la sede de la APDHB en el centro de la ciudad hasta el penal de mujeres en el barrio de Miraflores, hacia el lado este de la ciudad, acompañada por decenas de personas de plataformas ciudadanas contrarias al Gobierno de Luis Arce.
Al llegar a la cárcel, la movilización se topó en las puertas con otro grupo que, portando la multicolor enseña indígena wiphala, exigía “justicia” por las muertes en las llamadas masacres de Senkata y Sacaba durante la crisis de 2019 y también reclamaban que Áñez permanezca en prisión.
Cuando Carvajal intentó conversar con los periodistas, los grupos contrarios a Áñez gritaron “asesinos” a los otros movilizados y empezaron a arrojar huevos contra la activista, ante lo cual la Policía la tuvo que proteger y escoltar para que lograra dejar el lugar.
Ambos grupos intercambiaron luego insultos y empujones, y los contrarios a la exmandataria destrozaron las pancartas de los otros.
La salud de Áñez ha sido motivo de polémica nuevamente por recientes salidas a controles médicos en las que se la vio débil y desmejorada, mientras que el Régimen Penitenciario insisten en que está “estable” y sus enfermedades crónicas pueden tratarse en prisión.
El fin de semana, la ex mandataria interina se provocó heridas en los brazos que el Gobierno calificó de “rasguños”, mientras que su familia aseguró que requirieron suturas.
Áñez, que padece de hipertensión arterial y síndrome ansioso depresivo, ha pedido varias veces que se le permita defenderse en libertad o cambiar la cárcel por arresto domiciliario, lo que le ha sido negado.
En algunas cárceles de Bolivia surgieron en las últimas horas pronunciamientos de reclusos que demandan un “trato igualitario” y denunciar supuestos “privilegios” de la ex mandataria, una versión que es secundada por las autoridades para negar que sus derechos están siendo vulnerados.
Con información de EFE