Venezuela se encuentra lejos de un ciclo de expansión, pero tras una inmersión profunda y prolongada al fin hay un cambio en la tendencia
En los últimos ocho años los venezolanos han padecido la mayor catástrofe en la historia contemporánea de América Latina. La economía se redujo a la cuarta parte, la inflación desintegró a la moneda y la pobreza se multiplicó; pero al fin hay un giro en la tendencia: la mayoría de las proyecciones apuntan a crecimiento en 2022.
El informe de Latin Focus indica que, en promedio, las proyecciones de veinte consultoras y entidades financieras esperan que el próximo año la economía crezca 3,8%. Ecoanalítica, por ejemplo, calcula un alza de 6,9%, Síntesis Financiera 5%, Credit Suisse 4,5% y Dinámica Venezuela 2,6%.
Tras una inmersión profunda y prolongada crecer a estas tasas es ínfimo, similar a quien se precipita desde el piso cien a la planta baja y luego sube al piso uno; pero tocar fondo marca un punto de inflexión.
“Pasamos de una economía que cae a una que se estabiliza en el foso y en las condiciones en que está Venezuela, económicas, políticas y sociales, esto es un punto para celebrar”, dice Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
El pragmatismo
Con las manos vacías tras la debacle de la producción petrolera, sin financiamiento y bajo el impacto de las sanciones de Estados Unidos, la administración de Nicolás Maduro se alejó del Socialismo del Siglo XXI y cedió espacios al sector privado.
Si bien las leyes para asfixiar al mercado siguen vigentes, en la práctica las empresas tienen libertad para fijar precios, no hay barreras a las importaciones y el dólar circula libremente al punto que desplazó al bolívar y se emplea en la mayoría de las transacciones comerciales.
El uso del dólar, que ya representa la mitad de los depósitos en la banca, alentó un cambio de expectativas respecto al alza de los precios y ayudó a desacelerar la inflación. Al mismo tiempo, oxigenó el ingreso de una capa de la población.
El consumo comenzó a recibir el impulso de las remesas, el comercio a nivel de minoristas despertó y exportaciones de productos como ron, cacao y camarones iniciaron el ascenso.
La economía subterránea también forma parte de la nueva Venezuela. El dinero proveniente de contrabando de oro y gasolina, narcotráfico y extorsión es difícil de cuantificar, pero es la única explicación para las ventas de algunos sectores.
“Muchas empresas no entienden cómo tienen niveles de consumo con los salarios que existen actualmente. Un factor a considerar es la economía negra, en Ecoanalítica calculamos que solo en 2020 por esta vía fluyeron ocho mil millones de dólares”, dice Asdrúbal Oliveros.
El ajuste de Patricio
El gobierno, asesorado por el exministro de finanzas de Ecuador, Patricio Rivera, implementó un severo ajuste para frenar la inflación que incluyó recorte del gasto público –sobre todo en salarios, pensiones e infraestructura-, reducción al mínimo del crédito bancario y oferta de dólares para estabilizar el tipo de cambio.
Gracias a la ayuda de aliados como Rusia, Irán y China la administración de Nicolás Maduro logró disminuir el impacto de las sanciones de Estados Unidos, a la vez que elevó la producción de petróleo y aumentó el ingreso por distintas vías como exportaciones de chatarra, ventas de oro y el minado de criptomonedas.
En este entorno, la caída de la economía y el alza de los precios perdieron velocidad en 2021, dejando al país a las puertas de un punto de inflexión.
Tras hundimientos del PIB a tasas de 20%, este año Ecoanalítica espera un declive de 0,5%. La inflación, que en 2020 escaló 2.959%, se desaceleró y firmas como Macroconsultores esperan que cierre este año en torno a 800%.
Para 2022, si bien seguirá siendo elevada, las proyecciones contemplan una nueva desaceleración: Ecoanalítica espera un resultado anual de 246%, Moodys Analytics 253% y Fitch Solutions 369%.
Los ganadores
Las familias destinan más de dos tercios del ingreso a la compra de alimentos básicos, medicamentos y productos de cuidado personal; por lo tanto, estos tres sectores son los que en mayor medida pueden aprovechar la bocanada de oxígeno del próximo año.
Empresas de tecnología, como las que ofrecen internet satelital en un país donde la principal empresa de telecomunicaciones colapsó en manos del Estado, también cuentan con el viento a favor.
Los profesionales y técnicos que trabajan por cuenta propia se han beneficiado de la dolarización y elevan sus ingresos, convirtiéndose en un nicho que, junto a quienes reciben remesas, impulsan el consumo.
“Actualmente, estoy cobrando cuarenta dólares a cada paciente que atiendo, hace dos años el equivalente era de diez dólares”, dice el fisioterapeuta Carlos Guzmán.
El comercio, alentado por las importaciones y mayor consumo en algunas capas de la población, también figura entre las áreas que pueden mejorar su desempeño en 2022.
Asdrúbal Oliveros considera que los tres sectores con mejores perspectivas son “salud, alimentos y el comercio minorista. Luego, cuidado personal, tecnología y servicios profesionales”.
El nuevo orden
Tras el colapso del socialismo del siglo XXI emerge una sociedad despiadada y contrastante. Quienes suben al tren de la nueva economía disfrutan de las tiendas repletas de productos importados y restaurantes de lujo mientras que la mayoría mira desde la orilla del empobrecimiento.
El recorte en el gasto del Estado es de tal magnitud que cinco millones de ancianos reciben una pensión simbólica equivalente a dos dólares mensuales, los hospitales públicos carecen de insumos, las universidades colapsan y la falta de inversión en las empresas estatales deriva en constantes fallas de electricidad, agua e internet.
La Encuesta de Condiciones de Vida 2021 (Encovi), elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello, determinó que 65% de los hogares sufren pobreza multidimensional y padecen una o más de estas privaciones: viviendas inadecuadas, inasistencia escolar, hacinamiento crítico, subempleo e ingresos insuficientes.
Los profesores de las universidades públicas son el emblema de la clase media proletaria. De acuerdo al Observatorio de Universidades, el salario para el máximo escalafón equivale a once dólares mensuales. Siete de cada diez realizan labores extra para sobrevivir y el resto no genera otros ingresos.
“He pasado doce horas frente a una pantalla porque tengo que producir ingresos para vivir, se trabaja sábado y domingo a una edad en que el desgaste es mayor. Trabajo mucho más que cuando tenía veinte años y gano mucho menos”, dice Jackeline Ritcher, profesora de posgrado en la Universidad Central de Venezuela.
“El grupo de profesores que no genera ingresos extra nos habla del hambre. Tenemos profesores que viven de la solidaridad de los que nos estamos autoexplotando. En la Universidad Central hay un sistema donde se les está dando bolsas de comida”, agrega Jackeline Ritcher.
Bajo el impacto de la caída de la demanda, competencia de productos importados, poco acceso al financiamiento y fallas de servicios básicos como electricidad y combustible, la industria trabaja a 23% de su capacidad.
Al cierre del tercer trimestre, la remuneración promedio en la industria era de las más bajas en América Latina y equivalía a 125 dólares mensuales para los obreros, 253 dólares para profesionales o técnicos y 523 dólares para los gerentes.
En el nuevo orden la desigualdad se agiganta. De acuerdo a la Encovi solo 2,27% de los hogares reportó gastos en electrodomésticos, 3,13% en artefactos electrónicos y 7,94% en recreación.
Un largo camino
Analistas coinciden en que Venezuela necesita reformas profundas. La producción de petróleo es la cuarta parte de lo que era antes de la llegada del chavismo al poder; el país está en default y no tiene crédito, la inversión extranjera es ínfima y el gobierno de Maduro es tachado de ilegítimo por una larga lista de países.
La Academia de Ciencias Económicas advierte que “los ingresos externos que recibe Venezuela actualmente son insuficientes para una recuperación sostenida de su economía. En un plazo inmediato, pesan las sanciones internacionales, el aislamiento de los mercados financieros y la destrucción de la capacidad productiva de la industria petrolera”.
En 2022, si las proyecciones se cumplen, el país crecerá a una intensidad imperceptible para la mayoría: a una tasa de 5% anual tomará más de veinte años regresar al PIB en dólares de 2013, el año previo a la crisis.