Para ser amigo de alguien no hay que pensar como esa persona. De hecho, en las contradicciones se han formado fuertes lazos personales
El otro día escribí un mensaje en Twitter para saludar a Daniel Samper y recordar aquella reunión que tuvimos en Buenos Aires. Ya en una columna anterior había comentado mi deseo de volverme youtuber (o no hacerlo). Y justamente hice referencia a la reunión con Daniel, quien es “Un youtuber de más de 40”.
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Tras enviar el trino, recibí el saludo de muchos y el repudio de otros tantos. Pero el mensaje que me descompuso anímicamente lo escribió un paisano venezolano que vive en Colombia. Esta persona escribió: “¿Cómo es posible que seas amigo de Laureano Márquez y también de este tipo (Daniel Samper)?, es un zurdo de m…, no te entiendo”.
Así que en mi columna de hoy les voy a explicar no solo a este caballero, sino a todos los que piensan como él, las razones que me llevaron a ser amigo de Laureano Márquez y a tener una relación cercana con Daniel Samper, quien me parece una persona muy inteligente y graciosa (esas dos características son suficientes para que cuente con mi amistad).
Quiero aclarar que para ser amigo de alguien no hay que pensar como esa persona. De hecho, en las contradicciones se han formado fuertes lazos personales.
Aunado al comentario, también me enteré de que Daniel fue sancionado porque hizo un meme con una foto del presidente de Colombia donde aparecían los hijos de Iván Duque. Esto me llevó a pensar que, seguramente, el señor que he envió aquel comentario se alegró con eso; pero seguro se enojó cuando hace unos años a Laureano Márquez lo multaron por publicar una columna de humor donde hablaba de la hija del expresidente Chávez.
Pero eso no es todo. También recordé cuando en diciembre pasado, mientras estaba por Santiago, escuché a una persona decir “yo les pasaría un tanque por arriba”, refiriéndose a los jóvenes que protestaban en la plaza Italia, de Santiago. No le dije nada, pero estoy seguro de que esa misma persona se indignó cuando una tanqueta de la Guardia Nacional atropelló a un estudiante en Caracas.
Probablemente mucha gente se enoje y hasta me deje de leer por lo que estoy por decir: ¿estamos todos locos? ¿Cómo es posible que apoyemos las atrocidades más terribles solo porque las hace una persona con la que compartimos ideales políticos?
Tenemos que dejar de ser tan blandengues: condenar lo que hay que condenar y repudiar lo que sea repudiable, sin importar quién sea la persona la que comete un error o, peor aun, un delito.
Y acá hago una reflexión: pasarle un tanque a un estudiante en Santiago o una tanqueta a un joven en Caracas: ¡está mal! Las ruedas de un tanque de un gobierno de derecha lastiman igual que la tanqueta del gobierno de izquierda.
Multar a un humorista de “derecha” o a uno de “izquierda” es censura, al menos así lo veo yo.
Los gobiernos militares de derecha desaparecieron a muchísima gente, y los gobiernos de izquierda también lo están haciendo, por lo que concluyo: todos los gobiernos tienen las manos llenas de sangre y eso está jodidamente mal.
Ya es hora de que comencemos a vivir la política con responsabilidad, y haciendo los análisis correspondientes porque esto no es un partido de fútbol o de béisbol donde cada uno tiene que apoyar a su equipo, aunque haga cosas terribles.
Así que el llamado es a reflexionar, tenemos que vivir coherentemente y dejar de ver el mundo a través de un solo lente, pues eso justamente es lo que quiere el poder. Porque mientras los ciudadanos estemos enfrentados ellos podrán negociar cómodamente.
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