Aunque distintos flancos atacan a las universidades, hay uno de ellos aplicado desde el régimen de Maduro, silencioso pero muy corrosivo: jugar al desgaste hasta que por fuerza mayor las autoridades, docentes y estudiantes se desmovilicen y las universidades queden en limbos legales y operativos que las hagan más vulnerables.
Con el fallecimiento del profesor Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar (USB) y figura fundamental en la lucha que han tenido que enfrentar las autoridades de las universidades autónomas para mantener la institucionalidad, se profundiza una política de desgaste que abrió la puerta para que las designaciones de cargos vacantes sean hechas a dedo desde la Oficina de Planificación del Sector Universitario y el Ministerio de Educación Universitaria, sin respetar las competencias de cada Consejo Universitario, lo que ha debilitado la capacidad de acción dentro de las casas de estudio que acumulan casi diez años de retraso sin poder renovar los cargos de sus autoridades.
El mismo escenario se repite en los rectorados de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de los Andes, la Unexpo, la Universidad de Carabobo, la Universidad del Zulia, la Universidad de Oriente, la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y por consiguiente en todos los cargos que corresponden a sus consejos directivos y decanatos.
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