Tras cuatro años y tres meses en el ojo del huracán, Juan Guaidó (39 años) ha comenzado su exilio en Miami, que no tiene fecha de regreso a Venezuela. La polémica sobre su salida abrupta de Colombia no ha cesado, pero el ex presidente encargado de Venezuela, que contó con el respaldo del anterior gobierno de Colombia, lo tiene claro hoy: “La agenda de Petro es con el régimen”.
Quien fuera presidente de la Asamblea Nacional durante cuatro años atravesó 37 controles policiales hasta llegar a la frontera con Colombia, que cruzó a pie. El domingo pasado intentó subirse a un avión en la fronteriza Cúcuta, pero se lo impidieron. Las presiones desde Caracas , que incluyeron amenazas contra su familia, ya estaban en su máximo apogeo. Guaidó reconoce que es imposible mantenerse como candidato presidencial en el exilio y apuesta por la unión para derrotar a Maduro, que de momento le ha ganado la partida.
Pregunta.- Su llegada al aeropuerto de Miami, con una pequeña mochila al hombro, sin nadie alrededor, simboliza como pocas veces la soledad del poder político.
Respuesta.- En el momento de esa imagen venía pensando justamente en eso, en emigrantes y refugiados que pasan por el Darién (la peligrosa selva que separa Colombia de Panamá) y que no pueden hacer este mismo viaje. Y claro, también en mi familia. Y en los millones que han escapado. La salida del liderazgo tiene que ver con las consecuencias de enfrentar una dictadura y resistir cuatro años y tres meses con persecución y amenazas. Pero no nos vamos a detener.
P.- ¿Ha ganado Nicolás Maduro?
R.- De alguna manera también está resistiendo en el poder a un costo muy alto, señalado por lesa humanidad, aislado del mundo. Por supuesto de una forma distinta a la resistencia del pueblo de Venezuela, a mí mismo perseguido por la dictadura.
P.- ¿Se sintió Guaidó amenazado por el Gobierno colombiano?
R.- Sí, me sentí amenazado con deportarme a la dictadura.
P.- ¿Quién le hizo llegar la amenaza gubernamental?
R.- Diplomáticos me trasladaron las palabras del gobierno colombiano, que fueron bien duras. Y luego fue el mismísimo canciller Leyva quien lo dijo públicamente, sabiendo muy bien lo que significa deportar a un perseguido político a una dictadura.
P.- ¿Por qué ese maltrato del gobierno de Petro horas antes de una conferencia internacional sobre Venezuela en la que no se ha conseguido ni un solo avance?
R.- La única explicación lógica es que fueran presiones del régimen de Maduro. Las mentiras del canciller no tienen sentido, la única explicación es que las presiones del régimen de Maduro hayan sido más fuertes.
P.- ¿A qué juega hoy Petro con Maduro?
R.- Petro tiene hoy una situación interna que atender en un país con instituciones, con posiciones políticas firmes. En Venezuela las instituciones están secuestradas por la dictadura. Petro no se ha puesto a la lado de los venezolanos ni de las víctimas ni de los perseguidos políticos. Ya será decisión de él si eso cambia o no. En sus visitas a Venezuela (van cuatro) su agenda es simplemente con el régimen, no con la Plataforma Unitaria o con las víctimas de las violaciones de derechos humanos o los presos políticos. Incluso de detener el ecocidio que se está dando en Venezuela.
P.- El embajador colombiano ha descalificado a la oposición y especialmente a usted (con insultos como “huevón” y “pendejo”).
R.- El embajador Armando Benedetti, si se le puede llamar así, actúa como un operador político de Petro. He tenido la oportunidad de relacionarme con presidentes, cancilleres y embajadores y el contraste es gigante con el comportamiento de Leyva y ni hablar de Benedetti. Si representan a Petro no es positivo para la relación Venezuela/Colombia, distinto a la relación con la dictadura.
P.- En las últimas semanas recibieron confidencias de que la policía política preparaba su detención.
R.- Durante cuatro años hemos sufrido persecución muy intensa, directa, amenazas físicas, incluso asesinatos como el de Edmundo Rada (concejal de Voluntad Popular asesinado en Caracas). Torturas a gente de mi equipo de trabajo, cerco a mi familia. A Miranda (su hija mayor, de seis años) la seguían al colegio. Entonces teníamos herramientas para resistir a un costo altísimo. Hoy hay mayor riesgo (tras la eliminación de la presidencia encargada y la puesta en marcha de la purga anticorrupción en el seno del chavismo) y se ha ido estrechando mucho más esa persecución directa a nuestro entorno.
P.- ¿Cómo fueron los días previos a la salida? Hubo rumores de que se refugió en la Embajada de Francia.
R.- No estuve en la embajada francesa. Hay que tener mucha cautela cuando se enfrenta a una dictadura. Fueron días de muchas precauciones ante el asedio constante.
P.- Viajó por tierra desde Caracas hasta la frontera con Cúcuta, un camino infernal de casi 900 kilómetros plagado de obstáculos.
R.- Conté 37 puntos de control (militares y policiales). Cada alcabala era un momento de tensión, que te hace ver que vivimos en una dictadura y que el aparato del Estado completo está a su servicio. No puedo dar muchos detalles por seguridad, habrá otros perseguidos políticos que necesiten esta ruta.
P.- Usted es muy conocido, ¿cómo pudo atravesar tantos controles? ¿Iba disfrazado?
R.- No, digamos, pero sí distrayendo la atención a otros puntos…
P.- En 2019 cruzó a la carrera uno de los puentes fronterizos, llevado por la euforia que se vivía entonces, cuando se pensaba que la dictadura estaba a punto de caer. ¿Cómo lo vivió el pasado domingo?
R.- Crucé caminando, un paso bastante formal. Y muy distinto a 2019, sentí otro momento y otra Colombia. Muchos pensamientos se acumularon entonces.
P.- Su regreso a Venezuela es imposible hoy.
R.- Sin duda. Hay muchísimas amenazas y mucha persecución. No le vamos a regalar un rehén a la dictadura, no voy a permitir que Maduro calle nuestra voz. Hasta que no estemos seguros.
P.- ¿Sigue siendo candidato a las primarias de la oposición?
R.- Sí, pero consciente que desde el exilio no se puede encabezar una candidatura. Hay que recorrer el país pueblo a pueblo y evaluar día a día con responsabilidad. Pero tampoco podemos ser presa de las amenazas de la dictadura. Es otra prueba para las condiciones electorales.
P.- ¿Por qué candidato apostaría para reemplazarle?
R.- Apuesto a una coalición, a un equipo, una persona no es suficiente. Nos acercamos a un escenario como Nicaragua y aún así tenemos que participar en las presidenciales de 2024. ¿Por qué? Porque Maduro es derrotable, no tiene mayoría electoral. El candidato sigue siendo la unión, la mezcla. Y Maduro quiere evitarlo, porque sabe que la única forma de ganar es dividirnos.
P.- Cuando en 2019 atravesó corriendo el puente que le unía con Colombia cargaba un 80% de popularidad. Hoy, según distintas encuestas, el apoyo a su figura ha caído en torno al 4%. ¿Es un castigo al interinato o al fracaso del cambio de régimen?
R.- El primer elemento es la frustración. Es frustrante para millones que no se haya logrado la salida, que no se haya terminado con la dictadura y que no se haya recuperado la democracia. Y ese es nuestro reto en el corto plazo. Cualquiera estaría frustrado y con dolor al no lograr el objetivo. Hay que seguir insistiendo.
P.- Su mujer y sus dos hijas se han quedado en Caracas. ¿Cuál es el plan familiar?
R.- De momento resguardarlas, que estén seguras.
P.- ¿Le chantajearon con la seguridad de su familia durante la presión del lunes pasado?
R.- Amenazaron a mi familia y se sintió como un chantaje. Por una parte la dictadura de Mauro directamente y por la otra sentí una especie de chantaje del Gobierno colombiano en el tema de la seguridad y la deportación.
P.- Se ha puesto en duda la solidaridad de distintos líderes de la oposición con usted, incluso bases y cargos medios presionaron para que se trasladara apoyo partidario. ¿Cómo lo ha sentido Guaidó?
R.- Mucha empatía en general, también solidaridad. El liderazgo tiene unos tiempos distintos y tendrá que responder a sus bases y seguidores. Me gustaría que fueran más rápidos en empatía, que no fuera siempre un tema de cálculo. Si algo pudiera decir que le falta a la política es la empatía, no sólo ponerse en los zapatos del otro, sino sentir en los zapatos del otro.
P.- EEUU apoyó de forma firme a la presidencia encargada desde el día uno, ¿se mantiene hoy?
R.- Sin duda. Todo el proceso de mediación para mi seguridad de hoy se lo agradezco a EEUU.
P.- ¿Va a rechazar el asilo que ya han solicitado algunos congresistas?
R.- Si lo que voy buscando es que todos regresamos lo más pronto posible, eso conlleva más tiempo. Más que asilo he buscado seguridad, y hoy la siento.
P.- El apoyo de Washington contrasta con el de Europa y España, que se ha ido desvaneciendo desde 2019.
R.- Esperamos más firmeza de un Gobierno como el español. Mucho más. Pareciera que en este momento también le falta empatía.
P.- La UE y España han participado en la muy descafeinada conferencia de Petro del pasado martes. ¿Cómo la valora? De conseguirse el regreso a la mesa de México, es posible que su caso se sume a las condiciones electorales.
R.- La persecución política, las habilitaciones, el derecho a elegir y ser elegido tienen que ser condiciones… No puede ser la dictadura la que elija por nosotros inhabilitando incluso a los millones de electores venezolanos que están en el exterior. La expectativa se mantiene, está ahí latente porque no podemos luchar por la mitad de nuestros derechos.
P.- ¿Qué ha sentido esta mañana al despertarte tan lejos de Caracas en esta nueva etapa?
R.- Expectativa, ganas de seguir, preocupación por las niñas… Es una mezcla de sentimientos. Me sentí como cuando salí de La Guaira tras la tragedia natural de 1999 [cuando la montaña se vino encima de la costa más cercana a Caracas, con miles de víctimas] cuando perdimos nuestra casas. Y la certeza de que vamos a regresar y de que vamos a reconstruir. Mi familia me abrazó en ese momento y hoy lo hace de nuevo. Y en un proceso simultáneo me puse en marcha para cuadrar la agenda de esta semana y de la semana que viene en Europa y EEUU con los aliados de la democracia.