Lapatilla
Kerwin García nunca planeó huir de su natal Venezuela. Hoy en día a veces se pregunta si alguna vez encajará en Colombia, su país de adopción.
Por Los Ángeles Time
Tras crecer en el estado costero de Falcón, García dejó la escuela y se alistó en el ejército, para luego trabajar brevemente como funcionario de gobierno. Pero a medida que la economía de Venezuela se hundía más y la simple supervivencia se hacía difícil bajo el gobierno autoritario del presidente Nicolás Maduro, decidió unirse a su hermano mayor y a otros 2.8 millones de venezolanos y emigrar a la vecina Colombia.
“No quería dejar mi país”, dijo el joven de 24 años, vestido con una camiseta negra, pantalones vaqueros y tenis blancos mientras esperaba en un centro comunitario al que acudió en busca de asesoría, en el barrio de Los Mártires en Bogotá, la capital de Colombia. “No tengo permiso de trabajo, no tengo pasaporte, soy ilegal”.
García encontró trabajo inicialmente en una empresa que fabricaba gorras y después en un restaurante. Pero fue despedido el pasado mes de julio después de que le culparan de un dinero que faltaba, una experiencia que le dejó molesto y abatido.
“Decían que ‘los venezolanos son ñucos, son burros’”, relató, utilizando un coloquialismo que significa ignorante o inculto. “Me veían de otra manera, no me trataban como a un amigo, sino como a un delincuente”.
Su nuevo entorno le ha marcado emocionalmente. “A veces cuando voy a hablar con un colombiano me da pena, siento temor de ser rechazado”, dijo.
Para leer la nota completa, aquí