La Universidad Católica Andrés Bello, a través de su Informe de Coyuntura Venezuela, señaló que si bien la actividad económica ha continuado expandiéndose este año, se ha venido
desacelerando en el transcurso del segundo semestre. Para 2022, se espera que el PIB real termine incrementándose en 7,2%, por debajo del 8,6% estimado a comienzos del primer trimestre. La desaceleración en el crecimiento del nivel de actividad,
probablemente, se prolongue en 2023, estimándose que la tasa de crecimiento del PIB real en dicho año podría estar cerca de 4,4%. Aunque las tasas de crecimiento son positivas, incluso podría decirse elevadas, son claramente insuficientes para hacer que la actividad económica retorne a los niveles previos al desplome de la economía venezolana a partir de 2016.
En cuanto al sector petrolero, si bien los precios de los crudos venezolanos han evolucionado más rápidamente que lo inicialmente esperado, la producción ha crecido a un ritmo más bajo. El PIB del sector se estima terminará creciendo en 2022 a una tasa de 28%, inferior a la inicialmente proyectada de 39%. El menor crecimiento de la producción petrolera ha incidido en el desempeño del PIB total.
Con respecto al segmento no petrolero, su nivel de actividad se estima ha estado creciendo a una tasa superior al 4% este año, con la expectativa de que su ritmo también se desacelere en 2023. La economía no petrolera podría expandirse el año
que viene a una tasa aproximada del 2%. Los sectores que se esperan registren las mayores tasas de expansión relativa son: minería, comercio, transporte y comunicaciones.
Las restricciones desde el lado de la oferta han continuando incidiendo negativamente, especialmente, las que tienen que ver con el deterioro de la infraestructura y los servicios básicos (energía, agua, seguridad, y telecomunicaciones), el escaso acceso al crédito bancario, y con la falta de capital humano. Del lado de la demanda, habría que mencionar: las dificultades para impulsar al resto de la economía desde el sector , el bajo nivel de ingreso real de los consumidores, y el reducido espacio para el desarrollo de una política fiscal y monetaria expansiva.
Sin duda que la desregulación de los precios y el desmontaje del control de cambios han tenido un efecto expansivo importante sobre el desempeño del sector privado; pero este último ya fue absorbido por la economía. Es importante destacar que el desmantelamiento de una parte significativa del sector productivo interno ha creado desencadenamientos que terminan afectando el multipicador del gasto y la inversión interna, por lo que los impulsos espansivos terminan traduciéndose en crecimiento de las importaciones y no tanto en expansión de la producción interna.
De no haber nuevos factores que incidan positivamente en la demanda interna, la mejora en las expectativas que se registró durante el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022 podría revertirse; y, con ello, la pérdida de un factor imprescindible del sostenimiento del crecimiento del consumo y de la inversión privada en 2023.
Con Información de Informe de Coyuntura Venezuela
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