Cuando el humo blanco y las llamas naranjas empezaron a llenar la celda, un hombre intentó escapar pateando frenéticamente la puerta de la celda. Otro intentó protegerse del calor echándose agua de un inodoro sobre el cuerpo. Los guardias, mientras tanto, parecían indiferentes en el video del incidente grabado por las cámaras de seguridad, y salieron del edificio en llamas mientras se oían gritos en la calle, en el centro de Ciudad Juárez.
Treinta y nueve migrantes murieron encerrados en esa celda mientras ardía el centro de detención de inmigrantes la noche del 27 de marzo, y otro murió más tarde en el hospital. Al menos un migrante de la celda provocó presuntamente el incendio en protesta porque los guardias no le habían dado comida ni agua durante 10 horas.
Los supervivientes afirman que los que murieron lo hicieron por una razón: no pudieron o no pagaron un soborno de 200 dólares a los guardias de seguridad para ser liberados.
“Si por casualidad te detenían y te retenían en esta cárcel, sólo había dos formas de salir. O transferías 200 dólares o te devolvían a tu país”, dijo a VICE World News Joan, un migrante venezolano que dijo haber pagado para salir del centro de detención. Pidió que no se revelara su apellido por temor a represalias.
Joan, de 28 años, estuvo encerrado en el centro durante cuatro horas el mismo día del incendio, dijo. Escapó de la muerte porque su familia en Venezuela transfirió el dinero antes de las 7 p.m. Ése es el plazo que, según él, le dieron los guardias para depositar el dinero o ser deportado al día siguiente.
“Sólo estoy vivo porque mi familia pagó”, dijo, mientras se agarraba a los barrotes del exterior del centro de detención un día después del incendio, en medio de una multitud de migrantes que habían sobrevivido al fuego o seguían buscando a sus seres queridos.