El ejército de Nueva Delhi aumentó el número de soldados tras observar el desarrollo de infraestructura del otro lado de la frontera. Las tensiones han resurgido desde los combates de mediados de 2020.
Por infobae.com
Por el sinuoso camino que sube a la frontera india en el Himalaya se observa un paisaje pintoresco de riachuelos y lagos apacibles, salpicados por la presencia de artillería pesada y cuarteles militares.
Un año después de un enfrentamiento con soldados chinos, India refuerza su defensa fronteriza a lo largo de la cordillera más alta de la Tierra, foco constante de conflicto entre los dos países.
El estado de Arunachal Pradesh se asienta en una parte del Himalaya colindante con el Tíbet y comparte una herencia cultural budista con sus vecinos del norte. El Dalai Lama huyó por ese estado en 1959 tras un fallido alzamiento contra el mando chino en el Tíbet, y desde entonces vive en India.
El régimen de China también reclama la soberanía de Arunachal Pradesh, al que denomina Tíbet del Sur, y lo ocupó brevemente tres años después de la salida del líder budista, en una guerra corta pero sangrienta.
Pero las tensiones han resurgido nuevamente desde mediados de 2020, cuando tropas de ambos países se enfrentaron a lo largo de la frontera común en Ladakh, dejando muertos al menos 20 soldados indios y cuatro chinos.
Cada bando suele enviar patrullas a zonas reclamadas o controladas por el otro, e India acusa a China de establecer asentamientos permanentes cerca de la frontera.
“Hemos observado algún desarrollo de infraestructura en el lado chino”, dijo el teniente general Manoj Pande a periodistas durante una rara gira de prensa por la región en octubre. “Eso llevó a aumentar el número de soldados que ahora están situados allí”, agregó.
Nueva Delhi respondió intensificando sus defensas en Arunachal Pradesh, con el envío de helicópteros de transporte Chinook y drones construidos en Israel.
– Terreno peligroso –
Autoridades en la región dicen que el enfrentamiento del año pasado evidenció la necesidad urgente de fortalecer la presencia militar fronteriza, tras conversaciones infructuosas con Beijing para aliviar las tensiones a ambos lados.
La temperatura alrededor de la estratégica aldea de Tawang, una de las localidades más cercanas del Tíbet, a menudo cae a menos de cero grados y el aire a esa altura es tenue. Puestos militares en la zona pueden quedar aislados durante semanas en el invierno.
“La geografía de la región es inhumana”, dijo a AFP un brigadier del ejército indio. “Puede ser fatal si uno no está en plenas condiciones, entrenado o aclimatado”.
Los ingenieros militares construyen un enorme túnel vial a 4.000 metros sobre el nivel del mar, que deberá abrir el próximo año, para enlazar la zona con rutas más al sur y ampliar el alcance de los soldados.
“Estos túneles (…) darán conectividad bajo cualquier clima a pobladores locales y fuerzas de seguridad en Tawang”, explicó el coronel Parikshit Mehra, director del proyecto.
Una iniciativa similar está en marcha en Ladakh bajo el terreno rocoso del paso de montaña de Zojila, intransitable en el invierno, que ayudará a las tropas a movilizarse rápidamente en la frontera desde la guarnición india en Cachemira.
– Presiones tácticas –
Una estatua de Buda domina las casas en la meseta donde se construyó Tawang, una señal de la población mayoritariamente budista en la zona.
Los pobladores de la localidad aplauden la atención de Nueva Delhi y temen futuras incursiones chinas, a sabiendas del intento de Beijing de suprimir el budismo en la frontera.
El gobierno chino, oficialmente ateo, dejó claro que podría buscar un sucesor del Dalai Lama, de 86 años, líder espiritual de los budistas tibetanos y figura reverenciada en Tawang.
“Compartimos nuestra cultura con el Tíbet, pero China está modificando el budismo a su antojo”, se quejó Dondup Gyaltsen, un vendedor de calzado en el mercado principal de Tawang.
Monpa Golang, a cargo de una farmacia más abajo en la calle, dijo que India debe mantenerse firme contra “las tácticas de presión chinas”.
“Nuestro gobierno debe dejar claro que ningún budista aceptará a alguien que imponga China después del Dalai Lama”, agregó el hombre de 75 años. “Él parece humano, pero es nuestro dios”.