Especial para: Qué Pasa en Venezuela
Martha Escaölona Zerpa, desde Berlín
A pocos días de concluir la 73° Berlinale, al fin se perfila la primera película favorita de las 19 producciones que compiten por el premio más importante del festival, el Oso de Oro.
Con la película vasca-española «20.000 Especies de Abejas», de la joven directora vasca Estibaliz Urresola Solaguren y la excepcional actuación de la niña Sofía Otero, vuelve la emoción de haber visto una película especial y digna de ser premiada por su gran sensibilidad y poesía, diálogos y reflexiones que quedan habitando entre los personajes y el público.
La película retrata al niño biológico Aitor con sus años y su dolorosa búsqueda de su identidad sexual como niña en el seno de una familia vasca, muy convencional y religiosa y que a su vez tiene grietas del pasado. Su apodo Cocó, no le cuadra claramente. Todavía no ha llegado a encontrar el nombre de niña con el que pueda identificarse completamente.
Primeramente tiene su madre (la actriz Patricia López Arnaiz) que desea abrir los ojos, querer ver lo que pasa a su hijo y entender el proceso de transformación identitaria de género, que lo lleva a ir cambiando el gusto por los vestidos, las prendas y el rosario de la abuela.
En unas vacaciones de verano en el País Vasco, el niño confía su dolor a familiares y amigos. Pero, ¿cómo lidia una madre, que todavía está luchando con cargas parentales ambivalentes, con la búsqueda de identidad de su hijo?
Así como la diversidad de la naturaleza requiere muchas miles de abejas, los personajes secundarios, como la abuela, las tías, sus hermanos y otros niños de la familia, son esenciales para la protagonista.
El entorno mayoritariamente femenino es un ejemplo para Cocó en diferentes formas de ser mujer. En especial podrá compartir con la con la tía abuela Lourdes (Ane Gabarain), una apicultora que usa traje y fuma cigarros. Lourdes es un personaje andrógino ella misma y un buen modelo a seguir para Lucía, que se desespera de que todo el mundo sepa quiénes son, pero ella no.
Estibaliz Urresola Solaguren muestra las perspectivas de los personajes más cercanos a Aitor, que ahora inspirada en la Virgen Santa Lucia, adoptará ese nombre para ella. Y también muestra que en el proceso de la transición de género lo más importante es cómo se define la propia mentalidad y el autoconocimiento. Y en donde la perspectiva y percepción de los otros no tiene peso en esa autodeterminación que viene de bien adentro.
El giro dramático de «20.000 Especies de Abejas» es cuando Lucía (Aitor) se viste de niña para asistir al bautizo del primo. Pero el padre y la abuela se niegan a aceptar que el hasta ahora niño adopte otra identidad a la biológica.
Todo se puede permitir dentro de casa, dentro de las cuatro paredes, pero no afuera del seno familiar y en la vida pública. ¿Qué dirán los demás? ¿Qué falló la educación? ¿Qué se permitió el juego con las identidades porque se consideraba un capricho infantil que algún día pasaría?
Y así, dentro de este conflicto familiar que estalla en el bautizo, Lucía sale huyendo buscando refugio con las miles de abejas de la tía y donde se siente relajada y libre. Y allí, sabe sobre todo Lourdes que encontrará a la nieta, junto a las abejas.
Para la cineasta Estibaliz Urresola Solaguren “El cine es una herramienta de transformación social”, quién se puso a escribir el guión de la película tras el suicidio de un adolescente trans en 2018.
Más información en la página oficial de la Berlinale