El cuerpo de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio colgaba de un árbol en un bosque de las afueras de Barcelona. Cuánto tiempo llevaba allí, no se sabe aún. Los forenses tendrán que aclararlo. Lo que sí se sabe es que Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, un argentino que llevaba décadas viviendo en España, llegó hasta esa zona entre la Ciudad Condal y El Prat de Llobregat en una huida que lo alejaba de un crimen: la noche del 24 de agosto, hace ya 22 días, había matado a su hijo de dos años.
Por Infobae
Ese día, este hombre de 44 años, 1,78 metros de altura, licenciado en Economía y con una carrera en diferentes entidades bancarias de Barcelona, pagó una habitación en el Hotel Concordia, en la céntrica Avenida del Paralelo. Allí entró con el pequeño. Y con un móvil desde el que taladraba a la madre de la criatura. “Te arrepentirás”. La mujer había decidido divorciarse de él.
En otro de esos mensajes, escribió: “En el hotel encontrarás lo que te mereces”.
En cuanto la madre del pequeño dio la voz de alarma, los sistemas de emergencia se pusieron en marcha. Pasadas las 22.30 horas accedieron a la habitación 704 del hotel y encontraron el cuerpo del pequeño, amoratado, estrangulado. Aún con vida, pero no con la suficiente para aguantar las tareas de reanimación.
Minutos antes de que llegara la Policía, el presunto parricida había abierto la puerta del cuarto, se había asomado al pasillo para controlar si había alguien que pudiera verlo y meterse nuevamente en la habitación. Cuando salió, lo hizo por la puerta trasera. Las cámaras lo atraparon atravesando la zona de la piscina del Concordia y saltando un muro. Cuando dejó el recinto, buscó un taxi y pidió que lo trasladara al aeropuerto de El Prat.
Allí vuelve a ser atrapado por las cámaras. Era él: llevaba el pelo rapado, piel morena, una barba muy recortada, y, según el mensaje que lanzaron los Mossos d’Esquadra –policía autónoma– para pedir ayuda en sus tareas de busca y captura, Martín Ezequiel Álvarez Giaccio lucía su “complexión atlética” y sus “ojos marrones”.
Los investigadores descartaron una fuga por avión. En uno de los registros en las casas donde había estado antes de irse al hotel Concordia con su hijo se había encontrado el pasaporte. Además, las mismas cámaras de vigilancia lo grabaron alejándose del aeródromo. Eso, unido a que ya sabían que Álvarez Giaccio había abandonado su tratamiento psiquiátrico, les hizo pensar en que el hombre podría estar muerto.
Ahora se ha encontrado su cuerpo. La Policía debe esperar, para certificar al 100% que se trata de Álvarez Giaccio, a las pruebas dactiloscópicas, porque no se ha encontrado identificación alguna en el cuerpo. Quizá se suicidó esa misma noche o quizá ha estado huyendo hasta no resistir más. Es el Caso quien ha informado de que el cuerpo estaba colgado en el bosque.
Este es uno más de los casos de la llamada violencia vicaria que se han registrado en España en los últimos meses. La violencia vicaria consiste en matar a los hijos para ‘castigar’ a las madres, para provocarles un daño extremo. El caso más conocido en los últimos tiempos es el del asesinato de dos niñas, Anna y Olivia, en Tenerife a manos de su padre, Tomás Gimeno.